—Por dios amigo vaya que tienes apetito —exclama Luis al verme devorar con tanta rapidez el lonche que se encuentra frente a mí
—Mi estómago es un agujero negro en estos momentos, ayer me acosté sin cenar —respondo sin levantar la mirada
— ¿Y eso por qué? —me pregunta Louisa
—Samuel se sentía cansado ayer, mi tía lo notó y lo mandó a descansar después de la comida, así que imagino que mi tía ya no te despertó —responde Karen mirando a ambos chicos y luego a mí
—Imaginas bien, literalmente me dejó sin cenar y hoy me levanté tarde, así que ni tiempo de desayunar me dio
—A ver, ósea que te dormiste después de la comida y aun así te quedaste dormido —me dice Louisa con la boca abierta
—Sí, así es —respondo de forma normal
—Pues vaya que tienes el sueño pesado amigo —opina Luis mientras sus ojos transmiten sorpresa
—Samuel es capaz de hibernar si se lo propone —dice Karen y todos sueltan carcajadas excepto yo que la miro con los ojos entrecerrados
—Muy chistosa —le respondo con sarcasmo
—No te enojes amigo, míralo por el lado bueno, hoy tienes mejor aspecto que ayer —dice Luis y por desgracia saca a flote el tema que tanto quería evitar
—Es verdad Samuel, hoy te ves mucho mejor. —opina Louisa. —Por cierto ¿qué fue lo que realmente te pasó ayer? —ay no por qué tenía que preguntar eso, son cuestionamientos para los cuales no tengo respuesta
—Solo me sentí un poco mal y confundí a Karla con otra persona, te sorprenderías al saber lo que es capaz de hacer mi cerebro cuando mis sistemas sufren algún daño —contesto de la forma más normal que puedo y suelto una pequeña risita para tratar de hacerlo más creíble
— ¿Y con quién la confundiste? —pregunta a su vez Luis, por dios estos chicos no se dan por vencidos
—Bueno verán chicos. —empiezo diciendo. —Había una chica en la secundaria que me llamaba la atención, pero nunca me atreví siquiera a tener contacto visual con ella y ayer al ver a Karla por una extraña razón me la recordó —termino diciendo con un levantamiento de hombros para mostrarles que en realidad no era nada, que dios me castigue por mentirles tanto a mis amigos
— ¿En serio? —pregunta Louisa de forma interesada y con una sonrisa picarona
—Sí, de verdad —contesto con una sonrisa y algo de timidez, espero que ya no me hagan más preguntas, mi teoría no es tan compleja para dar cabida a más preguntas
—Esto sí que es nuevo, jamás te habíamos escuchado hablar de una chica amigo —opina Luis también con una sonrisa—y dinos ¿cómo era?
—Me encantaría contarles amigos, pero el tiempo se agota y debemos terminar de desayunar—les contesto con una mirada de “se friegan amigos”
—Samuel tiene razón, ya después nos contará esa interesante anécdota —opina Karen quien se había mantenido en silencio escuchando mi gran historia, de seguro por dentro la mata la risa
—Está bien, pero estás loco si piensas que se nos va a olvidar, ya hice nota mental. —responde Louisa tocándose su cien con el dedo índice, yo solo le muestro una sonrisa. —Y dejando a un lado la historia amorosa, el increíble apetito y sueño de mi joven amigo, díganme ¿cómo van con su proyecto de filosofía?
—Yo ya lo he terminado, quiero deshacerme de todos los proyectos finales cuanto antes. —responde Luis. — ¿Y tú Karen qué tal vas?
—Muy bien, de hecho ya casi lo termino. —responde ella y puedo notar como sus mejillas empiezan a tomar un color rosado, algo que a los ojos de Louisa no pasa desapercibido y me mira con una sonrisa mientras les tuerce los ojos.
—Que gusto. —le responde él y sus ojos se encuentran con los de ella, manteniéndose ahí, firmes, sin siquiera recordar que estamos Louisa y yo presentes observando un poco incomodos la escena. La mesa queda sumida en un inmenso silencio; por dios tengo que hacer algo.
—Luis necesito un libro de la biblioteca para mi proyecto ¿me puedes ayudar a elegirlo? —mis palabras salen como flecha, una tras otra, rompiendo la burbuja que habían creado, encerrándonos de paso también a nosotros
—Eh…sí claro —contesta este y noto lo ruborizadas que se encuentran sus mejillas. Muestra una expresión apenada
—Ya volvemos chicas, si no volvemos antes de que termine el receso espérennos en el salón. —les digo a lo que ellas solo asienten con un movimiento de cabeza.
Nos levantamos de los asientos para salir de la cafetería y tomar rumbo a la biblioteca, la cual por suerte se encontraba en el mismo módulo. Caminamos por el pasillo que conduce hasta ella y en cuanto mis sentidos oculares detectan un salón vacío empujo a Luis hacia su interior. Entro y cierro la puerta. Creo que es una manía mía encerrar a las personas.
— ¿Qué sucede? —pregunta con los ojos abiertos como platos
—Es lo que yo te pregunto ¿qué esperas para declarártele a Karen si te gusta tanto?
— ¿Qué…qué? ¿cómo lo sabes? —pregunta de forma titubeante y noto como sus manos tiemblan estando unidas la una de la otra
—Por favor Luis hasta un ciego podría ver lo que sientes por Karen