CAPÍTULO 17: Día 2 sin él - Parte 2
~Sophie~
—Janet, ¿cómo has estado? –pregunté acercándome a su escritorio, esperando que mi sonrisa no pareciera ensayada.
—Bienvenida de regreso, Sophie –dijo de manera educada pero fría, como era típico de ella.
Por eso todos evitaban hablarle si podían. Por eso y porque como secretaria y mano derecha del jefe, le contaba absolutamente todo lo que sucedía en la oficina.
—Gracias, es bueno estar de vuelta. Traje shortbreads para todos, son una delicia típica de Escocia. ¿Ya los probaste?
—No, pero estoy en una dieta de cero carbohidratos, así que paso –dijo, arrugando la nariz.
Era imposible tratar de agradarle.
—¿En qué puedo ayudarte, Sophie? –preguntó inmediatamente después, claramente ansiosa por volver a lo suyo.
Así que iría directo al punto.
—Bueno, te molesto porque sucede que olvidé algo importante en la oficina del señor MacLeod y necesito pedirle que me lo envíe. Quería saber si de casualidad tienes su número –dije, esperando que mi actuación fuera convincente.
Janet pareció considerarlo un instante.
—No lo tengo, pero su secretaria debe ser quien se encargue de ese tipo de cosas. Tengo su número si lo quieres.
Dudaba que su secretaria me comunicara directo con él, pero podría dejarle mi nuevo número y Magnus me llamaría.
—O podría pedirle el número del señor MacLeod al jefe de tu parte, si prefieres –dijo Janet cuando tardé en responder, con una sonrisa que parecía malintencionada.
De seguro sabía todo al respecto de mi gasto en lencería, y tanto el jefe como ella, habían llegado a la misma conclusión.
—No es necesario. Tienes razón, será mejor comunicarme con su secretaria.
—Eso creí, agenda el número.
Estaba segura de que gozaba viéndome en esta situación.
* * *
—¿Hola? –preguntó Lara al otro lado del teléfono, sonando cautelosa.
—Lara, soy yo, Sophie –me apresuré a decir antes de que me colgara.
—¡¿Sophie?! ¡¿Qué pasó?! ¡Creí que llegabas ayer, te estuve llamando todo el día! ¿Qué número es este?
Imaginé que estaría preocupada. Pero me había sido imposible llamarla antes.
—¡Lo siento mucho, Lara! Dejé mi celular en el taxi. Compré otro y acaba de llegar. Este es mi nuevo número.
—¡Qué preocupación, Sophie! ¿Quieres matar a tu familia de un infarto o qué?
—¡Claro que no! Pero llegué demasiado tarde anoche y no había tiendas de celulares abiertas. Y hoy debía ir a trabajar, ya sabes cómo es.
Del otro lado, Lara resopló como frustrada.
—De acuerdo. Sigo creyendo que los explotan en ese trabajo pero no discutiré eso ahora. ¿Al menos llegaste bien?
—Sí, sí… excepto porque perdí el número de Magnus junto con el resto de mis contactos. Me suplicó que le avisara cuando llegara, pero aún no ha oído de mí.
—Dios mío, Sophie, tienes a todo el mundo muerto de la preocupación. ¿No pediste su número en el trabajo?
—Lo intenté, pero sólo conseguí el de su secretaria. Así que la llamaré para pedirle que me comunique con él o le pase mi número.
—¡Haz eso! ¡Y no aceptes un no por respuesta! –dijo Lara con énfasis–. Yo le avisaré a nuestros padres que llegaste.
—Muchas gracias, Lara. Te mantendré al tanto.
Nos despedimos, y Lara me deseó la mejor de las suertes. La necesitaría.
Sólo había visto a su secretaria una vez y no estaba segura de que recordara mi nombre. Ojalá el mencionar la revista fuera suficiente para que le entregara a Magnus mi mensaje.
* * *
—Buenos días, habla la secretaria del señor Magnus MacLeod. Soy Penny, ¿en qué puedo ayudarle?
—Buenos días, habla Sophie Miller, soy…
—La fotógrafa que estuvo aquí hasta hace unos días. ¿Cómo has estado, Sophie? ¿Cómo estuvo tu vuelo? –preguntó Penny muy amablemente.
Al parecer la suerte sí estaba de mi lado.
—Todo ha estado muy bien, muchas gracias, Penny. Pero, ¿sabes?, creo que olvidé algo en la oficina del señor MacLeod. De casualidad… ¿podrías comunicarme con él? –pregunté, cruzando los dedos.
—Me encantaría, Sophie. Me dijo ayer que esperaba tu llamada.
Oír eso me dió esperanzas.
—Pero hoy lamentablemente no se encuentra disponible –dijo, en tono de disculpa–. Pasará el día en la residencia de los Clark.
—¿Los Clark? –pregunté intrigada.
—Son sus futuros suegros. La señorita Hannah es su prometida.
¡¿Su qué?! Por poco grito al teléfono. ¡¿Magnus estaba comprometido con alguien?!
Las palabras que dijo el día en que nos conocimos, nuevamente volvieron a mi mente.