Una Segunda oportunidad

Capítulo 9- Un día díficil

—Me iré al infierno. —estamos sentados en una banca a las afueras de un establecimiento de helados.

Ella degusta un helado de fresa mientras yo disfruto uno de chocolate. Después de tomar un baño, ambos salimos de su casa para venir aquí y hablar de forma tranquila.

—Allá nos vemos —responde Karen con la misma expresión de culpa en el rostro

—Se puede saber ¿de dónde sacaste esa historia tan alocada? —le cuestiono con las cejas enarcadas

—No me preguntes eso porque no puedo respondértelo. —me señala con su dedo. —Ni siquiera yo misma sé cómo logré crear todo eso y lo más sorprendente, ni siquiera sé cómo conseguí expresarlo

— ¿Te das cuenta de lo que acabamos de hacer? —pregunto alzando mis cejas pobladas 

—Por supuesto que me doy cuenta. —tuerce los ojos. —Pero era la única forma de

—De mantener a mis padres tranquilos, lo sé —la interrumpo y termino la oración

—Mis tíos se quedarán tranquilos y eso te deja tranquilo a ti también, ellos no te atacarán con preguntas a cada momento y tú podrás tomarte tu tiempo para averiguar lo que pasa y sin presiones —me dice ya más calmada 

—Pero Karen les acabamos de crear una ilusión, están emocionados por algo que jamás podrá ser, tú y yo somos como hermanos y así será siempre —también disminuyo el tono de mi voz 

—Estoy consciente de eso Samuel, pero si mal no recuerdo no fui yo quien abrió la boca antes de tiempo y dejó a todos intrigados 

— ¿Disculpa?, ¿acaso no eras tú quien quería que les dijera la verdad a mis padres? —digo en defensa

—Y es lo que quiero, pero comprendí que tienes razón y aún no es el momento, por eso interferí —explica serena   

— ¿Qué vamos a hacer? —me pongo una mano en mi cabeza y la deslizo por mi cabello

—Por lo pronto seguir con esto, hasta que tú estés listo para revelarles la verdad —suelta un suspiro al terminar de hablar

—No sé cuánto tiempo pueda tardar eso Karen—la miro a los ojos 

—Pues más vale que te des prisa o le pidas a ese tipo con quien platicas en tu mente que te muestre la verdad cuanto antes, o tú podrías terminar de pie en el altar vistiendo un smoking y yo entrando vestida de blanco a la iglesia tomada del brazo de mi padre mientras suena la melodía nupcial —parlotea

—No me hace gracia tu comentario, no me quiero casar tan joven y sin estar enamorado —tuerzo los ojos

—Pues usa eso como motivación para que confíes en ti mismo y descubras de una vez por todas lo que te ha estado pasando —me dice con voz firme 

—Eso es lo que he estado haciendo, pero supongo que no se trata de hacer, se trata de esperar —ahora yo resoplo

—Solo espero que no demore demasiado tiempo, no sé por cuánto tiempo podré sostener esta farsa —se pone una mano en su nuca y aprieta los dientes  

— ¿Te has puesto a pensar hasta qué grado tendríamos que fingir? —la miro fijamente

— ¿Te refieres a llegar a tener un contacto físico? —pregunta con los ojos como platos 

—Sí a eso me refiero. Será muy raro para ellos el que nunca mostremos acciones de afecto ante sus ojos, hoy nos ha salvado la campana, pero más adelante quizás no sea así. Karen jamás podría besarte 

— ¿Tan tirada a la calle estoy? —su humor acaba de colarse en nuestra conversación que “supuestamente” era seria

—No seas tonta, sabes que no me refiero a eso, ¿acaso tú podrías? —la miro esperando su respuesta

—Bueno en otros países es aceptable que los hermanos se besen —responde como si fuera algo de lo más normal

—Pero que disparate estás diciendo, además tú y yo no somos hermanos —niego con un ademán de mi cabeza

—Más a mi favor —sonríe altanera 

— ¿Está por ahí Karen?, quisiera hablar con ella —me acerco un poco a ella y le hablo a su estómago

—Ay, Samuel por favor deja el drama, ni siquiera sé por qué estamos teniendo esta conversación, tal y como ya lo dijiste, tú y yo no somos hermanos, así que no estamos cometiendo ningún pecado —me dice con voz y semblante despreocupado   

—Pero Karen eso aumentaría aún más nuestra mentira —añado angustiado

—Ya es una mentira Samuel, el grado de esta no importa, de cualquier forma, nos matarán, y será mejor que estemos lo más lejos posible cuando esta bomba explote

—Jamás en la vida les había mentido tanto a mis padres —respondo bajando la mirada

—Yo tampoco, pero como ya te lo dije; si te hundes, yo me hundo contigo —pone una mano sobre la mía 

—Realmente eres una hermana para mí —le sonrío

—Lo sé, de otra forma no te salvaría a cada momento —bromea un poco con una sonrisa haciéndome reír

—Sabes…a veces pienso que soy injusto, le reclamo a la vida por qué tengo que pasar por todo esto, pero no tomo en cuenta que otras personas están en peores situaciones que yo, y cuando lo hago me doy cuenta de que realmente soy afortunado, porque tengo a mis padres que me aman y me apoyan, tengo una segunda familia increíble y además unos grandes amigos, ¿qué más puedo pedirle a la vida? —sonrío al final




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