CAPÍTULO 31: Día 8 juntos
~Sophie~
—Mami, tienes que ayudar a papi –dijo Mel por lo bajo, parándose junto a mí en la cocina.
Skye y Magnus cosían nuevos trajes de baño para los Kens, siguiendo los diseños de Mel, porque tendrían una “fiesta en la playa” con las Barbies –idea de Lara–.
—¿Con qué tengo que ayudar a tu padre? –dije, riéndome por dentro al verlo chuparse un dedo que probablemente se había pinchado con la aguja.
—Tienes que ayudarlo con su divorcio, mami –dijo mi hija, tomándome por sorpresa.
—Mel, tú y yo no podemos involucrarnos en eso. En especial tú. Son cosas de adultos y es tu padre quien tiene que solucionar el asunto de su divorcio –respondí, bajando la voz también.
—Pero mami, papi me contó que cuando se conocieron, tú estabas sóla en medio de una tormenta, varada en la carretera por culpa de unas ovejas, y dijo que él te salvó.
—Espera un momento. Salvar es una palabra muy fuerte. Sólo era un poco de lluvia y unas ovejas tercas –dije, no pudiendo evitar una sonrisa–. Me ayudó, sí.
—Bueno, ¿y por qué no puedes ayudarlo tú esta vez? –preguntó con toda seriedad.
Podía ver que para Mel este tema era importante. Así que debía pensar cuidadosamente mi respuesta.
—Mel, esto es diferente a eso. Un matrimonio, así como un divorcio, es asunto de la pareja. No puede alguien de afuera simplemente… entrometerse.
—Pero mami, si tú estuvieras casada con un hombre malo, ¿no querrías la ayuda de papi? –preguntó mi hija, y eso me dejó pensando.
Definitivamente había situaciones en las que personas víctimas de maltrato en una pareja, necesitaban la ayuda de alguien “de afuera” para terminar esa relación. Es más, probablemente en la mayoría de los casos la necesitaban, de una forma u otra.
Magnus me había contado más sobre lo que pasó entre él y Hannah luego de que perdiera al bebé, y por lo que podía deducir, Hannah había utilizado su sentimiento de culpa para manipularlo desde entonces.
Había logrado que se casara con ella, que comprara más de una propiedad y la pusiera a su nombre, que pagara sus numerosos y largos viajes al extranjero, e incluso que tuviera relaciones sexuales con ella, cada vez que ella quisiera.
En mi opinión, Hannah había hecho un trabajo minucioso y lento en someter a Magnus a su voluntad, destruyendo su autoestima y reforzando su sentido de deber hacia ella por lo que había ocurrido.
Todo eso calificaba como abuso psicológico y entonces quizás Mel tenía razón. Tal vez Magnus sí necesitaba ayuda para terminar de una vez por todas su matrimonio con esa mujer. El problema era que no sabía qué podía hacer por él.
Así que esa noche, luego de que Mel se durmiera y Skye regresara a su hotel, decidí preguntarle al respecto.
—Estoy bien, Sophie. De verdad, puedo solucionarlo –dijo, forzando una sonrisa.
Ahora que lo veía, había estado haciendo eso desde que Hannah se llevó a Mel aquel día. Así que definitivamente no estaba bien.
—Pero dime cuál es el problema. Archer dijo que era seguro que te engañaba, ¿o no? ¿Por qué el investigador no encuentra nada? –pregunté, acomodándome mejor en el sofá, dispuesta a escuchar.
—Hannah está siendo cuidadosa ahora. Si tiene un amante, no se ha citado con él desde que le pedí el divorcio.
—¿Pero el investigador no puede probar que hubo infidelidad por citas previas? Quiero decir, tiene que haber alguna pista, mensajes, llamadas, lugares que haya frecuentado.
—Pues revisar sus mensajes y llamadas al parecer sería violación de su privacidad y es ilegal. A menos que se diera en una situación cotidiana, como que olvidara su teléfono en la mesa y yo lo viera por casualidad. Pero el investigador de ninguna manera puede legalmente acceder a esos datos.
—Ya veo… –dije, comenzando a imaginar situaciones en las que Magnus tendría la oportunidad perfecta para hacer eso, y la imagen de Hannah durmiendo luego de una apasionada noche de sexo con él, se me vino a la mente.
Sería una oportunidad ideal, sí, ¡pero de ninguna manera dejaría que pasara! Si Hannah volvía a tocarlo le arrancaría las uñas acrílicas.
Magnus continuó hablando sin saber de la horrible escena que ahora tenía grabada en mi mente.
—Sí ha estado viajando mucho a un mismo lugar desde hace algunos años y creemos que es en dónde vive su amante, pero el investigador no pudo confirmarlo. No halló reservaciones a su nombre en ningún hotel en las fechas en las que fue, así que debe haberse quedado con él. Pero sin pruebas, podría decir que se quedó con una amiga –dijo, sonando resignado.
—¿Y ese lugar está en Escocia? –pregunté intrigada.
—No. Se trata de un pueblo pequeño en Francia. Colliure, si la memoria no me falla.
Francia… recuerdo haber pensado en Hannah y en Francia en algún momento hace tiempo. ¿Pero por qué?
Magnus debió ver la concentración y preocupación en mi rostro y entonces trató de aligerar el humor.
—No pensemos en esto ahora, ¿sí? Envié a Skye a su hotel para poder hacerlo contigo esta noche y si pienso en Hannah el vaquero no saldrá al rodeo.