Una Segunda oportunidad

Capítulo 10- Declaración de amor

— ¿Qué te pasa hoy Luis?, has estado muy callado, ni siquiera me has peleado y eso ya me preocupa. —le cuestiona Louisa. Estamos sentados dentro del aula esperando a que la profesora decida llegar para comenzar la clase. Miro de reojo a Karen.  

—No me pasa nada. —contesta sin levantar la vista que desde hace ya varios minutos mantenía pegada al cuaderno que descansaba en su pupitre, y por alguna razón no pudiera retirarla. —Solo pensaba en que a veces la puñalada puede provenir de quien menos esperas. —esta vez levanta su mirada y la centra en mí, no podía enojarme por lo que estaba diciendo, pues tenía razón, yo le di mi palabra de que entre Karen y yo jamás habría nada y en estos momentos estaba fallando a mi palabra, necesitaba hablar con él, pero ¿cómo hacerlo sin que Karen se entere?, y la pregunta más importante ¿me creería?, supuestamente ya le había mentido una vez ¿qué me impedía hacerlo de nuevo?

— ¿Por qué dices eso? —Louisa centra toda su atención en él, y Karen hace todo lo contrario, baja su mirada  

—Por nada, solo te aconsejo que mantengas los ojos muy abiertos. —la mira y luego regresa su mirada a mí. —Los cierras un segundo —su mirada es penetrante—y todo tu panorama cambia, cuando vuelves a abrirlos

—Buenos días jóvenes. —en ese momento la profesora Fernanda entra con su típica sonrisa de satisfacción en el rostro y con ese optimismo tan grande capaz de transmitir a cualquiera. Al menos logró que Luis retirara su mirada de mí, el momento estaba tomando un aura de tensión y no sabía cómo enfrentarme a eso esta vez. —Por favor vayan sacando su tarea que pasaré a revisarla en unos minutos. —deja sus cosas sobre el escritorio y nosotros sacamos nuestros cuadernos para mostrarle nuestros trabajos, ella nos impartía la clase de filosofía, era un tanto estricta, pero muy inteligente en lo que concierne a esta materia.  

— ¿Lo notaste? —me susurra Karen desde su asiento, mismo que se encuentra detrás del mío. Inclino mi cabeza hacia atrás para responderle

—Por supuesto, y no lo culpo. —le respondo con el mismo susurro. Louisa me hace una seña desde su asiento, yo gesticulo un “no lo sé”, sin una pizca de sonido.   

“No lo sé”, sí como no, por supuesto que era de mi conocimiento el que le pasaba, pero el decirle que todo es una mentira en estos momentos me traería grandes problemas, como el hecho de que traicioné un poco la confianza de Karen, empiezo a creer que el haberle revelado esas cosas a Luis fue una mala idea, una terrible idea. Si tan solo no hubiera abierto mi bocota, en estos momentos seguiríamos igual que siempre, porque sin la plática que tuvo conmigo tal vez jamás se haya animado a acudir a la casa de Karen y no se haya topado con esta noticia tan desagradable; lo único que quería era unirlos y lo que logré fue separarlos más, ¿qué clase de amigo soy?

La clase ya llevaba varios minutos de haber comenzado, nos encontrábamos analizando las historias y frases más célebres de algunos filósofos, estaba haciendo preguntas y de repente llegó el turno de Luis. Este parecía no estar en esta clase, y parecía no estar poniendo nada de atención.  

—Oye amigo —le doy unos pequeños golpecitos en el antebrazo para atraer su atención

— ¿QUÉ QUIERES SAMUEL? —su voz resuena hasta en el rincón más lejano, me mira totalmente enojado, todos los demás están perplejos de la impresión al igual que yo, jamás había visto a Luis tan enojado

— ¿Te encuentras bien Luis? —la profesora lo miraba muy sorprendida, pero al mismo tiempo preocupada, este siempre se había mostrado atento y tranquilo, el que tenía frente a sus ojos en estos instantes era todo lo contrario a lo que ella conocía

—Sí profesora, estoy bien, lo siento —su voz se ha apaciguado

—Te pregunté si podías mencionarme algún filósofo griego y una frase que lo caracterice —le reitera la pregunta, pero lo continúa mirando de forma extraña

“Yo solo sé que no se nada”, Sócrates —contesta con voz apacible y sin levantar la mirada 

—Muy bien. —le dice ella, y al cabo de unos segundos retira su mirada de él y la regresa a los demás compañeros, no sin antes lanzarme su típica mirada de “espero que todo esté bien entre ustedes”. No lograba saber si esa mirada transmitía preocupación o si era un signo de advertencia. 

Pasados unos minutos este se levanta y camina hacia la puerta, me pongo de pie enseguida, esta es mi oportunidad para hablar con él, lo más probable es que después tendría que revelarle todo a Karen, pero era preferible eso a seguir permitiendo que se comportará así. Entra a los sanitarios y yo hago lo mismo.   

—Deja de seguirme. —me dice sin voltear a verme y entra a uno de los cubículos. Yo decido esperarlo recargado en la pared. —Creo que fui claro —vuelve a decirme después de que ha salido y se dispone a lavarse las manos  

—Luis tenemos que hablar —levanta su mirada y me mira a través del espejo que se encuentra en los lavamanos  

— ¿De qué? —se voltea a mirarme, de frente. —Oh ya sé. —exclama irónico. —Quieres contarme cómo le pediste a Karen el que fuera tu novia y luego quieres que yo te cuente y te describa qué cara puse cuando me enteré, pues ¿qué crees?, no me interesa, y te puedes ir mucho a la chingada Samuel 

—Me merezco ese insulto, pero lo que te dijo la mamá de Karen ayer, es una mentira —espero convencerlo




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.