Una Promesa A La Luna

Capítulo 66

Raiden

 

Bajé del avión, ha pasado un año y medio desde la última vez que estuve en California.

Después del accidente donde quede paralitico temporalmente.

Logro escuchar el alboroto que hay detrás de estas puertas que me llevaran a encontrarme con mi primo. Después de casi dos años sin estar en los ojos de la prensa, de algún modo esto me agrada un poco.

Me acomode los lentes de sol, listo para recibir destellos de cámaras de cada esquina, seguro me preguntaran sobre el nuevo proyecto que traigo en manos o sobre mi recuperación, pero algo es seguro y es que más de la mitad me preguntara por la chica a quien siguió en Instagram y suelo etiquetar en mis publicaciones.

Deje salir el aire por mi boca y moví un poco mis hombros, di marcha hacia la puerta la cual se deslizo antes de que llegara por completo y al pasarla me alegre demasiado de haberme puesto las gafas de sol, ya que, en lugar de ir a casa, iría al oftalmólogo. 

—¡Señor Donovan! ¡¿Podría contestar…?!

Y así fue como entre empujones y destellos, con ayuda de los guardias logre salir del aeropuerto y me llevaron al auto donde Cassian me espera dentro.

—¡¿Quién es la mujer con quien tiene tanta interacción en la plataforma de Instagram?!

Antes de entrar al auto, gire mi cabeza hacia las cámaras, no sabía quién hizo la pregunta, seguían gritando unas cuantas periodistas de más al fondo. Quienes lograron escuchar la pregunta, se callaron y pusieron toda su atención en mis labios, los cuales dibujaron una sonrisa.

—Lo sabrán algún día. 

Fue toda la respuesta que les di, y subí al auto, donde las carcajadas de Cassian me dieron la bienvenida a California.

Lo sabrán algún día. — imito mi voz. —Para tu información, esa no fue una respuesta.

—Veo que sigues siendo el mismo idiota. — su risa paro y me miro mal. —Hola primo, ha pasado un tiempo desde que te vi en persona.

—¡Vete al carajo! — ahora fui yo quien estallo en carcajadas. —Quiero mi jubilación.

—No, eso es para mi tío. — bufo y blanqueo los ojos. —¿Qué tal fue tu año y medio como CEO de la compañía? — su expresión de asco me lo dijo todo.

—ODIO LAS RESPONSABILIDADES AJENAS. — me asesino con la mirada ante mi risa. —Fue un puto infierno. — suspiro frustrado. —¿Sabes cuantas salidas con los chicos perdí?

—Me lo imagino. — dejo caer su cabeza y miro a la nada.

—Me perdí la mejor borrachera de sus putas vidas. Mientras yo me despertaba para la maldita junta mensual, ellos despertaban en las vegas sin saber cómo llegaron ahí. — me miro con todo su resentimiento. —¡EN LAS PUTAS VEGAS!

—Me quedo claro. — paso sus manos sobre su cara. —¿Uno de ellos se casó?

—No… bueno, fue por suerte. — se acomodó en su asiento para explicarme. —Lela y Elio despertaron con anillos, ambos pensaban que habían cometido tal vez el error más estúpido y romántico de su vida, pero cuando investigaron dieron con qué solo fue una de esas bodas falsas…

—¿Los estafaron?

—Sí.

Estalle de nuevo en carcajadas y así fue todo el camino, Cassian quejándose de toda la diversión que perdió y al mismo tiempo me contaba lo que hacía en la empresa mientras los chicos se divertían.

—Deja de llorar. — me miro mal. —Ya estoy aquí, ahora seré yo de nuevo quien este a cargo.

—Ya era hora.

Debido a unas cuantas complicaciones, mi recuperación tardo un poco más de lo debido, pero ya todo está bien, como si no hubiera habido secuelas físicas del maldito accidente.  

—Tendrás vacaciones. — sus ojos se iluminaron ante mis palabras. —¿Tres meses te parecen bien? — me miro con sorpresa.

—¿Tres…? ¡¿Tres meses?! — asentí.

—¡Gilipollas malagradecido! ¡Es muy poco! —  blanquee los ojos.

—Tómalo o mañana mismo te quiero en tu oficina a primera hora.

—Tres meses están bien, jefe. Gracias por ser tan considerado. — dijo, con un tono que no coincide con su expresión de perro rabioso.

Incluso sus orejas se han puesto un poco rojas por la ira que reprime. Así que, como buen primo, le di un consejo.

—Reprimir tus emociones, es más dañino que saludable. Palabras sabias de mi terapeuta.

—Oh, gracias por preocuparte por mí. Entonces tomare tu palabra.

El maldito se lanzó sobre mí, agarrándome del cabello y jalándomelo mientras me gritaba un montón de maldiciones y el como me odiaba por tardarme más de lo prometido en regresar.  

—¡No fue mi culpa! — me excuse. —Nadie se levanta con la idea de resbalarse a propósito de las escaleras sabiendo que está a mitad de su recuperación y de paso sirve que se lastima el coxis. 

—¡¿A quién mierda se le ocurre bajar las escaleras cuando apenas está volviendo a caminar?! ¡Solo al idiota de Raiden Donovan! ¡Testarudo! ¡Gilipollas!

—Tus vacaciones se han reducido una semana. — se detuvo y me miro con odio. —Una palabra más y se vuelven dos semanas menos.

Se alejo de mí y con sus brazos cruzados, miro lo que quedaba del viaje hacia la ventana, sin volverme a dirigir la palabra. Yo trate de arreglar mi cabello y suspire cuando termine.

Llegamos a mi destino, mi viejo apartamento.

Salimos del auto y entramos al edificio, una nostalgia me inundo cuando entre a mi departamento y un montón de recuerdos me golpearon la mente de inmediato, pero eso termino cuando mire mi sofá.

—¿Qué hace ese demonio en mi hogar?

El enorme dóberman, bajo con tranquilidad del sofá y se acercó a paso lento hacia mí. Me sorprendí, lo normal sería que se lance sobre mí, pero esta extrañamente muy tranquilo.

Ya que no me molesto, me incline un poco y acaricie su cabeza, el solo se sentó al pie de mis zapatos y de algún modo me agrado que este tan tranquilo.

—Veo que Ares fue el único que maduro en este año y medio. — recibí un golpe en la cabeza, como respuesta.




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