Voltee rápidamente, no podía creerlo, valla sí que tengo suerte (noten el sarcasmo), estaba a punto de descubrirme, a punto de estar acabada.
-¿A-Alex?- no fui capaz de pronunciar una sola palabra más, estaba acabada.
-¿Por qué lloras?, eh Leslie, ¿Qué paso?- su tono de voz aumento deliberadamente –acaso alguien te hizo algo.
Me solté rápidamente de los brazos de Michel.
-Alex, lo que paso fue- ya no había nada más que hacer, le contaría toda la rabia que sentía por Daniel, sé que me mataría, pero no se me ocurría nada, además no era para nada buena mintiendo.
-Lo que paso fue…-Michel me interrumpió impulsivamente, se impuso entre él y yo.
-Lo que paso fue que se tropezó-
Alex parecía incrédulo –bueno, digamos que es cierto, ¿entonces a quien decías que odiabas?- alzo una de sus cejas retante.
-choco contra un chico pero este envés de ayudarla se fue como si nada.
Parecía comenzar a creer en sus palabras pero también parecía a volver a ponerse furioso -¿Quién fue?- esta vez yo intervine, Michel ya había hecho suficiente por mí, era tiempo de hacerlo sola.
-No alcanzamos a verlo- mis ojos seguían hinchados y mis mejillas mojadas. Su boca dibujo una leve sonrisa y a lo lejos señalo sus auto –bueno, te espero, estamos retrasados, debemos regresar a casa- acepte con la cabeza.
-¡Mich! Me salvaste la vida- ella sonrió y saco de sus bolso un pañuelo.
-Toma, mejor sécate esas lágrimas, no quiero que nadie más te vea así, y menos el imbécil del amigo de tu hermano.
Lo tome y seque mis lágrimas –por eso te amo amiga.
-Lo sé-dijo sonriendo –ahora sonríe y muéstrale al mundo la mujer decisiva qué eres- me daba mucha risa cuando se ponía en “plan motivacional”, además, adoraba que me hiciera reír en los momentos más difíciles. De verdad sí que la extrañaba.
El camino fue bastante incomodo, Alex ni yo pronunciamos una sola palabra, el solo miraba el volante y yo el camino. (Odiaba demostrarme débil frente a otras personas y más frente a él).
Llegamos a casa, todo fue bastante “normal”, dejamos los libros a un lado de la mesa y pretendimos comer.
-¡Eh! Leslie ¿acaso estas enojada?-parecía seguir preocupado. Me hartaba el solo saber que me vigilaba tan de cerca.
-¿enojada?- lo fulmine con la mirada -¿Por qué debería estarlo?- deje a un lado mi atención a la comida y puse mi atención en él.
-puedes calmarte ¿sí?- cogió su cuchara y tomo un último bocado – últimamente has estado muy extraña- se levantó de la mesa y con uno de sus puños rompió el plato -si me estas escondiendo algo, juro que lo descubriré ¡lo juro!- subió las escaleras dirigiéndose a su habitación. Termine de comer ¿y adivinen qué? Tome la escoba y recogedor y tuve que recoger todo su desorden. Estaba molesta no podía creer que en uno de sus “ataques de ira” hubiera terminado quebrando un plato.
Subí a mi habitación y me cambie a una ropa mucho mas cómoda, volví a la sala y me entretuve hablando con Michel por mi celular. De pronto Alex bajo.
-Leslie mira voy a- antes de terminar, me miro de pies a cabeza -¿Qué haces vestida así?-esto era increíble, ahora resulta que no podía vestirme como yo quisiera. Lo mire confundida. Solo llevaba un short y un crop-top no le veía nada de malo.
-¿vestida cómo?-sabia a lo que se refería, no era una monja y no tenía intenciones de vestirme como una.
-pues así-me señalo de abajo a arriba. Lo mire fijamente, no le temía y quería demostrárselo -¡pues te aguantas! No estoy haciendo nada malo y así me quedare, además no eres mi padre.
Parecía empezar a resignarse –empiezas a vestirte como las chicas con las que mis amigos y yo nos acostamos- eso me dolió profundamente, lo dijo y no pareció arrepentirse.
-¿hablas enserio? ¿Me estas llamando zorra?- suspire enojada –Alexander, no sabes lo decepcionada que me dejas.
Me miro y soltó una carcajada sarcástica mientras empuñaba sus manos con rabia –y tú no sabes eso cuanto no me importa- tomo sus llaves y se dirigió a la puerta –iré a comprar unas cosas, ya vuelvo.
Odiaba llorar por imbéciles y en un solo día ya lo había hecho por dos, subí y entre al baño, me mire al espejo y lo primero que note fue que literal “estaba destrozada”.
-“Leslie, cálmate ¿Qué haces?”- me lo repetía una y otra vez a mí misma –“sécate esas lágrimas, ese par de idiotas no merecen ni que les dirijas la palabra”-abrí el grifo, necesitaba lavarme la cara y me seque con la toalla, mis ojos seguían un poco rojo pero parecían empezar a tomar su color natural. De repente escuche el timbre.
-“debe ser el estúpido de Alexander, si fuera por mí lo dejaba afuera. Pero sé que la niñita iría corriendo a acusarme con papa”-pensaba.
-Tan rápido regresaste idiota- no me fije, no era Alex, era Daniel.
-¿Daniel?- me miro con una sonrisa, se veía tan lindo, no, lindo no, sexi.
-Hola Leslie, espero que eso no sea para mí- sonreí levemente –no, claro que no.
Su mirada me examino de pies a cabeza, en una de sus manos fumaba un cigarro -¿puedo entrar?- quiso dar un paso, yo puse mi mano en el marco de la puerta impidiéndoselo.
-Este lugar es libre de aires dañinos- sus sonrisa paso de feliz a picara y nerviosa –está bien, como tú digas- inhalo y exhalo el aire en mi cara, lo tiro y lo piso -¿feliz?- quite mi mano y lo deje entrar.
Subió las escaleras pero yo lo detuve
-Alex no está- bajo rápidamente, nos sentamos en el sillón, el a un extremo y yo al otro.
-Leslie, haz estado muy fría conmigo últimamente- ¿fría? Ni siquiera hablábamos, este chico comenzaba a enloquecer.
-¿fría? No te entiendo- me pare, necesitaba con urgencia un respiro.
-Además el día que bese a Laura detuviste tu camino y te fuiste, no creas que no te vi- en ese momento él también se paró del sillón. Ahora entendía a que venía todo esto.
-¿Estas convencido de que fue por ti?, verdad- lo mire con sarcasmo – pues no cariño, no todo gira a tu alrededor- mentí, todo fue por él, absolutamente todo fue por el, sufría por él, pero solo me quedaba una cosa, mi dignidad y no permitiría que nadie la tocar.