Una Promesa A La Luna

Capítulo 60

Raiden

 

—Esto es una puta mierda.

Suspiré y le di una calada al cigarrillo. La imagen de Celine ayudando a la anciana y después ella caminando hacia su casa, no deja de aparecer en mi mente. Bebi de la lata de cerveza y mire al techo, ya anocheció, mi madre y Larissa no tardan en llegar, por lo que tengo que levantarme del suelo y limpiar todo esto.

Suspire.

Ver de nuevo a Celine después de que le dije todas esas horribles cosas me hace sentir un gran hijo de puta.

Bueno, en realidad lo soy.

Un mes y medio ha pasado desde que terminamos, y en todo ese tiempo no he dejado de amarla y nunca dejare de amarla. Verla me ha dejado devastado, quería bajar del auto e ir con ella y explicarle todo, pero no lo hice. Es mejor así.

El alcohol me ayuda a evitar que la busque, y me ayuda a calmar mis ataques, mientras que el cigarrillo me relaja y mantiene calmado. No queda nada del Riaden Donovan que ella conoce, y no quiero que me vea en este estado.

Apoye mis brazos en el sofá y levante el culo, tambaleándome un poco, comencé a recoger las latas, pero antes de poder meterlas a la bolsa negra, la puerta se abrió.

—¿Hijo? — escuche la voz de mi madre. —Aún es muy temprano, ¿Qué…? — se detuvo un momento y suspiro. —Estas bebiendo de nuevo.

—¿De nuevo? Si bebe todos los días. — blanquee los ojos ante las palabras de Larissa. —¿Qué haces en casa? Uh… fumaste. — suspire con exageración.

—¿No es muy obvio? — conteste de manera seca.

—Menudo idiota. — giré la cabeza y le di mi peor mirada. —No me intimadas ni un poco, estúpido.

—Deja de insultar a tu hermano. — mamá se colocó entre ambos.

Mi relación con Larissa está un poco mal en estos momentos, no me perdona por haber lastimado a Celine y, por si fuera poco, encontró a mi secretaria en mi regazo. Desde entonces soy como su enemigo, solo me habla porque compartimos el mismo techo. Y no trato de justificarme, es verdad que lastime a Celine y es verdad que encontró a mi secretaria en mi regazo en un intento de hacer lo que se imagina.

Pensaba intentar unas cuantas cosas con el fin de poder sacar a Celine de mi mente y corazón, pero me rendí al primer intento. No puede, simplemente no me sentí cómodo teniéndola encima, su olor me daba náuseas y no provocaba ninguna reacción en mi cuerpo.

Y no es algo que le explique a Larissa, no tengo porque darle explicaciones de mi vida. No ahora que es tan desastrosa.

—Ve a dormir, cariño. — mi madre coloco una mano en mi hombro y me quito la bolsa de basura. —Limpiare por ti.

—Puedo hacerlo.

—Solo ve a dormir, cabeza hueca. — dijo Larissa, pasando por mi lado y recogiendo lo que hay en la mesa y alrededor. —¿Sabes lo desastrosa que es tu vida? — la mire. —Te levantas antes de que nosotras lo hagamos, llegas a casa cuando ya estamos dormida, solo te la pasa trabajando o en el gimnasio y el refrigerador siempre está lleno de cervezas al igual que veo cajas de cigarrillos por todas partes. — bufo. —Si Celine te viera, seguro…

—Cierra la boca. — lo hizo de inmediato, esta vez mi tono fue hostil logrando que se estremeciera. —Ella no debe de saberlo, no debe de verme así. — mi madre apretó su agarre en mi hombro.

—Ve hijo. — no perdí ni un segundo más y caminé hacia mi habitación.

Me metí a la ducha y dejé que mi cuerpo se empapara en la fría agua. El día de hoy fui sorprendido por el señor Abbey, quien llego a mi oficina acompañado de una chica castaña con el uniforme de enfermera. Mi pecho se contrajo cuando entro por la puerta siendo empujado en una silla de ruedas. Me explico que no puede caminar por bastante tiempo, ya que se agitaría demasiado rápido, por lo que cuando sale, siempre lo llevan en la silla de ruedas.

Estaba nervioso, pensé que me gritaría y me pediría que nunca en la vida vuelva a acércame a Celine por haberla lastimado, pero no fue así. Cuando nuestros ojos hicieron contacto, él me sonrió como habitualmente lo hacía. Me saludo con un suave apretón de manos y después de una pequeña charla, me pidió que le explicara lo que sucedió.

Celine solo le dijo que tuvimos una discusión donde los dos nos dimos cuenta de que nos hacíamos daño y lo mejor era terminar. Ella no le conto más, así que, con la cara llena de vergüenza, le dije todo lo que sucedió.

Al terminar, de nuevo imagine que me diría un montón de cosas, pero el solo suspiro y se quedó unos segundos en silencio. Después me dijo que Celine ha sufrido mucho, pero lo ha llevado mejor estos últimos días. Que va a sus terapias y toma su medicamento. Que parece ser la misma chica que era antes de todo esto.

Y lo entendí cuando lo llevé de regreso a casa, el señor Abbey reconoció a su hija y cuando la vi ella tenía la mirada en su celular, pero después corrió hacia la carretera a ayudar a una anciana. Como la primera vez que la vi en la juguetería del centro comercial, quedé hipnotizado. 

Su mirada tiene vida, su cabello ha crecido y está mucho más hermosa. Es la mujer más hermosa con la que tuve el privilegio de que mi camino se cruzara. El conductor se detuvo para que ellas terminaran y cunado sonrió a la anciana, mi corazón palpito.

Una vez más, confirme que mi corazón solo le pertenece a ella.

Deje al señor Abbey dentro de su casa, una gran nostalgia casi me hace sacar un par de lágrimas. La chica que es su enfermera temporal, me agradeció y se retiró un momento dejándome solo con el señor Abbey.

El solo me dijo que entiende porque lo hice. No dijo más y la chica regreso, él se despidió con otro apretón de mano y me dijo que siempre seré bienvenido en su casa. No entendí del todo, pero salí y cuando el conductor se alejaba, mire hacia atrás y de nuevo mi corazón palpito con fuerza al ver a Celine caminar con calma hacia su casa.

De inmediato saque un cigarrillo y lo encendí. Mis piernas estuvieron algo inquietas y termine llamando a Cassian para pedirle que se haga cargo de la empresa por lo que quedaba del día. Yo le dije al conductor que me llevara a mi edificio y se retirara.




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