El chico de los ojos bicolores

A la vez que una chica con estrellas tapadas llegaba tarde a clase un chico con un ojo de cada color ha sido el primero en llegar como cada día.
Quiere hacerlo bien este curso. Supuestamente tercero era el año más difícil del instituto, así que no quería distraerse en el nuevo instituto.
Su familia se había mudado hace poco a la ciudad por una oferta de trabajo y la opinión de su hijo al respecto no parecía importarles, por lo que el chico dejó a todos sus amigos atrás para irse a 400 kilómetros más lejos.
Sin embargo se había hecho un amigo nuevo, Leo. Le había hecho la visita por el instituto y ahora son amigos.
El profesor termina su explicación y comienza a hacer preguntas a diferentes alumnos para ver si habían estado atentos. Cuando le pregunta a él responde perfectamente y se gana un punto extra.
—Bien—el profesor se gira entonces hacía la chica con constelaciones en el rostro—. Nova, ¿podrías decirme cómo se dividen dos polinomios?
—No.
Se escucha un suspiro general en la clase, ya acostumbrada a lo que iba a pasar
—¿Cómo que no? —dice el profesor de matemáticas.
—Qué no lo sé.
El chico de los ojos bicolores se gira hacia la chica y mira curioso la escena, mientras toda la clase aguarda a que el profesor montase el numerito diario.
—¿Y podrías decirme cómo se multiplican?
—No.
—Hay algo que puedas explicarme cómo se opera, Nova. ¿O vienes aquí para no hacer nada en todo el día?
—Se supone que ya debería saber cómo operar todo, es su trabajo.
—Y su trabajo es atender en clase—responde el profesor enfadado, ya se le marcaba la vena de la frente como siempre que discutía con la alumna.
—No, si yo atender atiendo. El problema es que no entiendo nada de sus explicaciones.
—Fuera de mi clase.
Nova suspira enfadada recogiendo sus cosas y justo cuando está a punto de mandar a todo el mundo a tomar vientos el chico de un ojo de cada color dice las palabras que formarán un vínculo entre ellos a partir de entonces.