Una Segunda oportunidad

Capítulo 14- Sentirme niño

Me detengo a mirar el mensaje en mi celular, era de mi red de comunicación, pero ese sería mi pase de salida.  

—Es un mensaje de mi padre. —les digo a los chicos después de que se habían detenido para observarme. —Él y mi madre están viniendo a buscarme, al parecer iremos a cenar. —continúo diciendo con una sonrisa de satisfacción en los labios. —Me verán pasando la calle

—Podemos llevarte —dice rápidamente Karen, aquí está mi protectora

—No Karen está bien. —me acerco diciéndole. —Solo tengo que cruzar la calle, ustedes vayan a probarse esos hermosos vestidos que compraron

—Pero ni siquiera los has visto —dice Louisa desconcertada, pero con una divertida sonrisa  

—Aun así, estoy seguro de que están hermosos. —le sonrío a ambas. —Los veré mañana ¿de acuerdo?

—De acuerdo —acepta Karen, dios mío al parecer lograré hacerlo. Aprieto su cuerpo contra el mío

—Te veré mañana Louisa, por favor ya no le des más guerra a mi querido amigo —añado con diversión

—No te prometo nada, además me dejas sola en el coche con dos tortolitos enamorados —replica con desagrado

— ¿Envidia o coraje? —le cuestiona Luis. Soltamos pequeñas risitas. —Te veo mañana amigo. —le doy un fuerte apretón de mano, después él toma a Karen de la cintura para dirigirse hacia el coche y como era de esperarse, Louisa tuerce los ojos ante el acto.

Karen voltea varias veces antes de darse por vencida, la conozco y sé que no se siente muy segura, pero necesito hacer esto…necesito estar solo. Escucho rugir el motor para posteriormente pisar el acelerador y dar vuelta para perderse en el lado oriente de la calle. Suelto el aire que había estado reteniendo en mis pulmones. Ahora debo alejarme de aquí, Karen podría arrepentirse y no quisiera estar aquí si eso llegara a suceder. 

Comienzo a caminar en la dirección opuesta a la de ellos, llego a la siguiente calle y me encuentro con el monumento Hemiciclo a Juárez. Cruzo la calle atiborrada de coches y cuando arribo en este dejo caer todo mi peso sobre su base de concreto en una esquina. En el otro extremo hay un grupo de chicos que conversan y ríen sin parar, en el centro de este, dos chicas se encontraban tomándose selfis, había notado su mirada curiosa un par de veces, pero no quería hablar con nadie. La noche ya estaba por caer, el sol estaba a punto de ocultarse en el horizonte, sus últimos rayos de aliento se estrellaban en mi rostro y unos minutos después…dijeron adiós.

La noche había tomado posesión del lugar, inmediatamente toda la calle se había iluminado de las luces brillantes y parpadeantes de los automóviles, el ruido de sus motores pasaban y eran captados por mis oídos, y de repente…todos los sonidos del exterior pasaron a segundo plano, la voz de mi yo interior comenzó a liderar mi mente y pensamientos al mismo tiempo; la voz de mi madre en mi cabeza se metió, un recuerdo de cuando era niño, un recuerdo lleno de felicidad, y sin explicación alguna las imágenes de los sueños que había tenido sobre Jacob cuando era niño también se plasmaron en mi mente, y comencé a sentir confusión.

Posteriormente Karen tomó lugar en esa pasarela mental y pasados unos segundos su imagen se borró para dar paso al rostro de la señora que habíamos visto días atrás en el parque. Siento una extraña sensación hacia ella que no logro explicar, sus ojos son tan hermosos que no los logro difuminar de mi mente, Karen no se equivocó ante el argumento que expresó, dio justo en el clavo, siento como si ya la conociera, la pregunta es…¿de dónde?.  

El rugido estruendoso y extremadamente fuerte en el cielo me regresa al presente, elevo mi vista y una gota de lluvia se estrella en mi frente, inmediatamente miles de gotas más se hacen presentes y la gente a mi alrededor comienza a correr para buscar refugio. Yo tan solo me quedo ahí, sentado y sin mirar a ningún lado en particular. La gente pasa corriendo por diversos lados y se me queda viendo, todo mi cuerpo ya estaba empapado, la lluvia parecía estar descargando toda su furia en mi cuerpo, al parecer mis ojos se solidarizaron con ella, pues también habían comenzado a llover; no se lograba distinguir cuáles gotas provenían de lo alto del cielo y cuáles más de las pupilas de mis ojos. No recordaba que llevaba las bolsas de la compra que había hecho hace un rato, todo lo que había adentro de estas estaban nadando en agua, solo espero que nada se encoja.   

—Aquí es cuando te necesito. —digo en voz alta implorando que la voz en mi cabeza se haga presente y no sé si el son de la lluvia extinguía el sonido de mi voz y no lograba escucharme o por más que gritara, él no se haría presente.  

El semblante de mi madre al despedirme esta tarde de ella se adentra en mi mente y logra despertarme. Saco mi celular de mi bolsillo trasero y enciendo la pantalla. Los grandes números en esta me mostraban que habían pasado ya dos horas desde que salí de la tienda y me despedí de los chicos, aquí es donde me doy cuenta de que el tiempo pasa más rápido de lo que crees y muchas veces no logras notarlo. Debajo de la hora se encontraban las notificaciones de muchas llamadas y mensajes, provenientes de mi madre y Karen. Abro dichos mensajes y me encuentro con las frases “¿dónde estás?”, “por favor llámame”, ambos son de Karen y sin verla sé que esta extremadamente preocupada y ni hablar de mi madre. Regreso el celular a su lugar y me pongo de pie para dirigirme a casa, mis padres no me perdonarán esto, pero a estas alturas, ya nada me importaba, si ya estaba previsto que moriría, ¿qué demonios esperaba la vida? Había escuchado decir muchas veces que algunas personas presienten su muerte, jamás había creído totalmente en ello, hasta ahora.  




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