Una semana en Escocia, una vida en tu corazón

CAPÍTULO 12

CAPÍTULO 12: Día 5 - Parte 2

~Magnus~

—Skye, ¿hay algo que quieras contarme? –pregunté por lo bajo, discretamente guiando a mi hermana del brazo, hacia un rincón poco concurrido de la recepción.

—No que yo sepa, hermanito. ¿A qué te refieres? –respondió, fingiendo inocencia.

—¿Le hablaste a todas estas personas de Sophie?

—¿Qué? No seas ridículo, jamás podría hablar con cada uno de ellos.

—Dijo que todos parecen conocer su nombre, y es verdad. Dime qué hiciste.

—Bueno, quizás pude haberle contado a nuestras primas –admitió finalmente.

—¡Skye! ¡Eso es lo mismo que contarle a todo el mundo! –dije exasperado–. Sabes que tengo que hablar con Hannah primero.

—Pues quizás esto te dé el empujón que necesitas para hacerlo. No puedes huir de los conflictos por siempre, Magnus.

En eso tenía razón.

—¡Silencio! Ahí viene Sophie –dijo de repente, antes de que pudiera contestar.

—Lo siento, me perdí buscando el baño –comentó, mientras tocaba la falda de su vestido.

Realmente se veía como de la realeza.

—No te culpo, el lugar es un laberinto. Ahora vamos, servirán la cena. Magnus tú ayuda a papá a bajar.

* * *

—No sabía que era el cumpleaños de tu padre –dijo Sophie por lo bajo, luego del discurso de bienvenida de Skye antes de la cena.

—A mi hermana le gustan las sorpresas. Y de seguro creyó que te negarías a asistir si sabías que era un evento familiar de este tipo.

Sophie miró a ambos lados de la larga mesa.

—¿Pero toda esta gente es tu familia?

—La mayoría. Pero algunos son amigos de papá.

—Pues tienes una familia bastante grande.

—¿Tu familia no es así de grande? –pregunté intrigado.

—Para nada. Contando a mis padres y a mi hermana, tíos y primos, seremos unos quince.

—Bueno, me ofrezco como voluntario si quisieras, no lo sé, ¿agregar tres o cuatro miembros más a la familia? –dije, intentando mi sonrisa más cautivadora.

Sofi pareció no entender al comienzo. Luego me miró horrorizada.

—¿Hablas de… hijos? –preguntó, pronunciando la última palabra como si hablara de dar a luz a marcianos.

No pude contener la risa.

—Sí, Sophie. Hijos –respondí por lo bajo, porque algunos comensales habían volteado a mirarme–. No es una idea tan loca.

—¡Imagínate! Mi carrera estaría terminada.

—Claro que no. Todo el mundo tiene una carrera y además hijos.

—Pero no todos deben viajar de diez a doce veces al año por su trabajo. Y no es como si pudieras empacar a la criatura y llevarla contigo, ni mucho menos a cuatro. Tienen que ir a la escuela y todo eso –dijo, mientras tomaba su copa de vino, disponiéndose a beber.

—¡Qué ternura! ¡Ya están planeando los hijos! –exclamó de repente la tía Rosmerta, claramente oyendo nuestra conversación–. Cuéntame, Magnus, ¿cómo hizo esta jovencita para domarte tan rápido?

—La verdad, tía, fue su manera de montar –respondí con una sonrisa inocente.

A mi lado, Sophie se ahogó con el vino y comenzó a toser.

* * *

Por mi comentario, Skye terminó pateándome por debajo de la mesa y Sophie, lanzándome una mirada asesina –cuando finalmente dejó de toser, claro–. ¿La lección? No hacer más comentarios con doble sentido sobre Sophie, y definitivamente no volver a sentarme junto a Skye. Pero fuera de eso, la fiesta terminó sin mayores sobresaltos.

Mi padre parecía haber pasado un buen momento, a pesar de su salud deteriorada, e incluso había hablado con Sophie un buen rato. Por lo general, no mostraba mucho interés en la gente, y en especial en gente que no conocía, pero a ella incluso le había preguntado cosas específicas sobre su trabajo y su vida en Estados Unidos. Y después de oír su conversación, me avergonzó admitir que había muchas cosas que ni siquiera yo sabía de Sophie.

Como que vivía en un departamento rentado en Houston, Texas, y que no tenía mascotas debido a lo mucho que viajaba. Pero escuchándola hablar, me di cuenta de lo mucho que en verdad me interesaba esta mujer. Y no podía creer que en sólo dos días la perdería.

Cuando todos los invitados se fueron y papá se retiró a su habitación –luego de agradecernos por la fiesta–, las personas del servicio, Skye, Sophie y yo, fuimos los únicos que quedamos en la recepción.

Sophie debió haber estado a punto de despedirse, cuando Skye comenzó a hablar.

—Te quedarás a dormir aquí esta noche, ¿verdad? Hice que te prepararan el cuarto junto al de Magnus, pero entenderé si no lo usas –tuvo el descaro de decirle, guiñando un ojo.

Y después yo era el descarado.

—Pero ya sabes, si te cansas de mi hermano, el cuarto a la derecha del suyo tiene sábanas limpias y ropa de dormir que creí que sería de tu talla.




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