Una sombra del pasado

Capítulo 1

Hoy es mi primer día como guardia real en el palacio de Talamh. Estoy bastante nervioso e inquieto, trabajar para la familia real en su propio palacio es algo que nunca imaginé que me pasaría a mí. Aunque no somos tan pobres, mi familia no es de la nobleza y apenas logré superar a las pruebas a pesar de que había compañeros mucho mejores que yo que ni siquiera han sido asignados.

 

Pero tengo que sentirme orgulloso de haber llegado hasta aquí ahora que he cumplido los veinte años y voy a esforzarme para que mi padre y mi hermana también se sientan orgullosos de mí.

 

El carruaje donde nos han traído a mis compañeros y a mí se para cuando llegamos a nuestro destino. Abro una de las cortinas de la ventana para ver el exterior. Puedo ver la gran ciudad de Talamh, en pleno desierto, y su mercado con numerosos puestos diferentes con todo tipo de cosas. Y al otro lado se alza, imponente, el castillo con sus tres torres doradas. Parecen estar hechas de oro.

 

Me he quedado tan ensimismado que no me he dado cuenta de que mis compañeros ya se han bajado del carruaje y me he quedado yo solo dentro.

 

—Hedeom —me llama Edek, uno de mis compañeros y mi mejor amigo—. ¿Piensas quedarte ahí todo el día?

 

—¡Ya voy! Vamos Storm.

 

Mi lobo gris se baja después de mí y unos guardias más experimentados que nosotros nos guían hasta palacio. Cuando entramos por las puerta de éste empiezo a temblar levemente, nunca había estado tan nervioso. No sé si podré hacerlo bien, esto es demasiado para mí.

 

Siento el hocico de Storm contra la palma de mi mano, animándome. Uno de los hombres nos dice que nos quedemos aquí y esperemos al oficial Mikael. Asumo que querrá conocer a los nuevos guardias del palacio ya que él es quien está al mando de todos. Edek ha debido notar que he vuelto a ponerme nervioso ya que coloca un mano sobre mi hombro.

 

Luego de estar esperando un rato bajo el sol abrasador de Talamh, un chico rubio, delgado y pálido que debe de tener mi misma edad se planta frente a nosotros con una media sonrisa orgullosa y un gato blanco en sus brazos. Mis compañeros y yo nos miramos los unos a los otro, confundidos.

 

Al principio pienso que podría ser el príncipe pero alejo esa idea de la cabeza ya que el príncipe de Talamh es más joven y dudo que tenga ese tono de piel tan raro de ver en estas tierras.

 

—Disculpa, pero... —dice una de mis compañeras dudosa—. ¿Dónde está el oficial Mikael? Llevamos un buen rato esperándolo.

 

Al chico rubio se le cambia la expresión al instante por una de notable molestia.

 

—¿Acaso estáis ciegos? Lo tenéis justo delante, idiotas.

 

—¿Es en serio? —pregunta incrédulo Edek, entre risas—. ¿Tú eres el que está al mando?

 

—Sí, ¿hay algún problema conmigo?

 

—Bueno... nos esperábamos a alguien más... adulto y con más experiencia —empiezo a decir—. Tú pareces ser… Bueno, todo lo contrario. Sin ofender...

 

Sé que debería haberme callado cuando el oficial clava la vista en mí. Parece estar lanzando fuego por sus ojos azules. Se coloca frente a mí y me mira de arriba abajo con una expresión de desagrado, haciéndome sentir incómodo. Puedo sentir también la mirada de su gato sobre mí.

 

—¿Cómo te atreves tú a burlarte de mí? —me dice, casi escupiendo las palabras.

 

—No era mi intención ofenderte, mis compañeros y yo solo estamos algo sorprendidos.

 

—¿Cuál es tu nombre? —pregunta, ignorándome.

 

—Hedeom, mi señor...

 

—¡Oh, vamos! Esto lo he empezado yo, mi señor. No lo pagues con él...—Empieza a decir Edek, pero él no le deja terminar.

 

—¡No estoy hablando contigo! ¿¡Es que no os han enseñado como debéis tratar a vuestro superior!?

Mi amigo cierra la boca con disgusto y puedo ver como le lanza una mirada de odio a nuestro oficial antes de que éste se vuelva hacia mí de nuevo.

 

—Bien, Hedeom —se da la vuelta y da varios pasos hacia delante—. Desenvaina tu espada y ven aquí, te demostraré lo inexperto que soy.

 

Miro a Edek buscando su ayuda pero él solo se encoge de hombros. Es como si me dijese “tu te lo has buscado” con la mirada a pesar de que hemos sido ambos los que hemos empezado esto. Cojo aire y desenvaino mi espada. Me coloco frente al oficial Mikael que me mira desafiante. Baja la vista hacia su gato y le acaricia la cabeza con suavidad antes de dejarlo en el suelo.

 

—Perdóname, Reina. Vas a tener que alejarte un rato. No me gustaría que te pasara nada—La gata se aleja varios pasos de nosotros y se lava una de sus patas. Solo entonces él desenvaina su espada—. Ahora veamos el error tan grande que has cometido, Hedeom.

 

Con una agilidad monstruosa se abalanza sobre mí tan rápido que apenas me da tiempo a parar el golpe de su espada. Empiezo a arrepentirme de haber abierto la boca hace unos momentos.

 

Mikael continúa lanzándome estocadas una y otra vez y yo sigo defendiéndome sin tener siquiera tiempo para ser yo el que ataque primero. Parece invencible, ¿cuánto ha estado entrenando este chico? Ninguno deberíamos haberlo subestimado solo por su apariencia o su edad.

 

Finalmente tras un rato caigo de rodillas al suelo, agotado. Me tenso al sentir la punta de su espada en mi garganta. Él me mira desde arriba con una media sonrisa que me hace dudar de si debo admirarle o odiarle.

 

—¿Ya estás cansado, Hedeom?

 

Oigo el gruñido de Storm a mis espaldas pero hago un gesto para que se calme. Solo me levanto cuando Mikael envaina su espada de nuevo y me tiende la mano para ayudarme a levantarme. Nuestras miradas se cruzan unos segundos al estar a la misma altura, pero enseguida ambos la apartamos y el va junto a su gata para tomarla de nuevo entre sus brazos.



#11478 en Fantasía
#16092 en Otros
#2002 en Aventura

En el texto hay: traicion, romance, guardia

Editado: 21.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.