Pierre.
—Aceptaré trabajar para ti... Su majestad, lo juro. —Mis ojos se encuentran con los suyos.
—No te defraudaré... Juro, haré lo que me pidas, ¡si prometes que le darás medicina a mi hermana!
—Sí, sí... La medicina para tu hermana será enviada mañana, pero no porque me importen tus "problemas" insignificantes, lo hago porque ahora me perteneces, y no puedo permitir que mi servidor se distraiga con preocupaciones externas.
Se dirige hacia la puerta.
—Empieza mañana, al amanecer.
—Presenta tu... figura en los jardines del palacio, y corrige esa mirada de perrito achantado, no toleraré debilidad en alguien que se atreve a intentar robarme.
—Ah, y si alguna vez te atreves a traicionarme... créeme, lamentarás haber nacido. —Dicho esto, sale de la habitación.
Mantengo mis ojos bajos por la vergüenza pesando en mi ser al haber sido humillado de esa manera.
Observo en silencio su salida de la habitación, antes de desplomarme en el suelo, ocultando mi rostro en mis rodillas.
Esto no era lo que tenía planeado.
Harmonious.
Retrocedo unos pasos y asomo la cabeza por la puerta, observando a ese ladrón hecho una bola en el suelo.
—¿Qué es esto? ¿Ya te rindes? Qué patético. —Entro de nuevo a la habitación, y me inclino frente a él con la mirada llena de burla.
—Déjame adivinar... ¿Es este el gran ladrón que se atrevió a entrar al palacio real? ¿El mismo que pensó que podría burlarse de la realeza? —Me río, y me levanto.
—Al menos podrías mostrar algo de dignidad, pero no, aquí estás, lloriqueando en el suelo como un niño al que le han arrebatado su juguete.
—Qué decepción.
—Si esto es lo mejor que puedes hacer, tal vez debería reconsiderar mi oferta, quizá mi tiempo sería mejor empleado lanzándote a los calabozos y olvidándome de tu existencia, al menos ahí no tendrías que fingir ser útil.
Me detengo frente a él con los brazos cruzados.
—¿No lo crees? —Una sonrisa se dibuja en mis labios.