Una Segunda oportunidad

Capítulo 23- Un beso inesperado

—Tengo curiosidad por saber por qué nuestras mamás toman las reuniones de preparatoria como una boda —dice Louisa mientras analiza a las personas transeúntes a su alrededor 

—Espero que tan sólo sea una duda curiosa y no una crítica porque te recuerdo que cuatro de ellas incluida la tuya, son nuestras mamás —le contesta Luis un tanto serio

—Ya te habías tardado en arruinar la paz y serenidad de mi día. —le dice disgustada. —Contigo no puedo abrir la boca

—Lamento el tratar de defender la reputación de mi madre, y ¡oh sorpresa! —exclama irónico. —La de la tuya también, de ti misma

—Expresar lo que pienso es imposible en tu presencia —Karen y yo nos miramos de reojo

—Chicos estábamos platicando bien. —los reprimo manteniendo la diversión que intentaba ahogar en mi abismo de emociones, esto requería seriedad. — ¿Qué tal si olvidan lo que acaba de pasar en el último minuto? —les pido mientras abrazo a Karen por detrás

— ¿Por qué debo hacerlo? —escupe con enfado. —Él fue quien comenzó a atacarme —lo mira con ojos de pistola 

—No sé si “atacar” sea la palabra que llene este espacio —defiende rígido  

— ¿Y cuál sería según tú? —se acerca hasta quedar casi pegado a él, se mantiene firme

— ¿Todo bien por aquí? —la maestra Rosy llega hasta nosotros e impide que Luis le conteste, y se debe resaltar que este estaba a punto de hacerlo. —Percibo demasiada tensión aquí. —los mira alternadamente. —Solo que no logro encontrar la fuente

—No pasa nada maestra. —responde Luis. —Solo un pequeño desconcierto entre la señorita y yo

—Nada de desconcierto. —escupe a la defensiva. —Tú me comenzaste a agredir —la maestra de inmediato lo mira y le levanta una ceja

—Estás exagerando las cosas —responde este, indignado

— ¿Ustedes qué opinan? —ella nos mira

—Que es mejor no prestarle importancia —responde Karen

—Sí, ellos siempre se comportan así. —añado despreocupado, luego me arrepiento de hacerlo, la mirada mortífera de Louisa me golpea al instante.  

—Entonces ¿debería preocuparme o no? —en realidad no sé por qué lo pregunta, estoy más que seguro de que conoce la respuesta

—No se preocupe maestra. —gracias a dios es Luis quien contesta, no creía poder atreverme de nuevo cuando Louisa no déjame de mirarme. —Todo está bien

—Ahí vienen nuestras mamás —dice Karen espontanea. Gracias a dios

—Bueno espero que de verdad no haya nada de qué preocuparse. —los mira medio seria. —Me retiro. Tengo una reunión que dirigir —se comienza a alejar

—Ahora vengo. —digo y suelto a Karen.

No es ninguna sorpresa el que me mire de una manera muy extraña. Le regalo una mueca alegre y me encamino a alcanzarla. Nuestras madres estaban a punto de llegar hasta nosotros.  

—Dime Samuel —dice cuando estaba a un paso de alcanzarla y se da la vuelta

—Quería saber

—No Samuel. —me interrumpe. Seguro que ya leyó mi mente y sabe lo que iba a preguntar. —No puedo revelarte el destino amoroso de todas las personas a tu alrededor. —me mira fijamente. —Eso podría alterar su destino, y es muy peligroso jugar con eso. —asiento levemente. —Tan solo puedo decirte que del odio al amor… —sonríe de lado. Una enorme sonrisa se forma en mis labios. —Ahora será mejor que regreses. —mira a mis espaldas. —Tu madre comienza a hacerse ideas absurdas, pero peligrosas

—Lo siento. No quería ponerla en esta situación —no había pensado en que se podían formar ideas de esa índole

—No te preocupes. —me sonríe de forma tierna. —Ahora ve. No comentes nada de lo que sospechas y hablamos —me levanta sus cejas, como haciéndome saber que seré un chico muerto si llego a abrir la boca

—No lo haré —digo firme

—Bien. —asiente. —Y Samuel. —me llama en cuanto me disponía a dar la vuelta. —Ten mucho cuidado. El suelo por donde caminas, está lleno de baches, y el aire que respiras —me mira fijamente—es una mezcla de bondad y maldad. Separa una de otra

—Así lo haré. —sus palabras me dieron escalofríos.

Asiento por última vez y regreso con los chicos, y vaya que mi madre me mira muy seria.

—Llegan a tiempo —trato de evitar la conversación que siento venir

— ¿Qué tanto hablas con esa maestra? —directo al grano madre

—Tenía una duda —respondo despreocupado elevando levemente los hombros

— ¿Qué clase de duda—vuelve a preguntar con más firmeza

—Nada relevante —digo manteniendo mi expresión y tono de voz

—Te estaba sonriendo demasiado

—Mamá por favor. —digo al instante algo disgustado. —Esa es su personalidad, es muy gentil, y ya no quiero seguir con esta conversación. —le pelo los ojos. —El aula está por allá. —hago un ademán con mi cabeza para señalar la dirección a la que debían dirigirse, y de preferencia de inmediato  

—Vamos Irma. —le dice mi tía.




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