Me sentía más tranquilo, pero también me sentía muy avergonzado, el tocar el timbre se convertía en una misión imposible, pero, así como fui bueno para armar un alboroto debo ser bueno para repararlo.
Mi dedo índice descansa sobre el botón que anuncia a los hogareños que alguien está en la puerta, después de unos segundos de lucha contra mi ser logro presionarlo y espero a que la puerta se abra y averiguar si tengo la fuerza necesaria para entrar.
La puerta se abre dejando ver a una Karen preocupada que de inmediato se me lanza encima en cuanto me ve. Me aprieta en un fuerte abrazo que casi me rompe los huesos.
— ¿Estás bien? —me pregunta preocupada al separarse de mí y al fin dejarme respirar
—Ahora lo estoy. —digo poniéndome una mano en el pecho. —Deberías recordar que soy humano, otro abrazo de esos y me asfixias por completo—mi cara se convierte en toda una burla
—Lo siento estaba preocupada —contesta de forma tranquila
— ¿En serio?, si no me lo dices no me doy cuenta —mi sarcasmo ha salido a flote
—Samuel de verdad lo siento no debí haber preguntado —se disculpa apenada
—Así es —quiero hacerme un poco el difícil
—Mira lo que provoqué —se ve muy tierna disculpándose
—Estoy de acuerdo —mi expresión al igual que mi voz son firmes
—Ya Samuel en serio, lo siento de verdad
—Mira estoy de acuerdo en que no debiste haber preguntado, y no por el hecho de lo que pudiéramos descubrir, si no por el hecho de que mis padres podrían sospechar y aún no estoy seguro de si se quedaron satisfechos con la versión que diste, pero a pesar de todo eso no debí actuar de esa forma, de manera que si estoy aquí es para ser yo quien pida disculpas a mi madre y a la tuya por arruinarle su día
—Mi tía se quedó muy preocupada después de que saliste, temía que te volvieras a desmayar estando solo —me dice transmitiéndome toda la tensión que debe estar flotando en el aire en estos momentos allá adentro
— ¿Solo mi madre? —enarco mis cejas
—Bueno la mayoría nos quedamos muy preocupados —hace un ademán con su cabeza
—Bien pues creo que ya soy lo suficientemente grande para cuidarme yo solo —por qué me trataban como si fuera un niño, ya no lo soy
—Eso no significa que no nos preocupemos por ti —me pela los ojos
—Será mejor que entremos —comienzo a caminar
—De acuerdo, ¿qué hiciste para recuperar tu estado de ánimo? —me pregunta mientras nos internamos en la casa
—Tuve una charla muy interesante y peculiar —contesto con una sonrisa
— ¿Ah sí?, ¿con quién? —me cuestiona intrigada
—Recuerdas al tipo de mi sueño —esto me divierte
—Sí —me responde un tanto desconcertada
—Pues estuvo charlando conmigo a través de mi mente. —su cara se torna confundida y asombrada. —Ya sé, está de locos y tal vez no me creas, pero fue bueno charlar con él. —.
Llegamos de nuevo hasta la sala, la escena se mantiene igual a cuando salí de aquí hace un rato, es como si al irme hubiera detenido el tiempo y ahora al regresar lo reactivara de nuevo. Mi madre se pone de pie en cuanto me ve entrar, su cara es de angustia y puedo deducir que estuvo llorando, dios mío no me gusta verla así. Como un perro al cual su dueño regañará me sentía, con la cola entre las patas y la cabeza gacha.
—Mamá lo siento, no sé qué me pasó hace un rato. —al fin logro gesticular palabra y con solo esa pequeña oración basta para que mi madre camine hacia a mí y me funda en un caluroso y afectuoso abrazo. Los demás solo observan la escena en silencio.
—Estaba muy preocupada —dice al momento en que me suelta y me mira a los ojos
—Estoy bien mamá, solo necesitaba un poco de aire fresco —alzo mis hombros para restar importancia al asunto
—No debí gritarte, pero compréndeme algo no está bien contigo y necesitamos averiguar qué es —me dice a los ojos, tomándome el mentón
—No hace falta ir a ningún médico. —contesto bajando mi cabeza. —Yo sé qué es lo que me pasa
—Dime —hay suplica en su voz, pero aún no es momento
—No puedo hacerlo, al menos no ahora —digo y los demás solo intercambian miradas de confusión
—Samuel por dios, ¿qué es lo que pasa? —su rostro transmite desesperación
—Lo sabrás mamá, cuando esté completamente seguro —le digo firme, pero sereno
— ¿Pero seguro de qué? —creo que acabo de tocar un botón que no debí haber tocado
—Tía, Samuel le dirá toda la verdad cuando logre aclarar su mente, solo necesita un poco más de tiempo y paciencia —Karen ha intervenido en la conversación, no sé si con su comentario me ayudó o me perjudicó
— ¿De qué hablas Karen?, ¿tú sabes lo que le pasa a mi hijo? —mi madre la mira de forma pasible y Karen intercambia una mirada conmigo, como buscando aprobación, me limito a sonreírle como gesto de respuesta