Una Segunda oportunidad

Capítulo 20- Nexum de cordibus vestris

Amaba cuando jugamos a esto, correr el uno detrás del otro. Amaba mucho más cuando era yo quien trataba de alcanzarla. Amaba ver como el viento soplaba sobre su cabello y amaba escuchar su risa mientras se concentraba en no ser atrapada.

Estábamos en el jardín de mi casa. Yo estaba intentando atraparla. Aceleré la velocidad de mis pasos un poco y ya estaba sobre ella. La tomé por detrás y ella se arqueó ahogada en carcajadas. Pataleaba para zafarse, pero hiciera lo que hiciera, no iba a soltarla.   

— ¿A dónde cree que va mi lady? —le doy la vuelta para que quede de frente a mí

—A un lugar lejos de sus tentáculos —me responde entre risas

—Algo me dice que sus palabras no concuerdan con sus deseos

— ¿Por qué está tan seguro de ello? —me levanta sus cejas

—Porque la conozco como la palma de mi mano. Sé que no quiere estar lejos de mí. —retiro un mechón de cabello de su rostro. Me sonríe muy tiernamente por unos segundos. Abro mis labios en respuesta.  

—A usted no puedo engañarlo. —pone su mano en mi pecho y baja la mirada por una milésima de segundo. —Estoy perdidamente enamorada de usted. Mi vida se acaba si algún día me deja sola en este mundo lleno de trampas

—Yo. —pongo mis manos en sus mejillas. —Yo siempre voy a estar a su lado, soy y seré siempre su fiel escudero, compañero, mejor amigo y amante. —los dos reímos. Me mira directamente a los ojos.

—Te amo —pronuncia luego

—Y yo a ti. —le respondo muy sonriente.

Bajo una mano hasta su cintura y mantengo la otra en una de sus mejillas para luego acercar mis labios a los suyos y…besarla. Parece como si el viento tratara de volver este momento inolvidable, pues sopló en una montaña de hojas a nuestro lado e hizo que las mismas nos envolvieran en un remolino.

 

Abro los ojos de golpe, no asustado, más bien confundido, pero al mismo tiempo muy feliz.

—Carajo. ¿Qué es lo que me está pasando? —digo con agobio

Me siento en medio de mi cama. Veo que aún no amanece, observo la hora en mi teléfono y compruebo que la hora del ascenso del sol todavía no llega. Faltaba aproximadamente una hora para ello, sin embargo, dudo que pueda volver a conciliar el sueño, entonces se me ocurre algo.  

— ¿Estás aquí? —pregunto en voz baja implorando que él se haga presente 

—Sí. —responde enseguida en mi mente. —Aquí estoy. —dice luego y aparece de repente envuelto en esa masa negra que al instante desaparece. Suelto una pequeña risa irónica

—Agradezco el que esta vez no hayas usado esa risa aterradora —le digo ameno

—No sería prudente ni recomendable despertar a los durmientes de esa manera —veo que sonríe un poco, la poca luz en la habitación apenas y me permitía percibirlo

— ¿Puedes encender la luz?

—A sus órdenes mi señor —responde sarcástico haciendo una reverencia

—Por favor —digo después e inmediatamente la luz se enciende

— ¿Cuál es el problema Samuel? —lo miro incrédulo

— ¿Por qué preguntar lo que de sobra sabes? —hace una mueca sonriente y se sienta en el borde. — ¿Qué fue eso?

— ¿Me lo preguntas a mí? —levanta las cejas. —Soy yo quien debería preguntarte ¿qué fue eso Samuel? —se inclina hacia adelante y yo tuerzo la mirada. —No es tanto el sueño lo que te preocupa, sino el efecto que este tuvo en ti

—Estoy confundido. —suelto un resoplido. —No sé qué ha estado pasándome en los últimos días. Algo está cambiando y no sé si sea para bien

— ¿A qué le temes Samuel? —me pregunta con serenidad

—Dímelo tú. —lo miro directamente. —Parece que sabes todo

—No serviría de nada el que yo te lo dijera, no causa ningún efecto, debes descubrirlo por ti mismo y aún más importante aceptarlo. —bajo la mirada. — ¿Qué es lo que sientes?

—Me da miedo decirlo en voz alta —me cubro el rostro

—En algún momento deberás hacerlo —hace un ademán con su brazo

—Creo… —bajo la mirada un par de veces—creo que estoy enamorado de Karen —lo miro nervioso

—Ahí tienes tu respuesta —sonríe

—No, es imposible —digo después

—Jamás perderás la costumbre de avanzar un paso y retroceder dos ¿verdad?

—No es eso, es que simplemente es imposible, la conozco de toda la vida, ¿por qué enamorarme hasta este punto?

— ¿O por qué darte cuenta hasta este punto?

— ¿Qué quieres decir? —pregunto pensativo

—Qué tal vez siempre lo has estado, pero hasta ahora has reconocido el sentimiento

— ¿Puedes estar seguro de ello?

—Obvio no Samuel. No soy como tú. No puedo amar de la misma forma a una persona. Solo tú sabes lo que sientes y solo tú puedes darle un nombre. —vuelvo a soltar un resoplido. —Si mal no recuerdo tú te enamoraste en tu anterior vida, así que ya deberías reconocer la sensación




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