Estuvimos así por varios segundos, se soltó delicadamente de mí, en mi mente rogaba que todo se detuviera para permanecer juntos por siempre. Sus manos tomaron suavemente mi cara acercándose a mi oído.
-Entonces ¿me perdonas?- su susurro erizo cada centímetro de mi piel, mis piernas temblaban y mi respiración se entrecortaba. No quería que mis nervios se notaran, pero era imposible.
Mire fijamente sus ojos miel, me miraba con felicidad –claro, no entiendo por qué me lo pides, no necesito que me des ninguna explicación.
Sus brazos de nuevo envolvieron mi cintura y mis manos se doblaban contra su pecho. Su mentón tocaba mi cabeza, sentí un leve beso en mi cabello y frente.
De repente la campana sonó, maldita sea debíamos entrar a nuestros salones.
Sus dedos pulgares acariciaban mis mejillas, regalándome así una pequeña sonrisa.
-Eres hermosa, enana- sentí algo muy extraño dentro de mí, algo que no había experimentado antes, además, por primera vez me llamaba “enana” y eso no era algo que me molestara. Me sentí un poco incomoda a él hacerme ese “cumplido”, lo único que hice fue sonreír con timidez.
-Leslie debo irme- jugaba con uno de mis mechones cabello –cuídate.
No podía creerlo, casi como una tonta me dirigía al salón (confieso que tropecé contra varias personas), no estaba del todo en este mundo, estaba en, en…Daniel.
*En clases*.
-Leslie, Leslie- escuche el chasqueo de unos dedos, era Michel – ¿Qué te pasa? Estas en la luna- mi sonrisa era inevitable -Leslie, ¿qué fue lo que te paso?- me miro con picardía – ¿acaso ustedes dos?
-Cállate Michel, no, pero me dio un abrazo, un beso en la frente y- cada vez que lo recordaba me emocionaba y sonrojaba al mismo tiempo –me dijo hermosa- Michel parecía estar igual de emocionada pero seguía dudosa –te felicito amiga pero ten cuidado ese chico siempre ha sido así, capaz y solo quiere enamorarte, meterte en su cama y desecharte –se encogió de hombros – igual que con las otras chicas. Puede llegar a jugar con tus sentimientos.
Por fin sonó el timbre, por fin saldríamos de ese infierno, yo por supuesto no paraba de hablarle a ella de Daniel, mientras íbamos por los pasillos.
-Él es tan lindo y amable, el- Michel tomo mi brazo mientras me interrumpía asombrada -¡Les!, mira- voltee inmediatamente. Daniel se estaba besando pero esta vez con otra chica, sentí algo frio dentro de mí, lo lindo que había sentido antes se había apagado instantemente…ahora lo entendía todo, Daniel no solo me parecía lindo también me gustaba.
-No puede ser- susurre dolida –Michel, vámonos de aquí, no quiero pasar por ahí, no quiero que él me vea.
-Pero Les, tu hermano te espera.
Empezaba a sentirme aun peor –por favor- necesitaba salir de ahí lo más rápido posible.
Ella me miro con dolor –está bien Les.
Nos sentamos a un lado de los corredores.
-Leslie, cálmate por favor- sentí como las lágrimas caían por mis mejillas.
-Michel, soy una tonta, no sé ni siquiera porque estoy llorando, si no somos nada- suspire con rabia, tal vez era tiempo de no negármelo más –el me gusta tanto- su cara no parecía para nada sorprendida, más bien parecía confirmar lo que ya sabía.
-Lo sé, no sé por qué no me sorprende –dijo sarcástica.
-¡Ya Michel!, no tengo tiempo para tus comentarios, estoy tan enojada, juro que siento la necesidad de matar a todas esas chicas- me regalo una pequeña sonrisa, se abalanzo hacia mí, dándome un abrazo.
-Michel, lo dio, lo odio tanto-
De repente escuche esa voz tan familiar atrás de mí.
-¿Leslie?- voltee rápidamente, era Alex – estas llorando- parecía empezar a preocuparse por mí -¿a quién odias?
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