Una Segunda oportunidad

Capítulo 12- Miedo a la verdad

A los diez minutos ya estaba entrando a mi casa, tenía que hacer todo lo que estuviera en mis manos porque mi madre no se percatara de mi llegada, una vez adentro ya vería cómo arreglármelas.

Llego a la pieza principal y de inmediato me dirijo a las escaleras para subir a mi recamara.

—Hola hijo —escucho que me llama mi madre por detrás. No puede ser, inmediatamente me cubro el golpe con mi mano 

—Hola mamá —digo entre dientes y con una sonrisa forzada

— ¿Por qué te cubres el rostro? —ladea su cabeza para observar más a fondo mi perfil izquierdo

—Es que me duele mucho la muela mamá. —respondo rápidamente y me alejo unos pasos de ella. —Subiré a mi recamara a descansar un poco

—Ningún recamara. —dice de forma seria. —Ven acá —me ordena

—Mamá de verdad necesito subir a mi recamara —camino hacia atrás y pongo mi mano en el barandal

—Samuel te ordeno que vengas acá ahora mismo —por dios ya no hay nada qué hacer, conozco esa expresión y es mejor hacerle caso

—Ay mamá. —me acerco aún con la mano en mi rostro, misma que ella retira en cuanto estoy a un paso de ella.  

—Ya me lo imaginaba. —dice de forma enojada. — ¿Qué fue lo que pasó?

—Mamá te prometo que no fue nada grave, solo fue un malentendido, mismo que ya solucionamos —rompo el contacto visual, verla a los ojos en estos momentos me da miedo  

—Tú no eres así, no entiendo el porqué de esto, jamás me habías llegado golpeado  

—Mamá de verdad no pasa nada. —le sonrío. —Yo no golpeé a nadie, solo fui golpeado 

— ¿Quién te golpeó? —excelente, ahora tenía otro problema, no soy más estúpido porque no soy más alto

—Mamá por favor, no pasa nada de acuerdo, ya me voy —trato de girarme en un pie, pero ella me detiene

—En este instante hablaremos, aparte de esto hay otros asuntos que quiero tratar contigo. Sube a tu recamara, te alcanzaré en unos minutos para curarte esa herida y hablaremos. —discretamente le tuerzo los ojos y subo por las escaleras arrastrando los pies. 

Entro y tiro mi mochila al piso, me quito mis jeans antes de que mi madre llegue y me pongo un short. Me recuesto anhelando quedarme dormido, pero mi madre no se detendría ante eso así que ni siquiera hago el intento. A los minutos tocan la puerta.

—Pasa mamá —digo sin ánimos   

—Siéntate —me ordena cuando entra y ve que estoy acostado y con la mirada perdida en el techo

—Mamá estoy bien —me siento en la orilla y ella se coloca al lado mío, sujeta un plato con un par de bistecs

—Cállate y no te muevas. —me coloca un pedazo en la mejilla y hace que incline un poco mi cabeza para mantenerlo estable.

—Auch. —me quejo cuando presiona. —Yo puedo solo mamá —retiro su mano y sujeto el pedazo de carne yo mismo

—No lo muevas de ahí. —sigue con la expresión seria. —Ahora vamos a hablar 

— ¿Mamá es extremadamente necesario que lo hagamos? —cuestiono con expresión de flojera

—Sí, es extremadamente necesario —me responde con el mismo tono de voz autoritario 

—Bien, ¿de qué quieres hablar? —le digo con semblante resignado

—Ya es hora de que tengamos esa plática —ahora está sonriendo, sus cambios de humor me preocupan

— ¿De qué plática hablas? —estoy desconcertado y asustado al mismo tiempo

—Hablo del sexo —responde de forma tranquila y yo me atraganto con mi propia saliva

—Mamá por supuesto que no hablaremos de eso —trato de girarme, pero ella me detiene sujetando mi brazo

—Sí hablaremos, porque de aquí no nos movemos hasta haberlo hecho —recalca con firmeza, en su voz y expresión

—Mamá me sentiré muy incómodo hablando contigo de esto —la miro directamente

—Bien pues ya somos dos, estaremos en la misma sintonía hijo —me sonríe

—Mamá créeme que conozco todo lo que debo saber referente a ese tema —digo tratando de zafarme del asunto

—Hijo por favor. —me mira. —Te prometí que estaría más cerca y más al pendiente, quiero tener esta conversación contigo, por favor —la miro por unos segundos

—Está bien mamá —esa mirada que pone me hace imposible decirle que no  

—Bien. —comienza diciendo. —Mira hijo. —resopla. —La época en la que vives ahora es muy distinta a la que a mí me tocó vivir, han cambiado muchas cosas, tanto para bien como para mal. —tuerce su mirada por una milésima de segundo. —Hay mucha más información sobre esto, pero también hay más locura y desequilibrio en la mente de los jóvenes de ahora, y están mucho más propensos a ser padres a temprana edad o lo que es mucho peor, adquirir una enfermedad sexual de esas tantas que hay hoy en día

—Mamá te aseguro que comprendo todo eso a la perfección, no voy a ser padre tan temprano te lo aseguro —digo con una sonrisa en los labios

—Un hijo siempre será una bendición Samuel —me mira con una sonrisa—pero debes saber cuándo es tiempo para traerlo a este mundo




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