Una promesa bajo una luna plateada

Capítulo 1. La belleza de la luna

«Cada vez que la luna llena ilumina el cielo y nos baña con su luz suave, siento que nos atrae como dos almas destinadas a encontrarse, como si fuera ella quien marcara el ritmo de nuestro amor».

✨🌕✨ Siena. Verano de 1960. La Noche de la Miniluna ✨🌕✨

Pablo Moretti apagó el motor del auto al estacionar junto a la Piazza del Campo. El aire cálido de Siena envolvía la noche. Una sensación de inquietud lo invadía mientras tomaba el telescopio que trajo para admirar el raro fenómeno astronómico que ocurriría en pocos minutos.

Solicitó un permiso especial a la Universidad de Oxford, donde estudiaba, para asistir a ese evento en particular. No comprendía del todo qué lo atraía con tanta fuerza, pero la sensación de que debía estar allí era imposible de ignorar.

Bajó del auto y sintió la caricia de una suave y refrescante brisa. Alzó la vista hacia el cielo, que esa noche se veía más vasto y profundo, salpicado de estrellas brillantes que parecían estar más cerca de lo tradicional.

La ciudad estaba bañada por un resplandor peculiar. La miniluna, una luna mucho más pequeña y plateada, apenas comenzaba a revelarse en su primer destello mientras ascendía lentamente junto a la luna habitual.

Su luz, etérea y refulgente, teñía las antiguas fachadas de la plaza, salpicándolas con un aura mística e irreal, despertando secretos y recuerdos enterrados que luchaban por salir a la superficie.

Una multitud ya se había reunido en la plaza. Familias enteras, turistas y curiosos esperaban ansiosos el evento, mientras susurros de antiguos cuentos y leyendas resonaban en cada esquina.

El fenómeno de la miniluna, que solo aparecía en contadas ocasiones, había encendido la imaginación de todos, avivando rumores y mitos sobre los misteriosos efectos que su llegada podría tener en las personas.

No te dejes engañar por la belleza de la luna, —le advirtió su padre poco antes de salir para la plaza—. Esa segunda luna está maldita. Trae consigo algo más que luz. Cada vez que aparece, marca el inicio de algo… peligroso.

Pablo siempre consideraba esos cuentos como exageraciones, simples historias que los ancianos contaban para justificar y mantener vivas las rencillas entre familias. Sin embargo, esa noche, algo en la bruma del aire y en la forma en que las sombras se alargaban bajo el brillo dual de las lunas, lo inquietaba profundamente.

Pablo se adentró en la plaza, cargando su telescopio, mientras la música, las risas y las conversaciones fluían libremente a su alrededor. De repente, el sonido de una pandereta llamó su atención. Buscó y vio a una joven y hermosa gitana que danzaba con elegancia en el centro de la plaza. Su cabello oscuro, largo y rizado ondeaba con cada movimiento, al tiempo que sus brazaletes tintineaban al ritmo de la música. Sus pies descalzos marcaban el compás sobre el suelo de piedra mientras narraba una historia cautivadora. Pablo, incapaz de resistir la atracción que emanaba de ella, sintió que algo más allá de la razón lo empujaba a acercarse.

Ella contaba una leyenda con la voz rasposa y seductora de alguien que, pese a su corta edad, ha visto y sentido más de lo que el mundo puede explicar. Narraba la historia de dos familias rivales, condenadas a una eternidad de odio y venganza, atrapadas en una maldición activada por la aparición de la miniluna.

—Cada vez que esa segunda luna aparece en el cielo —contaba la muchacha—, se dice que un nuevo ciclo de tragedia comienza, marcando el destino de los herederos de ambas familias.

Pablo escuchaba fascinado, sin apartar la vista de la gitana y de la historia que, sin saber por qué, sentía que lo implicaba directamente. La leyenda hablaba de un amor imposible entre dos almas puras, almas destinadas a encontrarse bajo la luz de la pequeña luna plateada.

—Según cuenta la historia —relataba la gitana con enorme emoción—, solo un amor puro y verdadero podría romper la maldición, pero para ello, uno de los amantes debe sacrificarse.

La hermosa muchacha dio un giro impetuoso. El viento sopló suavemente, y de pronto, Pablo sintió una sacudida. Un sentimiento lo atravesó como un rayo, obligándolo a apartar la vista de la gitana.

Y entonces, la vio, allí, frente a él; sus ojos brillaban y sus mejillas lucían enrojecidas. Para Pablo, todo a su alrededor se iluminó. De inmediato, su corazón latió con una intensidad desconocida y lo único que veía era a ella: a Silvia Rossi, la hija del peor enemigo de su padre.

Y en esa fracción de segundo, supo que su vida jamás volvería a ser la misma.

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En el texto hay: romance, drama, magia

Editado: 25.11.2024

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