Una semana en Escocia, una vida en tu corazón

CAPÍTULO 29

CAPÍTULO 29: Día 3 juntos - Parte 4

~Sophie~

Reconocí a la llamativa rubia de ojos grises, parada en mi puerta, de inmediato. La había stalkeado en Instagram muchas veces, pero en persona era incluso más bella.

¿Por qué la genética era tan generosa con algunas personas?

—Hola. Sophie Miller, ¿verdad? –preguntó con una fría sonrisa, cuando no atiné a decir nada–. Por tu expresión, creo que sabes quien soy.

Cerré la puerta detrás mío antes de contestar. Si iban a abofetearme, sería mejor que mi hija no lo viera.

—Hannah –dije sin más–. Sí, sé quien eres.

Eso pareció darle aún más seguridad.

No sabía con exactitud si era su porte, o que midiendo casi lo mismo que Magnus, ni siquiera bajaba la cabeza para mirarme, pero notaba en ella un aire de superioridad y condescendencia bastante avasallantes.

—Asumo que mi esposo está aquí, ¿no es así? –dijo, más que preguntar.

—Así es. Estuvo cuidando a su hija esta tarde mientras yo trabajaba. Puedo llamarlo si quieres.

—No te molestes. En realidad vine a hablar contigo. Espero que no hayan estado… ocupados. Aunque eso sería irresponsable habiendo una niña pequeña en casa, ¿no?

¿Se refería a si lo habíamos estado haciendo? ¿O entendí mal?

—No sé qué insinúas, Hannah. Pero no he hecho nada con tu esposo –mentí, sí lo había besado tres veces–, pero mi hija es mi asunto.

—Precisamente –dijo, inclinando la cabeza y entrecerrando los ojos como si estuviera decidiendo algo–. Por eso creo que te interesará hablar conmigo. Estoy segura de que hay cosas que Magnus no te ha contado.

—Si es sobre su matrimonio, eso no tiene nada que ver conmigo.

—Te equivocas. Créeme, si vas a permitir que se involucre en la vida de tu hija, querrás saber lo que tengo para contarte.

Podría quedarme aquí y seguir negándolo el resto de la noche, pero en realidad sí quería saberlo.

Hannah pareció leerlo en mi rostro y entonces sacó algo de su bolso.

—Aquí está mi tarjeta. Llámame cuando quieras toda la historia –dijo, y luego se marchó, caminando con los altísimos tacones rojos que calzaba, como si el pasillo fuera una pasarela.

Tal vez ese era su andar natural, después de todo, era modelo. Pero sólo reforzaba la impresión que ella me había dado al inicio de nuestra conversación.

Cuando entré a la casa, Lara no tardó en preguntarme quién había sido y Magnus parecía sospechar que algo no andaba bien.

Así que escondí la tarjeta en mi bolsillo y mentí. Cualquiera que conociera a Steve se creería la historia de que había venido porque quería ser invitado a cenar. Así de entrometido era siempre, así que no sería nada extraño.

Pero no podía decirle a nadie lo de Hannah. Lara insistiría en que fuese a hablar con ella para “ponerla en su lugar”, y Magnus se sentiría traicionado, si iba para enterarme de algo que él dijo no estar listo para contarme.

Así que definitivamente no quería contarles. Esta decisión debía ser mía.

—Sophie, ¿segura que estás bien? –preguntó, mientras me ayudaba en la cocina, luego de la cena.

Mel se había dormido hace bastante y Lara acababa de irse.

—Sí, ya te lo dije. Sólo estoy cansada, ha sido un día largo –respondí, sin poder verlo a la cara.

Por fortuna, el estar ocupada lavando los platos servía como excusa.

—Lo entiendo. ¿Quieres que te diga ahora lo que iba a decirte y luego me vaya así descansas? –preguntó, sonando algo inseguro.

—Sí, adelante.

Magnus pareció tomarse un instante para ordenar la información que de seguro iba a darme.

—De acuerdo… Skye, bueno, en primer lugar, Skye llegará aquí pasado mañana. ¿Recuerdas que te mencioné que quería conocer a Mel?

—Sí. Me alegra que venga. ¿Se quedará en tu hotel o debería darle mi cuarto? Yo puedo dormir con Mel un tiempo.

—No, no te preocupes. Se quedará en mi hotel. Pero no recuerdo que a mí me ofrecieras quedarme en tu cuarto –dijo, con una sonrisa de lado.

—Eso es porque tú eres un hombre casado, Magnus –respondí, con total seriedad–. Antes invitaría a Steve, que al menos es soltero.

La sonrisa desapareció de su rostro.

—No hablas en serio. ¿Todavía hay algo entre ustedes dos? ¿Qué te dijo en realidad cuando vino? –preguntó, ahora luciendo preocupado.

—Te ahogas en un vaso de agua. Era un ejemplo. ¿Qué ibas a decirme en segundo lugar?

—¿Qué?

—Dijiste, en primer lugar, Skye llegará pasado mañana. ¿Qué hay en segundo lugar?

Magnus se puso visiblemente tenso y dejó de secar los platos para contestar.

—Bueno, en segundo lugar, Skye cree que Hannah podría haber venido a Estados Unidos –dijo, luego de un momento–. Al parecer estuvo investigando los últimos pagos que realicé con mi tarjeta de crédito y su ama de llaves dice que compró un boleto de avión, aunque no sabe a dónde. Si está aquí, aún no me ha contactado a mí, pero quizás vino a verte a tí. No lo sé. Sólo quería avisarte.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.