Una Sola Mirada

Capítulo 3

La única gran mierda de mi primer día, fue meterme en donde no me llaman. Eso ya me quedo claro. Cada vez que veo que James se aprovecha de un chico, me hago el que no veo. Pero al parecer él solo me está provocando. Ya que lo de nosotros quedó pendiente.

Ahora no quiero pensar que pasará cuando él se entere lo mío y lo de su novia. Estudiar.

Estoy sentado debajo de un árbol junto a Archie y Kenya. Ya que tenemos una hora libre, estamos mirando como James se aprovecha de los chicos.

—Es un imbécil —dijo Kenya haciendo cara de desagrado.

Despegue mi mirada de James, para colocarla encima de Kenya.

—Tengo varias cosas que hablar contigo —dije aprovechando la comunicación que estamos teniendo.

La vi mirarme con confusión, pero no le tomé importancia. Le hice una seña a Archie para que me dejara solo con ella. Él entendió perfectamente.

—Ahora regreso —dijo Archie.

Lo que iba a decirle es privado, pero en su caso no me importaría, ya que ella le ha contado varias cosas a Frida sobre mí. Cosas privadas.

—No te enfades conmigo, Frida casi me obligó a decírselo.

Sabía con demasiada certeza que Frida era capaz de cualquier cosa para averiguar cosas de los demás. En el fondo se podría decir que es un poco entrometida en la vida de los demás.

—Pudiste haberme dicho que se lo habías dicho, así no me hubiera caído de sorpresa —vi como lamía sus labios.

—No pensé que ella te diría que yo se lo había dicho, hasta ayer en la noche que hablamos me dijo que te había preguntado si era verdad todo. Y de verdad sé que no fue buena idea decirle. Perdón

Le miré perfectamente a los ojos, mientras olvidaba un poco el mundo y me concentraba más en tema de nuestra conversación.

—Exacto.

—No lo volveré a hacer, te lo prometo.

—Es lo que quiero —tomé aire, ahora quiero acordar otro nuevo tema—. Y ¿Por qué no me dijiste lo tuyo y James?

—Porque no tuvimos nada —respondió como si hubiera sido tan obvio.

—Eso no le dijiste a él hace unos días —recordé por unos momentos las palabras exactas que le dijo, solamente para repetírselas—. Dijiste: sólo porque no quise salir contigo piensas que soy diferente. Se lo dijiste a James.

Vi como giro su cabeza como si estuviera recordando el momento.

Ella y yo por lo regular siempre nos contábamos lo que sentíamos o hacíamos con otras personas. Pero en ésta ocasión ella no me contó lo de James, bueno yo tampoco le he contado de Perla.

Nunca antes habíamos guardado un secreto. Pero esta ocasión sí. Vi cómo se mordió su labio inferior antes de contestar.

—Ahh, eso. Bueno. Hace algunos meses, James se acercó a mí, pero no de una manera en que buscas solo amistad. Comencé a sentir que de verdad estaba conquistándome.

»Antes no me importaba que se fijará en mí, después yo estaba muy enamorada de él. Te conté sobre el chico popular y yo, pues hablaba de James y yo. Cuando comenzó a hablarme, me sentí feliz, como si fuera la gran cosa en este mundo de mierda. Después me enteré que sólo había estado conquistándome por una patética apuesta, después me salió con que de verdad estaba enamorado, y ya cuando se me declaró lo mandé al demonio.

Quedé boquiabierto con tan alargada confesión que me sentí mal por ocultarle algo. Pero ese algo tiene que permanecer secreto, todavía.

Yo me encuentro enamorado de una chica, ojos miel y cabello castaño, la conocí en el trabajo y hace unos meses que no ha ido a trabajar. Le he intentado mandar mensajes pero no responde, parece como si se hubiera olvidado de lo que vivimos juntos. Pero nadie sabe de ella.

—Eso debiste haberlo contado hace tiempo, entonces.

Sin despegar mi mirada de ella, tomé su botella de agua y bebí de ella. Ella renegó pero no lo impidió.

—Lo sé, pero ya te lo conté. Y eso es lo que cuenta —declaró

No me di cuenta de los alrededores, hasta que sentí una patada en mi costilla derecha, haciéndome gemir del dolor. Miré el rostro de Kenya, quién se encuentra cabreada por ese acto.

Me levanté a penas me repuse del dolor que me había causado el golpe. Me posicioné frente al chico pelirrojo patético que me había comenzado a agredir. Otra vez.

—¿No te había dicho que me gusta el fútbol? —su sonrisa arrogante se hizo presente—. Y todo eso de patear.

—Déjanos en paz, James.

Las palabras de Kenya me hicieron sentir bien, por alguna razón extraña me sentía seguro a su lado. No cualquiera se atreve a golpear a alguien frente a una chica, y no cualquier chica, sino su ex pretendiente, por lo que sé.

—Contigo no es este asunto, muñeca —miró a Kenya.

No quiero seguir escuchando.

—Vámonos Kenya, no vale la pena quedarnos a hablar con alguien incapaz de... —quedé sin poder decir nada, no porque no supiera que decir, sino porque el imbécil me interrumpió.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.