Una sola regla

Capitulo 26

Estaba muy nerviosa y entendía perfectamente el porqué. Mi corazón con cada paso que daba latía más fuerte, mis manos sudaban y mi respiración era agitada. Y es que no era para menos, ver a tu madre quien de un momento para el otro te abandono en una de las etapas más importantes de tu vida (pre adolescencia y adolescencia) por tantos años es frustrante, no voy a mentir.

Mi hermano no ayudaba mucho. Sus manos sudaban y sus constantes preguntas sobre lo que yo creía que iba a pasar me sacaban de quicio.

Recorrimos todo el centro comercial hasta llegar al dichoso restaurante del “Special”. Al entrar pudimos notar a una mujer quien se encontraba de espaldas. En aquel momento me di cuenta de que todo esto era real, de que estábamos a punto de verla otra vez. Nos acercamos a ella y la verdad no lo podía creer. Era ella, era simplemente ella, tal y como la recordaba. Esos ojos, la forma de sus labios, esa pequeña y casi invisible cicatriz en su frente y lo más importante ese destello único en su mirada.

En ese instante la gente de nuestro alrededor desapareció, perdieron por completo mi importancia. Los meseros, los cocineros, las personas riendo, los niños jugando. Ya no existía nadie. Solo mi madre, Alex y yo.

Alex pareció por un momento quedarse inmóvil. Definitivamente no estábamos preparados para este momento.

Sus labios dibujaron una pequeña sonrisa y de igual manera con una de sus manos nos hizo una seña de que nos sentáramos.

Ahí estábamos, frente a frente. Tenía un horrible vacío en el estómago, de los cuales sabes se producen por nervios.

-Hijos yo…- su voz se entrecorto –quería explicarles todo. Pedirles perdón. Sé que soy la peor de las madres pero…

Alex la interrumpe instantáneamente –NO digas lo que ya sabemos. Solo ve al punto, ¡no te imaginas cuantas ganas tengo de largarme de aquí!- pauso por un momento y la miro con satisfacción –Luz.

Pareció sorprenderse por la última palabra. Alex había acostumbrado a llamarla así “Luz”. Él le guardaba mucho rencor.

-Bien. Tienes razón, ¿por dónde empiezo?

-¿Qué te parece por el principio?

-Me parece bien.- suspiro y continuo –parecíamos una familia normal y feliz. Una familia perfecta, o bueno, eso era lo que Víctor les quería hacer creer a todos. Jugamos también el papel que incluso ustedes hijos no se dieron cuenta de nuestros problemas. Todos admiraban nuestra relación. Él era el esposo perfecto y al mismo tiempo el mejor padre- pauso por un momento para tomar un sorbo de su vaso de agua, segundo después continúo. –yo la esposa que todo hombre quisiera tener. Pero la realidad era otra, a puerta cerrada y cuando no había nadie solo eran constantes peleas, insultos y maltratos mutuos. Mi vida se convirtió en un verdadero infierno gobernado por las apariencias. No podía dormir tranquila, pasaba horas y horas pensando en cómo arreglar aquella pesadilla. Hasta que un día me rendí, decidí tirar la toalla e irme. Tome mis maletas y me mude a otra ciudad, un pueblo muy tranquilo relativamente lejos de aquí, necesitaba paz y tranquilidad y ese me pareció el lugar perfecto. Debo admitir que no ha sido para nada sencillo todo esto. Encontré trabajo y me volví a enamorar, pero creo que es muy pronto para contarles tan de golpe todo queridos hijos, ya tendremos tiempo para volver a conocernos.- sus ojos repentinamente empezaron a llenarse de lágrimas –los he extrañado como no tienen idea. Ustedes son todo para mí. El remordimiento de dejarlos no me ha dejado dormir, los quiero tanto, ustedes son…

Alex se levantó repentinamente de la mesa, apretaba sus puños con fuerza y su cara estaba roja de furia.

-¡No es cierto, deja de mentirnos. Tú nunca nos quisiste. Que cínica. Esto es un completo desastre. No entiendo por qué te atreves a regresar ahora!

Todo el mundo había fijado su atención en nosotros.

-Miren a esta mujer- tenía una sonrisa de ironía y de tristeza –dice ser nuestra madre, se atreve a decir que nos quiere. Una madre no abandona. Una madre cuida y protege. Una madre no huye de sus problemas dejando a sus hijos solos. Una madre no lastima a sus hijos.

Mis lágrimas empezaron a salir inevitablemente. –Alex, ¡déjalo ya!, solo vámonos.

El asintió y empezamos e hicimos lo que yo había dicho pero su voz nos detuvo. –Volveremos a hablar muy pronto hijos, lo volveremos a hacer, lo prometo.

En ese instante solo necesitaba a una persona.

-Daniel, hola te necesito ¿podemos citarnos y hablar?

-Daniel ¿estás ahí?

-Daniel, hola…

-…

-¿Podrías llamarme?

-…

Pero esa persona que me hacia reír cuando no tenía ganas ni de hablar no respondía mis mensajes de texto.

De nuevo volvía. De nuevo volvía ese horrible sentimiento… ha vuelto mi enemiga a muerte, ha vuelto mi querida depresión.

*omnisciencia*

Lo que Leslie no sabía era que Daniel estaba pasando por grandes problemas en su vida.

Él se sentía impotente y mal. Empezaban a regresar cada uno de los demonios que alguna vez lo atormentaron de pequeño.

*Daniel*

Mi madre y Derek como siempre estaban peleando. Los gritos se escuchaban por toda la casa. Mi vida volvía a ser un completo desastre.

-¡Porque tienes que ser tan cínico!

-¡Porque eres tan estúpida, Merie!

-Respétame. Me das asco Derek. ¿No lo entiendes?

-¡Cállate! Bien podría dejarte en la calle, lo único que me frena es mi hijo Daniel.

No aguantaba más -¡Cállense los dos!- los interrumpí furioso –¿saben qué?, no aguanto más, lo mejor es que me valla.

Tome las llaves de mi auto y Salí del lugar.

Me dirigí a un bar a el cual no frecuentaba hace rato. Me senté en uno de los asientos de la barra y pedí un trago.

Sentí como alguien puso su mano en mi hombro. Alce la mirada y me sorprendí al ver a…

-¿Jackeline?




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