POV Lily.
—No quiero escucharte más —exclamé fuertemente mirando fijamente a los ojos a James.
—Pero cariño, sé que tú quieres estar a mi lado y yo al tuyo —me respondió con su mirada angustiada y triste.
—Estás equivocado —negué.
Hace apenas unos minutos, James se me declaró, diciendo que me amaba y que de verdad era muy importante para él. Llevo vario tiempo de conocerle, como unos dos meses aproximadamente.
Aunque yo sabía perfectamente que él quiere algo más que un amistad conmigo, pero yo no quiero nada con él.
Es una excelente persona, yo lo veo como un mejor amigo, a pesar de no llevar un buena relación, yo siento que nos conectamos, como si tuviéramos muchas cosas en común, pero sólo eso.
No pretendo estar con él de novia.
—Pero Lily, yo te amo. Tu eres mi vitamina D, eres lo mejor que me ha pasado...
Le interrumpí.
—Agradezco que me veas de esa manera, pero por favor no te lastimes. No quiero perder nuestra amistad, así que por favor, no sigas —dije mirándolo a los ojos, vi cómo se entristecía demasiado.
—Créeme, yo nunca me doy por vencido —soltó de repente, ya que no me esperaba que dijera más—. Voy a conseguir que tú seas mía, sólo mía.
Su sonrisa socarrona se hizo presente, me hacía querer darle un puñetazo en la cara, pero me calmé, yo no quería ser tan agresiva. Y además él no se lo merece, bueno solo a veces.
Le miré, me miró y ambos nos sentíamos demasiado incómodos, lo pude ver cuando frunció el ceño.
—Inténtalo, sé que no lo lograrás —sonreí.
[♣♣♣♣♣]
Había quedado de sentarme a desayunar en una mesa con una vieja amiga que esta por integrarse a los alumnos de la preparatoria. Se fue durante bastante tiempo, pero ya regresó.
Estuvimos juntas la mayor parte del tiempo en la secundaria, nunca perdimos la comunicación, básicamente siempre hablábamos, y el fin de semana salimos junto a otras amigas al cine.
Nos sentamos en una mesa de la parte de la esquina derecha hasta atrás, ella llevaba una camiseta negra y unos jeans entubados, su pelo lo llevaba ondulado, la mayoría de veces lo lleva así, ya que no le gusta cómo está naturalmente.
—¿Cómo te fue en el viaje que hiciste? —pregunté intentando no sonar demasiado interesada.
—Bien, pero creo que necesito conocer gente nueva de por aquí —dijo con una sonrisa buena.
—Tengo unos cuentos amigos, pero ahora no sé dónde se encuentren —levanté mi mirada en su búsqueda, pero no conseguí encontrarlos.
—¿Sabes que es lo que más extraño? — preguntó Jessie con gran sollozó en su mirada.
Estuve jugueteando con mi almuerzo durante varios minutos, pero ahora levanté mi vista hacia los ojos de ella. Lleva sus labios muy marcados de rojo pasión.
—Ni idea —negué.
—Mi trabajo, recuerdo al chico del cual me enamoré allí —pronunció como si fuera la gran cosa.
Yo no sabía nada de ese chico, y no la culpo, ella no sabe nada acerca de que chico me atrae. Pero ahora no hay ninguno.
Pero para decir verdad, si yo tuviera un amor, también extrañaría el lugar del cual más frecuentáramos juntos.
—Nunca me contaste nada —dije.
Creo que debí permanecer callada.
—Tu tampoco me cuentas nada, ya —soltó de pronto, golpeando con fuerza mi corazón.
—Tal vez si tú me contarás algo de tu vida, yo podría contarte de la mía —contrataqué.
La vi un tanto confundida, frunciendo su ceño. Me mordí el labio inferior deseando no haber dicho lo que dije, pero pues ya era inútil.
Los minutos se me estaban haciendo segundos a su lado, es una gran chica y me gusta que esté de regreso. Pero por lo que me había contado antes, hoy vino de casualidad, pero comenzará clases normales hasta dentro de dos semanas.
—Ya te conté sobre ese chico —dijo—. Ahora cuéntame ¿Quién conquistó tu corazoncito? —río un tanto sin ganas.
—Nadie, yo creo que nunca le daré una oportunidad al amor.
Mis palabras fueron tan duras de decir, pero creo que me estoy precipitando, no debo adelantarme a decir que "nunca" le daría la oportunidad al amor.
Jessie por su parte río ante mi respuesta, no le tomé demasiada importancia hasta que me miró con el ceño fruncido, y dijo:
—No seas ridícula—soltó riendo—. No vas a quedarte sola toda la vida.
—Tal vez sí. Tal vez en un futuro termine metiéndome a un convento, y siendo una monja—me reí ante mi mal comentario. Ella volvió a reír.
—Hasta las madres se enamoran.
—No.
—Ellas están casadas con Dios —comentó—. Y sólo se casan de alguien de quien enamoradas.
Claro que no. He visto muchas historias que constan en que las casan a la fuerza o simplemente las amenazan, y no cien por ciento de amor.