Una rosa
Lo vi, ahí, como varias veces había sido; tantas, que tal vez ya había perdido la cuenta. Estaba ahí, sentado en la banqueta, con la cabeza baja. La rosa, aún envuelta en su papel celofán yacía tirada, frente a él. Estaba sucia de lodo y por lo que pude ver, alguna persona malintencionada la había pisado. Me acerqué a mi amigo, al cual había visto ya varias veces en esa situación. Me senté junto a él y le hablé.
¿Otra vez? - era una pregunta simple y la respuesta era por demás obvia, pero no se me ocurría qué más preguntar.
Sí. Otra vez – respondió, mientras lloraba.
Dirigí la mirada hacia la rosa tirada en el suelo. Aquella flor pisoteada, la cual bien podría estar adornando el florero de alguna chica, pero que no fue aceptada. Me sentí mal por mi amigo. Muchas veces lo había visto en ese estado. Me quedé un rato con él, viendo como lloraba y dirigiendo la mirada de vez en cuando hacia aquella rosa despreciada. Abandonada.
Luego de un rato se puso de pie y se retiró. Lo vi alejarse, dejando aquella rosa ahí tirada. Me preguntaba cómo, siendo un buen sujeto, había pasado varias veces por situaciones similares. Tal vez esta última chica que no había aceptado la rosa no estaba preparada para tratar con un buen tipo.
O bien, la asustaron sus cinco ojos y sus tres cuernos.