Una Segunda oportunidad

Capítulo 8- ¿Somos novios?

Ya ha amanecido, me medio levanto de mi cama frotándome los ojos con las manos para quitarme las lagañas y mientras tanto mi mirada se va acostumbrando a la luz tan brillante que atraviesa los cristales de mi ventana. Veo la hora en mi teléfono y ya pasan de las diez, por dios yo nunca duermo tanto, vaya que estaba cansado. 

El día anterior fue un día lleno de emociones fuertes, tanto para mí, como para mis padres, y tal vez las demás personas presentes sintieron un poco de pena ajena, no sé cómo voy a mirar a mis padres a la cara ahora. Salir por esa puerta significa enfrentarme a las caras tristes y decepcionadas y no sé si tenga el valor para afrontar eso. A pesar de que ayer estaba seguro de lo que decía hoy me sentía de la fregada, el sentimiento de culpa presionaba mi pecho, quería disculparme, pero desecho esa idea inmediatamente; después de lo que me pasó ayer me quedaba claro que definitivamente yo no sé poner en práctica esa palabra.   

Es la primera vez que me encuentro en una situación como esta con mis papás, y es lógico que no sepa qué hacer, siempre he sido un buen hijo sin tener ni un poco de presunción en mis palabras, nunca les he dado problemas que puedan considerarse graves, tal vez el hecho de ya tener tantos problemas sin haber movido ni un solo dedo me impedía crear unos por cuenta propia.  

Jamás digas cosas de las cuales pudieras arrepentirte después, si eres una persona que se altera fácilmente y por ende no eres capaz de controlar tus emociones, así como también las palabras que salen de tu boca, aléjate lo más posible de ahí, el enojo se apoderará de ti y sacará las peores cartas a juego, está claro que puedes disculparte después, pero tú no sabes lo que esas palabras pudieron causarle a esa persona. Estrella un vaso de cristal con todas tus fuerzas, está claro que se convertirá en un montón de escombros de cristal; ahora intenta dejarlo como antes, intacto y brillante, no puedes ¿cierto?; imagina que el vaso es el corazón de la víctima, la fuerza que aplicaste sobre este para estrellarlo representa las palabras que le dijiste y los restos del vaso puede significar el cómo dejaste su corazón después de lo que le dijiste, y aunque pidas y apliques el famoso perdón no sabes si lograste reparar el daño ya hecho y tal vez nunca lo hagas. Puede que sientas que todo está igual y que la persona actúa como si no hubiera pasado nada, pero solo esa persona sabrá lo que significaron esas palabras para él o ella, así que ten mucho cuidado con lo que tus labios pronuncian.  

Tocan la puerta súbitamente.

—Adelante. —Karen entra literalmente de puntillas y con un gesto físico de su dedo índice en su boca me indica que guarde silencio. — ¿Y tú qué te traes? 

—Shhhhh…—parece que está zumbando

—Claro ya sé, volviste a soñar que Luis Coronel te pedía matrimonio en la playa y tú aceptabas encantada de la vida, luego te alzaba en brazos y giraba sobre sus pies contigo, mientras los últimos y débiles rayos del sol golpeaban su rostro causándoles una pequeña sensación de calidez   

—Sí que tienes una imaginación increíble. —responde de forma pensativa. —Pero me gustaría soñar más con la luna de miel —una mirada pícara se forma en su rostro

— ¡Qué asco! —respondo con una expresión de aversión— ¿Y por qué tocas antes de entrar si tú siempre entras como mula por tu casa?

—No lo sé, tal vez creí que estarías haciendo algo —me responde un tanto nerviosa 

— ¿Cómo qué?, ¿masturbándome? —le pregunto divertido

—SAMUEL. —grita y rápido se coloca una mano en su boca, como si no debería haber gritado. —Eso es muy asqueroso —el volumen de su voz era tan débil que se acercaba más a mí para que yo pudiera escucharla 

—Será todo lo asqueroso que quieras, pero es algo natural ¿y por qué hablas susurrando? —yo sigo manteniendo la naturalidad en el tono de mi voz

—Cállate Samuel, el tema de tu costumbre asquerosa no me interesa y no me has dejado decirte a qué vine —levanta sus dos cejas y toma una expresión de enojo

— ¿Costumbre?, ¿qué te hace pensar que yo practico eso? —no sé, pero me estoy divirtiendo con esto

—Ya te dije que no me interesa si lo practicas o no, lo que haces con tus genitales es tu problema —responde incómoda  

—Pero bien que te gustaría conocer los genitales de Luis Coronel ¿verdad? —le muestro una sonrisa pícara 

—Por dios Samuel, ya deja de hablar de tantas porquerías —me apunta con su dedo

—Me parece que pensabas diferente hace un momento cuando dijiste que preferías soñar con la luna de miel —ahora soy yo quien levanta las cejas

—Era una broma, lo que pasa es que tú eres un pervertido de lo peor —me pela sus ojos

—Ya dime a qué viniste —suelto una pequeña risa

—Vaya hasta que el señor se digna a concederme la palabra. —me señala y hace una reverencia. —Nuestros papás están abajo —de repente mi expresión en la cara se había transformado por completo, cambio de una divertida a una de asombro 

— ¿Nuestros? —vuelvo a preguntar como si no hubiera escuchado bien lo que dijo

—Sí samuel, nuestros —recalca

— ¿Hace cuánto están ahí? —le cuestiono intrigado

—Tal vez estoy equivocada, pero todos llevan puesto lo mismo que llevaban ayer, así que…—se sienta en la esquina de mi cama y deja la oración sin terminar




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