Levantarme y no encontrarme con nadie es lo más normal que me puede pasar.
Me había despertado con un dolor terrible en los ojos y por alguna extraña razón también con dolor de pecho. Salí de mi cuarto en dirección al baño, abrí la puerta y me adentré prendiendo la luz, me vi al espejo notando que el moretón se había vuelto más notorio. Apoyé ambas manos en el lavamanos, quedé rígida viendo el grifo, haberme caído gracias a la caja esa fue lo más estúpido que me ha pasado esta semana.
Necesitaba ir a una farmacia a comprar alguna crema que me ayude. Suspiré, desanimada, abrí el grifo y me lavé la cara.
Salí del baño mientras me rascaba la cabeza mirando a mí alrededor, ahí fue cuando pude localizar mi bolso tirado en el piso justamente en frente del mueble donde estaban los zapatos.
Caminé hasta llegar allí y me puse de cuclillas enfrente del bolso. Al tocarlo, me di cuenta de que aún estaba empapado de agua, estuve unos segundos estática hasta que recordé lo más importante. A la velocidad de un rayo lo abrí y busqué mi teléfono. Cuando lo tuve en mis manos no podía creerlo, no prendía ¡No hacía nada! Parpadeo un par de veces sin poder creer que mi teléfono se había dañado.
Por idiota.
Me pasa por idiota.
Tensé mi mandíbula tratando de aguantar mis ganas de llorar, gritar, de hacer una idiotez.
Me levanté del suelo sintiendo una presión en mi cuerpo, sentía la necesidad de golpear algo, o a alguien. Cogí el teléfono con fuerza, ya no podía hacer nada.
¿En serio creía que tirarlo al piso iba a solucionar algo? En efecto.
Oh mierda, ¿Y qué le diré a Ally?
¡Ay, me va a matar!
Empecé a sudar y sentir un nudo en el estómago, ganas de vomitar se sumaron a la desesperación de pensar cómo va a reaccionar ella cuando se entere. Mi ser ya no soportaba tantas sensaciones al mismo tiempo, así que me apoyé en la pared y me dejé caer al suelo.
De repente y sin previo aviso la puerta se abrió, dejando ver a Otaku-sama, tenía unas cuantas bolsas en sus brazos, lo extraño fue verlo sin mi hermana. Ambos hundimos nuestro entrecejo al vernos. Terminó de entrar, parecía como si le diera miedo o algo porque pasó por enfrente de mí, viéndome fijamente ¿Acaso creía que lo iba a morder o qué?
Entró a la cocina y se perdió de mi vista. Ruedo los ojos, ¿Qué necesidad había de que actuara así?
Humillada, decidí irme a mi habitación.
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Un par de toques en mi puerta me sacaron de mis pensamientos. Me levanté de la cama y al abrirla me encontré con Otaku-sama de pie con los mismos jeans negros, suéter gris y botas marrones.
—Hola, hmm, ¿ya comiste? — pregunta en voz baja.
— ¿Ally te dijo que preguntaras?
Hizo un ademán, después asintió apenado
—No he comido, me acababa de levantar...— respondí ofreciéndole una sonrisa de boca cerrada.
—Bueno, ¿Vas a comer? —soltó.
—Sí, solo déjame cambiarme para ayudarte... —Estuve a punto de darme la vuelta cuando él me detuvo jalándome la camisa de mi uniforme.
—Tranquila, yo lo hago. Pero— pausó—, quisiera por favor que recogieras tu bolso del pasillo.
—Ah—Ojeo detrás de su cuerpo, viendo el bolso. —.Claro, está bien.
—Bien.
—Por cierto, ¿llevaste la caja misteriosa a la universidad? No la vi. —agregué.
Apretó sus labios y asintió. Yo lo imité, quedamos en silencio unos segundos hasta que de repente se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la cocina. Quedé plantada en mi lugar, solté un suspiro y entré de nuevo.
Miré a un punto fijo de la cama, exactamente en donde estaba el teléfono ¿Cómo haré para decirle qué se volvió mierda? ¿Cómo le diré a Ally que se jodió el teléfono?
Minutos después...Daba zancadas de un lado a otro en mi habitación, vestía un short negro, camisa holgada y unas medias largas de color negro, mi cabello estaba recogido en una coleta alta. Tenía una mano tapando mi boca y la otra por debajo del brazo.
>> ¿Qué le diré? Oye Ally, mi teléfono se dañó, cómprame otro. << Ese pensamiento rondaba mi mente desde hace minutos.
Claro como ella siembra dinero será fácil, estúpida.
Me tapé la cara con la misma mano que había tenido en la boca y solté aire de forma exhaustiva, riéndome.
La situación comenzaba a darme gracia de alguna manera.
De nuevo, toques en la puerta hicieron que pegara un pequeño brinco. Me acerco abriéndola y volviendo a encontrarme con Otaku-kun.
—La comida ya está lista...—susurró dándose la vuelta y yéndose con su plato a su cuarto.
Antes de cerrar la puerta, me vio por encima de su hombro y dijo:
—Buen provecho. —Y se encerró en su mundo.
A veces me incomoda cuando habla, suele ser muy formal. Pero, me parece un tanto extraño que haya durado tanto con Ally, sinceramente, ella suele ser muy dominante y antipática. Con su anterior pareja, solía controlar todo lo que hacía y hasta con quién podía andar, claro está que no aguantó y decidió acabar la relación. Eso pasó antes de que este nuevo hombre volviera de Japón.
Cerré la puerta detrás de mí y me dirigí a la cocina. En la isla, estaba servido un plato lleno de Sopa Maruchan. Solté una pequeña risita, me dio ternura ver que había puesto palillos, una cucharilla y hasta un tenedor al lado del mismo.
Cogí el plato y de forma inmediata me llevé una cucharada a la boca, sostuve el plato con una mano mientras que con la otra seguía metiendo comida a mi boca, así hice a la vez que salía de la cocina yendo en dirección a mi habitación, cuando de pronto la puerta se abre y el silencio se rompe con las risas de Ally.
Giro sobre mi cuerpo y la veo, tenía una adorable sonrisa, vestía un suéter cuello tortuga azul oscuro, pantalones negros, botas del mismo color y un sobretodo color beige. Seguidamente entró otro hombre, este tipo estaba vestido exactamente igual, pero sin el sobretodo, además de que tenía cabello rubio, piel cremosa, ojos azules y lentes transparentes.