— ¿Disculpa? —pronuncia mi antigua…madre.
Va vestida con un conjunto de falda y saco blanco, acompañado de una blusa beich y unos tacones del mismo color. Su cabello ahora lo lleva recogido en un molote y su papada ya es más notoria. Han pasado casi diecisiete años, recuerdo todo.
—Mi madre. —pronuncio rápidamente mientras me limpio las lágrimas que habían resbalado por mis mejillas. —Olvidé algo que me había encargado. —suelto una risa irónica para hacerlo más creíble. —Qué memoria la mía —alardeo jovial
—Pero ¿por qué lloras? —me pregunta Louisa aún con aspecto confuso y preocupado.
La mirada de Karen era penetrante, no necesitaba decirle lo que pasaba, estoy seguro de que es de su conocimiento.
—Últimamente he andado muy bipolar. —vuelvo a reír. —No me hagan caso, estoy bien
— ¿Seguro hijo? — “hijo”, que bien se sentía volver a escuchar esa palabra de sus labios
—Sí. —le contesto sonriente. —Muy seguro
—Bueno abuela ellos son mis amigos de los que te hablé. Él es Samuel —me presenta Luis
—Mucho gusto señora. —me acerco un poco y le ofrezco mi mano. —Samuel Reyes
—Es un placer hijo. —ella toma mi mano.
A pesar de que mi cuerpo es otro, mi alma sabe que es ella, la reconoce y eso causa que se me erice toda la piel al sentir su tacto, y a mi parecer, no solo yo lo experimento. Me mira extraño, abre y cierra sus ojos un par de veces y sacude su cabeza antes de soltarme.
—Abuela, ¿estás bien? —se acerca Luis mientras la sujeta de los hombros cariñosamente
—Sí, sí, es solo que…—me mira directamente—por un momento creí…
— ¿Qué abuela? —de inmediato le cuestiona Luis, queriendo saber
—Nada, nada. —pronuncia más relajada. —Es una tontería, mejor dime, ¿quiénes son estas hermosas señoritas? —se gira y mira a las chicas
—Bueno. —pronuncia Luis algo dudoso. —Ella es Louisa —añade en forma de presentación
—Mucho gusto señora —se acerca y de igual forma le ofrece su mano
—Y ella es Karen —mi mente está ida. Esta está siendo bombardeada de cientos recuerdos, impidiendo que pueda pensar en otra cosa.
— ¡Oh! —pronuncia mi madre en tono cómplice. Es extraño volver a llamarla así, pero muy reconfortante. —Así que esta hermosa señorita es tu novia he, mi nieto me ha hablado mucho de ti —ella sonríe plácidamente
—Me siento alagada —dice ella sonriente y le extiende su mano
—Es un gusto conocerlos, mi nieto jamás había traído amigos aquí
— ¡Abuela! —le reprime él con voz baja
—Es la verdad hijo. —lo mira de forma dulce. —Pasen por favor. —vuelve a dirigirse a nosotros. —Y siéntanse como en su casa. —nos incita a pasar al interior, literalmente me siento en casa.
Recuerdo cada detalle de esta casa, los escalones en la puerta de entrada, las paredes blancas; aún seguían teniendo esa tonalidad. A mano izquierda deberían estar las escaleras con barandal de madera, y sí, ahí están. Si no hicieron ningún cambio referente a ello, en el fondo del segundo piso del lado derecho debería estar mi cuarto.
Todos la seguimos hasta la sala. Arribamos en ella y encima de varios muebles alrededor de ella, descansaban un puño de portarretratos, algunos los recuerdo perfectamente, y otros más son nuevos para mí.
—Bueno no sé si vayan a trabajar aquí o en la biblioteca, lo dejo a su elección, cualquier cosa que necesiten avísame hijo. —me acerco hasta una pequeña mesita y tomo un retrato de…mí. Me estaba graduando de la secundaria.
—Mi difunto hijo Jacob. —me giro y la miro. Karen abre los ojos como platos. —Cada día que pasa sigo sin poder creer el que me lo hayan arrebatado, y aún más el que no hayan atrapado al culpable. —se acerca y sutilmente me invita a entregarle el retrato.
— ¿Le mataron a un hijo? —le pregunta Louisa, muy interesada
—Sí. —responde algo nostálgica. —Hace diecisiete años
— ¿Es él? —vuelve a preguntar señalando otro portarretrato y acercándose para tomarlo
—Así es, la chica que esta con él es Anna, su novia en ese momento —le explica mi madre
—Sí lo sé. —responde Louisa sin dejar de ver la fotografía.
En esa foto estaba abrazando por detrás a Anna y reíamos, recuerdo el día en que fue tomada, fue en un día de campo con mi familia.
—Ella es mi tía —eso me deja sin habla
— ¿Sí? —expresa mi madre muy asombrada
—Sí. Está casada con mi tío Mauricio. —la mira a los ojos.
Luis al igual que Karen estaban tan sorprendidos como yo y mi madre. Si Mauricio es el Mauricio que conozco me sentiría algo mal o…tal vez no.
—Así se llamaba uno de los mejores amigos de mi hijo, ¿será posible que se trate de la misma persona? —le pregunta mi madre a los ojos
—No lo sé —responde ella levantando los hombros, pero con la misma expresión de sorpresa