Y llega la noche.
Llega la noche a la habitación de una chica que a pesar de que el día no ha sido tan malo llora en su habitación mientras se quita el maquillaje, dejando las estrellas a la vista.
Recibe un mensaje de sus padres diciendo que no les esperara para cenar. Ella se va a la cama sin cenar, mientras llora y se pregunta, ¿Por qué?
¿Por qué no es capaz de mirarse al espejo sin llorar?
¿Por qué odia tanto su cuerpo?
¿Por qué no es suficiente para nadie?
¿Por qué cada día está más cerca de rendirse?
Preguntas que no puede responder porque aún es demasiado joven, demasiado inmadura y que no tienen una respuesta exacta, una respuesta que pueda solucionarlo todo.
Llega la noche al cuarto de un chico de ojos bicolores que tiene otra pelea con sus padres. Él no quería mudarse y ellos dicen que es por su bien, que con el dinero del nuevo trabajo podrán comprarle más cosas, podrán vivir mejor.
Él se encierra en su cuarto. No quiere vivir mejor, quiere su vida de antes, en su casa de antes, con sus amigos de antes. La ciudad nueva era mejor, pero en la anterior era feliz.
Llega la noche también para una chica con mechas rosas que mira su teléfono esperando que respondan sus amigas. Les escribió hace dos horas y seguía en visto.
Tal vez se ha caído la aplicación.
Piensa y la reinicia por quinta vez.
O tal vez es mi móvil.
Reinicia el móvil por tercera vez. Pero nada, sigue en visto, no la responden.
O tal vez es que les doy igual.
Llega la noche para una chica que lleva todo el día con él móvil. Recibió el mensaje de su amiga hace dos horas. Ya la responderé después, pensó. Y así lleva, mirando videos toda la tarde. Viendo videos de chicas guapísimas, con piel perfecta, delgadas, con vidas ensueño viajando todo el tiempo, con marcas de lujo que les regalan cosas; y tiene envidia, claro, de esas chicas y las de su clase. Por eso se dedica a intentar que el resto también se sientan así, o dejen de ser tan guapas.
También llega la noche para Olivia, la que, al igual que Raquel, también recibió el mensaje de Laura, pero lo ignora. Está intentando estudiar aunque ya sea muy tarde. Tienen un examen pronto y necesita aprobarlo, porque si no sus padres la iban a castigar. Le quitarán el móvil y no la dejarán salir. Aunque eso le da un poco igual, el móvil se lo acabarán devolviendo y saldrá de todas formas; lo peor es que la castigan de la forma que más odia, con la ley del hielo.
Así que intenta entender cómo operar con polinomios para el examen de matemáticas mientras escucha a sus padres discutir en la cocina como cada día.
Llega la noche para un profesor de matemáticas que corrige unas tareas que pidió que entregarán sus alumnos.
Y así se pasa la noche, corrigiendo.
Este un suspenso, este tiene un diez, este notable, está aprueba por los pelos, estos dos se han copiado ya que lo tienen todo igual, está lo ha hecho con inteligencia artificial…
Así hasta que termina y se da cuenta de que falta una de las tareas. Ya se lo echará en cara al día siguiente.