Capítulo # 1
En Francia.
En un departamento.
Bárbara riéndose a carcajadas.
—¿Novios? —se preguntó sin parar de reírse y mirando a su acompañante—. Qué buena broma.
Lucien miró con curiosidad a su amante de juegos, la verdad no le parecía nada gracioso, que Bárbara no lo tomara en cuenta para nada.
—Eso, fue lo que me preguntó mi madre —habló Lucien levantándose de la cama y dejando notar su desnudez—. Me pregunto, si por fin éramos novios… Ella sabe que siempre estamos juntos.
Ella se levantó de la cama divertida para recoger su ropa e irse a dormir en su habitación.
—Yo creo que, a Florence, le está pegando la edad.
—Yo creo, que a mi madre no le parece sano que una mujer y un hombre vivan juntos, tienen sexo casi todos los días y no sean nada —le recordó serio, observando que su compañera estaba por salir de su habitación—. Conejita, ni se te ocurra.
—Hace tres años que vivimos juntos —habló girándose para mirarlo a los ojos—. Somos felices así.
—Quiero algo estable Bárbara —le pidió cansado, hace unos meses le pidió matrimonio y se negó—. Sabes que te amo.
—Yo también te amo —dijo risueña—. No quiero comprometerme con nadie —le recordó sin dejar de mirarlo—. ¿Por qué insistes en esto?
—Porque quiero, que seas parte de mi vida para siempre —le confesó acercándose a ella y agarrando su mano—. Quiero que formemos una familia juntos.
Bárbara mirándolo con seriedad.
—Eres médico y los médicos, nunca tienen tiempo de nada.
—Siempre tengo un tiempo para ti —dijo acariciándole el mentón con su mano—. Por favor, una solo oportunidad.
—Buenas noches —soltó dándole un beso en los labios—. Mañana hay que madrugar.
Él la vio partir, era increíble que su Bárbara fuera tan obstinada.
—Vas a ser mi esposa, quieras o no —dijo él antes de irse a dar un baño.
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En la habitación de Bárbara.
—¡Qué testarudo! —exclamó Bárbara, llevándose la mano en su vientre—. Oye conejito, tu padre cada día se pone peor. A ver si das señales de vida —dijo divertida y dirigiéndose al baño—. Tienes dos meses con nosotros y el muy tonto no se ha dado de cuenta —murmuró acariciándose el vientre con cariño—. Ves, te dije; que papá es muy lento.
Bárbara se sumergió en el jacuzzi para relajarse un rato, hace menos de cuatro semanas se enteró por medio de una ecografía que estaba embarazada, la noticia la emociono mucho porque estaba esperando un bebé del hombre que amaba, al principio de su relación todo comenzó con un simple deseo carnal, pero a medida que pasaban más tiempo juntos, ambos tomaron la decisión de vivir juntos, pero en habitaciones separadas, ya que ambos alegaban respetar su privacidad.
Lucien Morel un médico reconocido mundialmente por sus logros académicos y su facilidad de desenvolverse en varios idiomas, su vida había sido estudiar y demostrar que con la medicina todo era posible, pero hace tres años y medio. Conoció a la mujer que le había robado la cordura en tan poco tiempo, la mujer que le robo en corazón en tiempo récord, su adorada fotógrafa Bárbara Dupont.
Al conocerla en el hospital, se sintió realmente atraído con ella, no lo pensó dos veces para acercarse a ella y cortejarla, creyendo que la castaña aceptaría pasar una noche con él, pero no. Bárbara le demostró que no era una mujer fácil de llevar a la cama y después de dos meses conociéndose, fue que se dio la gran noche para ambos, esa primera vez marcó tanto a los dos, que no pudieron evitar separarse tan fácilmente. Su relación era tan especial que siempre estaban demostrándose lo bien que se llevaban, a pesar de tener profesiones diferentes.
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Al día siguiente.
En un parque.
—¡Bárbara! —exclamó Ivette, al mirar como su amiga estaba entretenida tomando algunas fotos a los niños que estaban jugando en el parque—. Sigues con eso.
—¿De qué? —le preguntó confundida.
—Últimamente, miras a los niños—le comentó sonriendo y mirándola con asombro—. ¿Estás embarazada?
—Deja de decir tonterías —respondió con seriedad, no quería decirle a nadie que estaba esperando un bebé—. Tu esposito me pidió, algunas fotos de niños para hacer el comercial.
—Es cierto —habló su amiga con una sonrisa en los labios—. A veces se me olvida, que Raphael es un poco exigente.
—Un poco —murmuró Bárbara con seriedad—. Demasiado exigente.
—No te quejes, la próxima semana comenzarán las vacaciones —le recordó ofreciéndole un jugo de limón—. ¿Para dónde te irás con Lucien?
—Ni idea —contestó, tomándose un poco de jugo—. Siempre estamos viajando, tengo que preguntarle si este año se puede.
Su amiga le sonrió abiertamente, desde que Bárbara vivía con el médico Lucien Morel, siempre se la pasaba viajando o salía para lugares espectaculares, no podía negar que su amiga tenía un hombre muy consentidor.
Raphael acercándose a ellas y miró a Bárbara.
—Dupont —habló el sonriente.
—¿Qué me dirás? —le preguntó Bárbara mirándolo con seriedad, su jefe era como un enigma, a veces ni sabía entenderlo.
—Las vacaciones se adelantaron —le comunicó con seriedad—. Cancelaron el comercial.
Ivette perpleja.
—¿Por qué?
—Lo quieren para dentro de dos meses —les anunció—. Así, estaremos tres semanas descansando, porque ya firmé otro contrato —dijo alegre.
—Al menos —comentó Bárbara, entusiasmada de irse a descansar un poco, se sintió un poco cansada—. Voy por mis cosas y me iré a descansar.
—Creía que visitarías a tu madrastra —habló su amiga.
—Florence —soltó sin ganas de ir, hace dos años la madre de Lucien, conoció a su padre Thierry y se casaron—. Será otro día.
—Mañana te envió tu pago —le habló Raphael, mirando a su mujer—. Es hora de irnos.
—Sí, vamos —sonrió su mujer, le hizo seña a su amiga con la mano—. Nos veremos pronto.