*Alex*
Llegue a casa más tarde de lo normal. Era un típico día igual a todos. Vi a Leslie quien estaba sentada en la mesa. Luego de unos segundos se paró y me miro directamente a los ojos. Trate de descubrir que me quería decir pero su ceño era casi sin expresión y con lágrimas en los ojos. Me llamo la atención que una de sus manos empuñaba con fuerza una “carta”.
-¿Qué es eso?- pregunte. Eso lo detono todo. Aquello fue la gota que derramo el vaso.
Leslie cerró sus ojos y se desplomo en el suelo. No entendía nada. LESLIE DESMAYADA.
Rápidamente me acerque y la cargue hasta su habitación. Por unos instantes olvide completamente aquel papel hasta que regrese por él. Lo leí con clama, jamás me imagine que provenía de mi madre.
Mis ojos estaban rojos pero no por lágrimas sino por rabia. Esa mujer, la cual alguna vez llamamos “mama” venia y se aparecía así de la nada, luego de cuatro largos y tristes años en los que ni siquiera nos dio una mínima señal de vida. Su cinismo había llegado a un nivel extremo.
De nuevo subí y me senté justo al lado de ella. Leslie se veía pálida, había perdido todo su color, su piel y labios estaban totalmente blancos y resecos. Ella no se veía bien.
Debo admitir que una que otra vez soy un poquito sobre protector pero ella era la única persona que tenía realmente a mi lado. Recuerdo cuando solo éramos dos niños de doce y catorce años, esperábamos frente a la ventana a mi madre para que regresara, eso nunca paso. Ella me daba fuerzas para seguir adelante y yo trataba de hacer lo mismo con ella. Era lo único que tenía y no iba a permitir que nadie le hiciera daño.
Luego de unos segundos lentamente abrió sus ojos.
*Leslie*
Al despertar mi vista estaba completamente nublada. Hace un rato estaba en la sala y ahora estaba recostada en mi cama con Alex en frente.
Él tenía el ceño fruncido y llevaba una carta en la mano… ¡espera!, ¿una carta? ¿Entonces ahora él también lo sabía?
-¿Cómo te sientes?- pregunto preocupado.
Me levante rápidamente. –Bien.- lo que realmente me importaba ahora era ese papel. –L-la carta- en este punto mi presión estaba tan alta que temí volver a desmayarme – ¿la leíste?- el asintió.
Soltó una pequeña carcajada de tristeza.
-¿Iremos el viernes?, yo no estoy muy seguro de querer ver ni escuchar a esa mujer.
Claro que iríamos o por lo menos yo si lo haría. Necesitaba una buena explicación para todo esto.
-Claro, yo iré- el simplemente volvió a asentir mientras fruncía el ceño.
***
Ya habían pasado un par de días. Yo estaba sentada en la mesa mientras trataba de hacer mis tareas y Alex bebía una cerveza en el sillón viendo la tele. Habíamos tratado de asimilar todo poco a poco tranquilamente.
De repente sonó el timbre. Alex me miro aperezado y eso solo significaba una cosa: “abres tu”.
Voltee los ojos entendiendo la indirecta.
Al abrir me encontré con los tres chicos. Primero entro Bruno quien me saludo con su tan habitual –hola preciosa.- estaba tan acostumbrada a que me llamase así, que si no lo hacía era porque estaba enojado o había hecho algo que quizás le molestara.
Luego Jonathan. Desde aquel día en que paso lo de Michel trataba de evitarlo y no cruzar palabra con él. Lo ignoraba completamente – ¡Hey! Les- voltee mis ojos con aire de indignación mientras lo pasaba de largo.
Y por último Daniel. Quien me miro con una sonrisa pero no con su habitual “sonrisa dulce” sino una más maliciosa, sus ojos examinaron todo mi cuerpo. Cosa que me sonrojo de inmediato.
-Hola ángel- su voz sonó ronca. Jonathan y Bruno nos miraron extrañado.
-¿Ángel?- pregunto Bruno.
-¿Desde cuándo se tienen tanta confianza?- termino Jonathan.
Los mire nerviosa. Podrían sospechar y eso no lo iba a permitir.
-Nos hemos vuelto amigos.
Los dos miraron a Daniel esperando una respuesta.
-Muy buenos amigos- termino él.
Se sentaron junto a Alex. Mientras yo seguía con mi tarea.
No bastaron más de dos minutos para que empezaran a hablar de chicas.
Bruno tenía una horrible cara de pervertido –no se imaginan Leidy es tan sexi y ni se imaginan como es en la cama.
-Lili, ¡oh! Lili me ha dado de las mejores mamadas que he tenido en mi vida- las palabras de Jonathan me dieron ganas de vomitar. ¿Cómo podía hablar así de una chica frente a sus amigos?
Pero la cosa se puso peor cuando Alex hablo –pero Brittany es la mejor. En el sexo es increíble.
Los tres reían como locos. Mientras Daniel miraba serio su lata de cerveza.
-Ahora a ti princesita ¿Qué te pasa?- pregunto Jonathan poniendo su atención en Daniel.
-¿A mí?, nada- contesto desorientado.
-Sí, te pasa algo, estas todo callado y serio.
Bruno trato de cambiar el tema – ¿y qué hay de Lena?, esa chica esta como quiere. Como lo hace ¡dinos!- todos pusieron su atención en él.
Al escuchar esas palabras mis celos me carcomían. Tanto así que quebré mi pobre el lápiz del enojo.
-Yo estoy con alguien. Ella realmente me gusta. Yo realmente la quiero- sus ojos me miraban directamente a mí.
Los tres rieron como locos. ¿Qué era tan gracioso?
-No me digas que estás enamorado- Jonathan incluso tenia lágrimas de la risa.
-bueno, Pues yo…
-Esa chica debe haberte dejado loco en la cama, lo debe haber hecho muy bien- los tres rieron aún más fuerte.
Daniel aún estaba serio –Pues no, no lo hemos hecho.- los tres se callaron de inmediato.
Mis mejillas estaban rojas.
-Amigo, no me digas que habiendo tantas chicas interesantes, te metes con la primera santurrona que te encuentras- no me sorprendía que esas palabras provinieran de Jonathan.
-Pues no me importa si crees que es una santurrona, porque yo realmente la quiero.
-Debe ser de esas chicas las cuales sus padres no dejan salir ni a la esquina.- en otros casos me hubiese dado risa que quien dijera eso fuese Alex, pero ahora NO. Ahora era distinto.