Una sola regla

Capitulo 12

Se podían escuchar claramente los murmullos y burlas (la verdad era lo que menos me importaba), ahí estaba yo en el suelo frente a todos. Me veía ridícula.

El y Evan me ofrecieron la mano, (Evan era uno de mis compañeros de salón, era alto, cabello Castaño y ojos marrones de cierta manera se me hacía tierno y misterioso a la vez era lindo. En realidad no habíamos intercambiado palabra alguna, si mucho sabíamos el nombre del uno y del otro, era conocido por participar en las carreras ilegales además podía llegar a tocar muy bien la guitarra, lo sabía por sus ensayos en la clase de música).

Ignore completamente a Daniel y decidí tomar la mano de Evan. Me miro extrañado, Daniel jamás hubiera esperado una reacción así de mi parte.

Mi maleta había salido volando por los aires, Alex fue por ella y me la paso. Alce la mirada por un momento y para mi sorpresa no tenía la típica cara de burla sino reflejaba compadecimiento.

-Le-Leslie- Daniel se interpuso en mi camino –de verdad lo siento – lo ignore por completo, solo lo hice a un lado con una de mis manos y Salí corriendo de ahí. En realidad la multitud de muchachos riéndose de mi caída empezaba a fastidiarme.

Me senté en un apartado quiosco cerca de las escaleras y no pude evitar derramar lágrimas. Me sentí tan mal, me sentí tan estúpida por llorar por un hombre con el que ni siquiera había llegado a tener una relación. La verdad me sentía traicionada.

Abrace mis piernas con fuerza, empecé a llorar aún más y el dolor en mi corazón se intensifico.

Esas palabras retumbaban fuertemente una y otra vez en mi cabeza.

-“Ayer estuve con el mismísimo Daniel Miller”- quería gritarle a esos dos, pero claramente eso era imposible, pensarían que solo soy una niñita más enamorada de Daniel y eso amigos míos era lo último que necesitaba.

Menos mal estábamos en receso por lo que nadie podría verme de tal manera.

Escuche cuando alguien bajo las escaleras, era Evan se veía cansado –Leslie- suspiro –no sabes, recorrí todo el colegio buscándote, la verdad estaba preocupado, que cansa…- al verme así se calló de inmediato.

Se acercó levemente, se sentó a mi lado y me abrazo de repente.

Susurro mientras jugaba con uno de mis mechones de cabello –por lo que sea que estés llorando en verdad no vale la pena.- Correspondí a su abrazo y me eche a llorar aún más como una niñita.

Tomo mis mejillas con sus manos y me regalo una gran sonrisa -¿querrías contarme que te pasa?- saco de su maleta un pañuelo.

-Gracias- lo tome y me limpie las lágrimas.

Él era un completo desconocido en ese momento para mí, lo había visto sentado una que otra vez en el último puesto del salón, a veces lo veía leyendo un libro, escuchando música o tocando la guitarra además Michel se había encargado de contarme un poco sobre él, pero nada más que eso.

-No me malinterpretes pero- mi voz estaba a quebrantada de tanto llorar –no acostumbro a contarle mis problemas a las personas cuando aún no les tengo mucha confianza.

De nuevo me regalo una gran sonrisa y me abrazo aún más fuerte –está bien, igual cuando necesites desahogarte aquí tienes un amigo- mi pregunta era ¿en qué momento habíamos pasado a ser amigos?, igual el muchacho me caía bien, tal vez en un futuro no muy lejano podríamos llegar a serlo.

-Por favor- mi voz se escuchaba tan temblorosa y frágil –no quiero que le cuentes a nadie que me viste en este estado- levante mi dedo meñique – ¡júramelo!

Su mirada reflejaba tristeza, alzo igual su dedo y lo estrechamos –te lo juro – nos miramos con una leve sonrisa nostálgica.

-Gracias- dije afónica.

-No hay de que- era agradable el estar con él, su presencia me hacía sentir mejor. Recosté mi cabeza levemente contra su hombro, comenzaba a calmarme. Aun sentía esa estaca en mi corazón pero también sabía que debía ser fuerte.

Sonó el timbre, me mire al espejo y mis ojos se veían mucho más deshinchados, di gracias a Dios, no soportaría que Michel me interrogara en toda la clase.

Entramos a la clase y Evan y yo hablamos de mil cosas.

-¡Mira!- dijo mientras sacaba un tumulto de volantes de su maleta.

-¿Qué son?- dije medio desconcertada.

-Solo léelo- me miraba con una gran sonrisa.

 

“GRAN FIESTA”

Sábado en la noche, todos están invitados. De seguro te la pasaras increíble.

No te quedes aburrido en casa, habrá Dj, bebidas y mucha diversión.

Te espero.

Att: Jonathan.

 

Me parecía gracioso el que parecía un anuncio publicitario.

-Jonathan me pago por repartirlo- me guiño el ojo –sabes que a nadie le hace mal un poco de dinero.

Luego de las interminables últimas horas de clase por fin sonó el timbre. Me despedí de Michel y Evan.

Pasaba por los vacíos pasillos cuando de pronto sentí como alguien me jalo el brazo llevándome hasta la biblioteca. Mire el rostro con nerviosismo, era la persona que me había hecho enfadar tanto hoy, ¿adivinan quién?, si, exactamente Daniel. Trate de salir pero se interpuso en mi camino.

-No espera- me miro alterado – ¿Por qué has estado así conmigo?, hace unas horas estábamos bien, ¿Qué te hice?- se quedó pensativo -¿hice o dije algo mal y no me di cuenta?

No fui capaz de decir nada, hay estaba yo, nada más mirándolo con enojo y con los brazos cruzados.

-¡Dímelo!- grito mientras tomaba fuertemente mis brazos –no te quedes callada.

-¡Suéltame ya!- grite exaltada –cállate, tu todo lo haces mal- tenía ganas de llorar pero una fortaleza dentro de mí me lo impedía –solo sigue con tu vida normal, déjame en paz.

Su cara demostraba sorpresa y confusión. Salí lo más rápido que pude de ahí cerrando la puerta de un portazo.

El camino hasta mi casa fue horrible, solo quería llegar a casa, cerrar mi puerta y echarme a mi cama a llorar. Además se me había hecho bastante tarde.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.