Aidan
Me sentía miserable, la peor calaña. Saber por todo lo que han tenido que pasar y lo peor es haberla juzgado, de esa manera me hizo sentir la peor persona del mundo. Lo peor es que no podía ir a buscarla, el dolor de mi costado me tenía inmóvil.
Mi desespero aumentó cuando veo a la chica llegar sin su hermana y lo peor es que no me atreví a preguntar. Caía la noche y ver que ella no regresaba, me dispuse alistarme y salir a buscarla. Sus hermanos se habían opuesto diciendo que ella necesitaba estar sola, pero mi sentimiento de culpa y el desespero de saber que no le había pasado nada, no me dejaba tranquilo.
-Le doy 15 minutos- Dice uno de los mocosos.
-Yo le doy media hora- Le contesta su clon.
-¡Basta!- Recrimina su hermana –Es mejor que esperes, ella está bien. Además, tú no conoces el bosque y a esta hora sale los salvajes y no tienes como defenderte- Dice con tono de preocupación.
-Déjalo, que si se lo comen ya no sería nuestro problema- Habla con ironía el mayor.
-Miren, sé que cometí un error y les pido perdón- EL chico se cruza los brazos y me mira con recelo –No le he dado las gracias por haberme salvado, tampoco he sido agradecido con ustedes por lo que han hecho por mí- Suspiro bajando mi rostro – Me sentí muy mal por la forma que viven y por eso me enfrente a su hermana sin saber por todo lo que habían pasado- Susurro.
-Te dije que nosotros estamos bien como estamos- Dice el chico molesto
-Lo sé, ahora lo sé-
-¿Prometes que cuando te vayas, te olvidarás de nosotros?- Pregunta alguien a mis espaldas y es cuando siento tranquilidad al escuchar su voz. Me volteo y veo hinchado sus ojos como si hubiera llorado toda la tarde, haciéndome sentir peor.
-Yoo…- Me interrumpe y les hace una seña a sus hermanos. Ellos sin decir nada entran de nuevo a la casa, dejándonos completamente solos.
-¿Qué haces vestido así?- Me mira de pies a cabeza de forma extraña.
-Iba a ir a buscarte- Ella hace una mueca.
-¿Pretendías ser la carnada para los animales del bosque?- Pasa por mi lado y se sienta en uno de los escalones del porche.
-Quería ver que estabas bien-
-¿Por qué?-
-Lamento todo lo que te dije…- Alza su mano interrumpiéndome.
-¿Quién te lo contó?- Se ve molesta.
-Ehh nadie- Digo rascando mu cuello.
-No quiero la lástima de nadie- Me observa molesta.
-No siento lástima-
-Sí, claro- Dice con sarcasmo.
-Mira lamento todo lo que te dije- Katia desvía su mirada al oscuro bosque –No debí juzgarte-
-No debiste- Interrumpe.
-Lo sé- Susurro.
-No quiero tu lástima-
-No te tengo lástima- Katia me mira y enarca una ceja. Volteo mis ojos –Bueno un poco- Ella cambia su expresión a una más molesta –No te enojes, todo lo que han tenido que pasar es una mierda- Ella cambia su expresión y vuelve su mirada al bosque.
-No ha sido fácil- Suspira –Dime algo, ¿Tienes padres?- Ahora el que suspira soy yo.
-Si-
-¿Te llevas con ellos?-
-No lo sé-
-¿Cómo que no lo sabes?- Ignoro que me mira y sigo mi mirada al bosque.
-No tengo mucha comunicación con ellos-
-¿Cómo es eso?-
-No me gusta hablar sobre ese tema-
-¿Son malos padres?- la ignoro -¿Te maltrataban? ¿Abusaron de ti?- Abro mis ojos sorprendido y la miro molesto.
-¿Cómo se te ocurre preguntar esas cosas?- Ella encoge sus hombros restando importancia –A veces pasa, sabes-
-¿Tus padres abusaron de ti?- Ahora la que me mira molesta es ella.
-Como se te ocurres-
-A veces pasa- Le devuelvo su repuesta y solo la escucho gruñir.
-Ellos fueron muy buenos padres- Susurra.
-Siento mucho su muerte-
-Yo también- Susurra bajando su rostro.
-Debió ser difícil hacerte cargo de todo-
-¿Por qué no te llevas bien con ellos?- Katia cambia el tema.
-Te dije que no me gusta hablar sobre ellos-
-Pues si tú no hablas, yo tampoco lo haré- Exhalo profundo.
-Está bien, te contaré. Ellos y yo hace mucho no llevamos una buena relación-
-¿Por qué?-
-Digamos que de parte es mi culpa-
-¿Por qué?-
-No he sido un buen hijo-
-Ummm- La miro chocante.
-¿Umm? ¿Es lo único que se te ocurre decir?-
-¿Qué quieres que te diga? La verdad es que no me sorprende en lo absoluto-
-¿Qué quieres decir?- Encoge sus hombros.
-Se nota que no eres buena persona-
-Aush, eso dolió-
-Qué quieres que te diga, si es la verdad-
-Me duele, pero es verdad- Ella me mira extrañada -Nunca he sido buena gente- Ambos nos quedamos en silencio.
-A veces cometemos errores, pero aún es tiempo para aprender y cambiar- Dice.
-No lo creo-
-¿Por qué lo dices?-
-He lastimado a muchas personas y sobre todo a personas que valen mucho-
-Puedes empezar con pedirles perdón-
-¿Me perdonas?-
-¡¿Qué?!- Pregunta sorprendida.
-Quiero empezar contigo…- Susurro –Y con tus hermanos- Ambos no decimos nada, solo nos miramos.
-Te perdono- Murmura mordiendo sus labios.
-Gracias- Sonrió –Por cierto me llamo Aidam- Extiendo mi mano y ella lo acepta.
-Katia-
-Lo sé- Rueda los ojos.
-Tú sabes todo- Me dice con sarcasmo y ambos reímos.
Estuvimos conversando por largo tiempo, sobre todo de nuestra infancia. Le pedí disculpas a los chicos de nuevo presentándome, ya que ellos aún no sabían mi nombre y siempre me decían princesito y eso ya me tenía molesto. Pude conocer más de los chicos, me contaron varias anécdotas y reímos hasta tarde de la noche. Me di cuentas que ellos son felices de la forma que viven, que lo único que les gustaría tener es un mejor baño, agua caliente y la despensa llena de dulces y helado. Pero han aprendido con vivir con poco y felices.