Una Segunda oportunidad

Capítulo 16-Toma de fotografías

—Me veo…galán. —me digo frente al espejo cuando me he terminado de vestir.

Hoy era el gran día de la toma de fotografías, en este día no nos impartirían clases, así que entraríamos a las diez de la mañana, y aún faltaba casi una hora. Hoy me levante más tarde, desayunaría y pasaríamos por Karen a su casa, tal y como fue el acuerdo mi madre me llevará al colegio y hará lo mismo al salir. 

Karen me había ayudado ayer a secar mi ropa, creo que debía asegurarse de que no habría ningún impedimento para no asistir.  

Algo me decía que en el comedor se formaría una gran tensión, eso me ponía los pelos de punta.

<<Deja de verte como estúpido>> dice la voz de mi cabeza. Mi celular suena en ello.  

— ¿Ya estás listo? —leo en la pantalla el mensaje de Karen

—No voy a faltar si es lo que te preocupa. —le respondo torciendo un poco los ojos con diversión.  

Voy vestido con un pantalón azul marino de vestir y un saco del mismo color, una camisa de vestir color azul claro, un cinturón de color marrón y unos mocasines del mismo color, para ser sincero me gustaba como me veía, jamás me había vestido tan formal excepto cuando hice la primera comunión, la confirmación y cuando salí de la primaria para bailar el vals. Además de esas veces, jamás lo había vuelto a hacer. Ya no era aquel niño delgado y debilucho al que le quedaba muy aguado el traje de graduación de la primaria, ya había crecido. Me miro una última vez en el espejo antes de decidirme a bajar para desayunar.

Llego al comedor y me encuentro a mis padres sentados ahí. Levantan la mirada en cuanto me escuchan llegar, llevo las manos en los bolsillos delanteros y los miro nervioso.

—Buenos días hijo —me saluda mi madre muy sonriente

—Buenos días mamá —le respondo medio sonriente. Aún seguía muy nervioso

—Ven a desayunar hijo, te estábamos esperando —me acerco y tomo asiento al lado de mi madre

— ¿Cómo estás hijo? —me pregunta mi padre, él se encontraba sentado a la cabeza del comedor

—Muy bien papá. —trato de sonreír para hacerlo más creíble, pero fracaso en el intento, apenas y pude hacer una mueca. — ¿Y tú?

—Bien —responde tranquilo

— ¿No deberías haberte ido a trabajar? —esta vez parezco más relajado

—Quería ver a mi hijo vestido de gala —me responde sonriente  

—Solo es algo casual papá, no es tan formal —alzo un hombro y hago una mueca

—Como sea hijo, este momento es único, disfrútalo, será uno de los mejores recuerdos de tu vida —se gira hacia mi madre, acaricia su mano y le sonríe

—Te llevaremos al colegio y luego él irá a trabajar, sirve de que veo a Karen. —añade mi madre. —Estoy segura de que se verá hermosa —termina de decir emocionada 

—De eso no hay duda —agrego muy sonriente

—Bien démonos prisa. —dice mi madre. —Pásame tu plato hijo. —yo se lo acerco. —Te hice los chilaquiles rojos que tanto te gustan. —me dice mientras sirve mi plato. —Solo ten cuidado de no mancharte. —me pasa el plato. —Te ves muy guapo hijo —me sonríe nostálgicamente

—Gracias mamá. —al fin logro sonreír.  

El resto del desayuno transcurrió tranquilo y agradezco eso, la verdad la idea de que mis padres me comenzarán a hacer preguntas era muy aterradora. Ellos se miraban de reojo en ratos, pero ninguno decía nada, me dolía el ver lo que pasaba, sin embargo, por ahora es mejor así, de cualquier manera y pasara lo que pasara ellos sabrían todo en unos días, les di mi palabra y ya no iba a romperla, verlos sufrir de esa forma me partía el alma. Luego de terminar de ingerir el alimento más importante del día me paré casi en automático y subí a lavarme los dientes. Bajé de nuevo y ellos me aguardaban en la puerta. Mi padre ya había sacado el coche.

—Vamos hijo. —me dice mi madre posando una mano en mi espalda y con ella empujándome despacio hacia la salida.

Salgo y ella cierra la puerta. Mi padre acababa de encender el coche y aguardaba a que subiéramos a este.

Me introduzco en la parte de atrás mientras mi madre toma asiento al lado de mi padre en el asiento del copiloto, una vez adentro mi padre arranca. Los dos se sonríen tiernamente y se toman de la mano, una que otra vez me miran por el espejo retrovisor, yo me mantengo intacto en mi asiento. Me pregunto si algún día podré tener con alguien lo que mis padres tienen, su amor se ve a kilómetros de distancia, y estando tan de cerca te ahoga en su mar de amor, y te dan unas ganas inmensas de tener a alguien a tu lado. Pero giras tu rostro y tristemente el asiento situado a tu lado está vacío.   

En cuestión de minutos ya estábamos afuera de la casa de Karen. Bajo muy nervioso después de mis padres. Karen se verá más hermosa de lo que ya es, no me queda la menor duda, lo que no logro entender es por qué eso me tenía tan nervioso.

Mi madre toca el timbre e inmediatamente mi tía aparece del otro lado con un aura de emoción grandísima. Mis padres estaban al frente y yo detrás de ellos, así que mi tía no me alcanzaba a ver.

— ¡Irma! —exclama mi tía con ese semblante de emoción. Mi madre se acerca y la abraza, luego mi padre acorta la distancia entre ellos y hace lo mismo. — ¿Y dónde está…? —corta la pregunta en cuanto mi padre entra y me deja ver. — ¡Oh por dios! —exclama ella tapándose la boca. —Pero que guapo hijo —me abre sus brazos




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