Una serie de cuentos y desventuras

Dos espejos

Dos espejos, dos caras, y una infinidad de posibilidades. Vemos a los espejos solo en busca de nuestro reflejo, en busca de nuestras imperfecciones, sin darnos cuenta de lo que nos espera allí, en las sombras de los reflejos, una escena que se repite una y otra y otra vez por la eternidad como Ouroboros, algo que no se acaba allí, sin embargo, fue demasiado tarde cuando me di cuenta que había sido devorado por la serpiente. 

Todo comenzó una tarde común y corriente cuando acompañaba a mi familia poco a poco voy olvidando si era la tarde o la mañana, solo recuerdo que entre a ese baño del centro comercial, un instinto natural me exigía acudir a aquel lugar; el baño estaba solo como de costumbre, nada raro, nada fuera de lo común o eso es lo que creía, sin embargo, no fue así, recuerdo estar lavándome las manos cuando las luces se apagaron pero el lugar aún estaba ligeramente iluminado por la tenue luz que se filtraba por la puerta y allí lo vi por lo que pareció un segundo, casi tan rápido como un destello, una serie de sombras que se asomaban tímidamente desde las entradas a los cubículos, mi pulso se detuvo un instante y la luz volvió mostrandome que todo había sido un efecto de la luz, salí de aquel lugar y mientras iba de camino por el pasillo solo podía oír un quejido tenue casi cansado.

-Ya está aquí-

Sin embargo, no había nadie que pudiera hablar, entonces sentí el toque de mi madre sobre mi hombro.

-Cielo ¿Estas bien?-

-Sí, sólo me pareció escuchar algo-

-De seguro fue tu imaginación, vamos que tu padre nos espera junto a tu hermana-

-Muy bien-

Tome las bolsas de las compras y salimo en dirección de nuestro hogar, deje las compras donde siempre y subí a mi habitación, me encontraba bastante agotado por los parciales de la universidad; esa era la razón que me estaba dando para ver lo que había visto por lo tanto mi atención se centró en algo con mayor relevancia para mi. 

La noche llegó suavidad por lo tanto fui a alistarme para ir a dormir no sin antes entrar al baño a darme un último vistazo, sin embargo, en aquél momento ví algo que me hizo sobresaltar momentáneamente, fue como haber visto que alguien salía del baño a la vez que yo entraba, observé detalladamente el objeto que frente a mí solo mostraba mi persona, no le quise dar más importancia en ese momento y salí del baño, sin embargo, al salir me pareció ver una sombra entrar. 

La mañana llegó y mi casa estaba totalmente silenciada, de seguro mis padres estaban trabajando y mi hermana en la escuela, baje a la sala hice el desayuno, todo normal hasta que me di cuenta de que unos ojos curiosos me observaban, era mi gato negro que estaba en la mesa del recibidor, me le quede viendo ya que estaba al lado de un espejo, pero su reflejo no sé vía reflejado en el cristal, luego con un suave movimiento comenzó a caminar y paso por él como si fuese una ventana, instintivamente me sobresalté al ver esto, sin embargo, la curiosidad me gano y me acerque ver más de cerca, extendí mi mano pero está fue detenida por el contacto con el frío cristal, al demonio el gato, tomé el espejo entre mi manos y lo estampe contra el piso, luego mi mirada se vio perturbada cuandon ví qué alquel espacio donde había alguna vez estado aquel objeto solo había un recuadro negro, negro como la noche y profundo como el oceado, inclusive podia casi oir un sonido gutural acompañado de voces y lamentos.

Me encontraba en mi habitación encerrado, no quería salir, llevaba varios minutos escuchando cómo caminaban frente a mi puerta y la tocaban suavemente y a veces así parecía que la fuesen a arrancar de las bisagras.

-Por favor no más-

Estuve suplicando un buen rato hasta que todo se detuvo, me arme de valor y abrí la puerta, todo estaba en orden totalmente diferente a lo que creí, era mi momento, no pensaba pasar ningún segundo más encerrado aquí, me aliste y salí de mi hogar, luego a mi vecina, la señora Thompson.

-¡Señora Thompson!-

Corrí hacia ella pero me detuve en seco ya que al voltear a verme el lugar donde estaban sus ojos solo había dos cuencas negras y de una de ellas se comenzó a deslizar una serpiente. Llevaba buen rato corriendo, nadie parecía verme, todos tenían los mismo hoyos en sus ojos, en algunos salían brea, en otros insectos repugnantes, no sabía a dónde ir, sobre embargo, por azar del destino, llegue a una iglesia, entre esperando un poco de ayuda divina, sin embargo, mi alma escapó de mi cuerpo cuándo vi que en lugar de subir un cura subió un ente que me era casi imposible de comprender, su cuerpo estaba compuesto de líquido oscuro vibrante, sus ojos y boca despedían una luz blanquecina y con una sonrisa siniestra, aquel ser se me quedó viendo antes de producir un grito sepulcral que hizo temblar hasta mis huesos por ello volví a correr otra vez; llevaba caminando horas, ya no quería ver a la gente a los ojos luego algo volvió a llamar mi atención, ví el auto de mis padres parqueado en el centro comercial por ello salí corriendo, el lugar estaba lleno de susurros pero yo solo estaba concentrado en ver a mi familia, hasta que por fin la ví, sin embargo, algo más los estaba acompañando, algo parecido al cura y este también parecía ser capaz de observarme, salí huyendo, necesitaba para el encontrar un lugar sin nadie por ello entré al baño y me encerré en el primer cubículo que encontré, las voces ahora las podía oír en mi cabeza.

-¡Basta, basta, basta-

Quería incrustar mis manos para poder ahogar esas voces, necesitaba extinguir esa hasta el último atisbo de vida, luego las luces del lugar comenzaron a titilar hasta que el lugar quedó por fin a oscuras, luego oí cómo el grifo del agua se abría, abrí la puerta del cubículo mientras me asomaba y veía como aquella cosa que estaba con mi familia estaba allí viendo en mi dirección por medio del espejo y yo solo decía.



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Editado: 17.05.2021

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