Una rosa y mil espinas.

Capítulo V.

Harmonious.

Mi mirada se fija en el ladrón, mientras mi voz recibe un tono de victimización.

Guardia: —¡Su Alteza! —El primero, más preocupado por mi bienestar que por cualquier otra cosa, se acerca rápidamente para ponerse entre nosotros. —¿Está usted bien?

—¡¿Qué si estoy bien?! —exclamé con un tono de sorpresa —¡Este miserable... este vulgar plebeyo, se atrevió a atacarme! —Pongo una mano sobre mi pecho, como si el mero hecho de que me haya mirado mal fuera un agravio mortal.

—Guardia: ¡¿Cómo se atreve?! ¡A este hombre hay que arrastrarlo fuera de aquí! ¡Cómo se atreve a levantarle la mano a Su Alteza!

—Guardia: ¡Llévenlo a los calabozos! No tiene derecho a estar aquí ni un segundo más.

Los guardias se acercan para sujetar al ladrón, mientras yo observo desde una distancia corta.

Pierre

El sentimiento de desesperación me consume mientras los guardias me arrastran fuera de la habitación.

Miro hacia atrás, lleno de frustración, intento resistirme, pero los guardias me tienen sujeto y me arrastran lejos de la princesa a toda velocidad.

Con la cabeza gacha, me siento roto, como si mi intento de rebelión hubiera resultado en mi propia derrota.

Levanto la cabeza con esfuerzo, mirando a los guardias que me sujetan, sus rostros son inexpresivos.

No saben lo que hacen.

En ese momento los guardias me arrojan al calabozo como si yo fuera una bolsa de basura.

Guardia: —Púdrete.

Mientras la puerta del calabozo se cierra detrás de mí, suspiro diciendo.

—Esto no ha terminado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.