Una sola regla

Capitulo 34

Tiene que ser un error. Todo es muy confuso. ¿Escuche mal?... definitivamente sí.

Eso creo o tal vez eso me fuerzo a creer.

Me mira atónita por mi reacción. Sigo quieta y sentada en el mismo lugar con la mirada fija en una de sus manos que toma el teléfono, casi me veo como un maniquí.

Sigo arriesgada a la idea de que no es cierto. Tal vez mi mente está pasando por una etapa difícil y Rose dijo otra cosa o…

-Leslie, ¿me estas escuchando? Daniel esta grave en el hospital. –vuelve a repetir con calma pero su cara muestra estar realmente preocupada. – ¿Leslie?

Aun no creo que sus palabras sean ciertas. Camino a paso lento hacia ella y casi arrebatándole el teléfono devuelvo la llamada.

No digo nada simplemente escucho el tono y ruego por dentro que conteste.

No pasa mucho tiempo.

-¿Leslie, estas ahí? ¿Cómo esta Daniel, sabes algo de el?

Medio aturdida logro decir un par de confusas y roncas palabras. – ¿Daniel? ¿Qué pasa con él?

Una parte de mi sabe muy bien lo que está por decir pero otra se niega a creerlo.

“Alex dime que está bien por favor”; Mi mente repite una y otra y otra vez esa frase.

-¿La chica no te dijo? Tuvo un grave accidente. Pensé que serias la primera en saberlo.

Simplemente colgué, no me moleste en despedirme y mire atónita a Rose, ella simplemente asintió aún más preocupada.

Corrimos hasta la recepción de la universidad para preguntar la habitación de Daniel. Estábamos demasiado agitadas pero lo logramos. Al llegar timbramos como locas hasta encontrarnos aquel chico, que al parecer era su amigo. Él estaba igual mente agitado y con eso supe que de igual forma el también sabia del accidente.

Yo ni siquiera podía hablar así que Rose se adelantó. – ¿Sabes en que hospital esta?

El asintió atónito. –Claro, si quieren yo mismo las puedo llevar. –aceptamos al instante. Ni ella ni yo conocimos un solo lugar de esta enorme ciudad.

En el camino me sentía terriblemente mal. Tal vez habría sido mi culpa. Yo le grite. Yo le dije cosas horribles e hirientes. Tal vez yo misma me encargue de toda esta situación.

Me sentía una mala persona; sentía una vacío doloroso por dentro… culpa, lo supe al instante… se llamaba CULPA.

No mentiría ni mucho menos pretendía hacerme la chica fuerte pero no lloraría, no todo estaba perdido; tenía la esperanza de que todo saliera bien. Tenía que salir bien. Una pequeña lágrima inevitablemente salió pero la limpie fuerte y rápidamente mientras me reprendía a mí misma por esa acción.

“Debía hacerlo por Daniel. No más lágrimas. Ellas no ayudan para nada, ellas solo logran hacerte sentir peor por dentro” era una promesa y la iba a cumplir.

Aquel chico manejaba extremadamente rápido y decía llamarse Mateo, no tuve necesidad de presentarme pues por alguna razón él sabía muy quien era.

Por unos mini segundos mire a Rose, Ella había decidido acompañarme, tomaba mi mano con fuerza pero amabilidad y ternura en señal de apoyo mientras con la otra pretendía prenderse fuerte de la manija del carro por lo rápido que estábamos. Este chico “Mateo” estaba loco ¿acaso quería otro accidente? Pero en ese momento no me importaba a qué velocidad estuviéramos lo único que interesaba era llegar a tiempo.

Llegamos a un enorme hospital. Corrimos hasta la sala y caímos casi rendidos sobre el mesón de la recepcionista; esta misma nos miró alarmada por lo repentino de la situación.

-¡Díganos donde esta Daniel Miller, rápido! –.sé muy bien que soné grosera pero ello no me importo.

-No puedo hacer eso. Deben identificarse primero como familiares del paciente, lo siento. –puso su mano en señal de que abriéramos paso mientras apuntaba a la larga fila de personas atrás de nosotros esperando su turno.

Estaba segura que la paciencia en muy poco tiempo se acabaría y esa mujer acabaría de igual manera muy mal. –Solo debe decirnos en que habitación esta y la dejaremos de molestarle.

Parecía ajena a la situación interesándole lo menos posible. – ¿Pero qué clase de hospital es este? Necesitamos que nos ayude. Danos el maldito número de habitación y listo ¿es mucho pedir? –nuevamente evadió lo más posible nuestra mirada y en lugar a hacer el mínimo esfuerzo por ayudar tomo su teléfono para llamar a seguridad.

Rose puso su mano en mi hombro y paso a hablar. –Señora ayúdenos por favor. Ellos conocen muy bien a ese chico de ahí. Este chico es un gran amigo de Daniel y ella parece como si no pudiese vivir sin él. –su suave y comprensible tono de voz nos sorprendió. –necesitamos de su ayuda, si así lo quiere no entramos a la sala y simplemente nos quedamos en el pasillo esperando pero por favor… ayúdenos.

Aquella mujer se le quedo viendo atónita mientras seguía con el teléfono en la mano, no dijo absolutamente nada por lo que mis esperanza cayeron al suelo.

Tres hombres de seguridad a los pocos segundos nos tomaron por sorpresa a cada uno mientras nos sujetaba de los brazos; pero la mujer inmediatamente los detuvo. –Habitación 355. Apúrense antes de que me arrepienta.

Corrimos como nunca antes tropezando con varias personas a nuestro paso. Las puertas estaban completamente cerradas; corrí hasta ellas e insistentemente toque varias veces sin recibir respuesta alguna. Rose me tomo por la espalda haciéndome girar para que la mirara a los ojos, tomo mis manos que seguían en forma de puños. –Todo estará bien, entiendes eso Leslie, todo estará bien. –No podía soportarlo más, me deslice lentamente contra la puerta y esa promesa me importo un comino:

“Debía hacerlo por Daniel. No más lágrimas. Ellas no ayudan para nada, ellas solo logran hacerte sentir peor por dentro”.

Las lágrimas poco a poco fluyeron hasta hacerse más fuertes, visibles y dolorosas. Me empezaba a doler la cabeza y el estrés se hacía cada vez más presente. Rose se dejó caer junto a mí, me abrazo fuerte mientras acariciaba mi cabello; la puntas rosadas de su pelo ondeaban mi alrededor.




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