Una sombra del pasado

Capítulo 3

Han pasado varias semanas desde nuestra persecución con aquel ladrón por las calles del reino. El oficial Mikael y yo no hemos vuelto a hablar sobre la conversación que tuvimos ese día y hemos continuado nuestro trabajo como si nada hubiera pasado. Tampoco hemos vuelto a coincidir a menudo.

 

Aún así he notado varias veces como clavaba sus ojos azules en mí cuando sí coincidíamos en una guardia o la sonrisa burlona que me lanza cuando nos cruzamos por los pasillos de palacio. Aunque quizás solo me lo he estado imaginando. ¿Por qué no puedo sacármelo de la cabeza? No quiero seguir pensando en él, tal vez solo está jugando conmigo por cómo actué esa noche.

 

—¡Hedeom!

 

Doy un respingo y vuelvo a la realidad. Edek me mira irritado unos pasos por delante de mí. No recuerdo en qué momento he dejado de caminar. Echo una mirada hacia atrás observando el largo pasillo por el que hace un momento estábamos haciendo guardia. Ni siquiera me he dado cuenta de todo lo que hemos recorrido.

 

—¡¿Se puede saber qué estás haciendo?! —me dice mi amigo, enfadado. Incluso su zorro parece estar molesto—. Te has parado ahí de la nada como un idiota. ¡Llevo llamándote un rato! ¡¿Qué diablos tienes en la cabeza?!

 

Me froto la cabeza intentando despejarme y voy junto a él. Él empieza a caminar de nuevo dando grandes zancadas mirando al frente.

 

—Lo siento, Edek. Tengo la cabeza en otra parte, no sé qué me pasa.

 

—Yo sí lo sé.

 

Doblamos una esquina, cruzándonos con dos sirvientas que ríen cuando mi amigo las saluda con una sonrisa. Yo lo miro esperando a que siga hablando. No parece dispuesto a hacerlo pero finalmente respira profundamente y me lo cuenta.

 

—Es por nuestro patético oficial, ¿verdad? —suelta, sin miedo a que el mismísimo Mikael pueda escucharlo.

 

—¿Qué? —digo, parándome en seco—. ¡No me gusta Mikael!

 

—Por favor... ¡Te gusta! ¡Incluso lo llamas Mikael!

 

Resoplo y cruzo los brazos sobre mi pecho. ¿Qué tiene de malo que lo llame así? Ese es su nombre. Estoy seguro que hay más personas que lo llaman por su nombre y no parece molestarle tampoco que yo lo haga. Además no me gusta, yo le odio tanto como él a mí. No tengo nada que ver con él.

 

Edek va junto a mí y me obliga a seguir caminando. Me coloca el brazo encima de los hombros en ese gesto que lo hace ver tan amigable.

 

—Escucha, Hedeom. No sé que clase de gustos raros tienes para fijarte en él, pero no creo que ese imbécil sea bueno para ti. Soy tu mejor amigo y no quiero tener que soportarte si ese noble de pacotilla te hace sufrir.

 

—No creo que sea tan horrible como tú crees que es. He llegado a conocerlo el tiempo que he estado junto a él y estoy casi seguro de que no es tan irritante como quiere parecer.

 

Sinceramente no sé qué me ha llevado a decir eso. Me estoy contradiciendo a mí mismo. ¿Es que acaso Edek tiene razón? ¿De verdad me gusta Mikael? Siento que enrojezco levemente. No, no puede ser. Es cierto que me gusta su aspecto, pero nada más.

 

Mi amigo suspira pesadamente y sacude la cabeza dándose por vencido. Ambos nos sorprendemos cuando Mikael junto a otros tres guardias pasan rápidamente junto a nosotros con un aire de nerviosismo. Edek alza la voz para llamar su atención y los cuatro se giran rápidamente.

 

Mikael no parece estar de muy buen humor y mira a Edek furioso, seguramente por hacerle perder el tiempo.

 

—¿Qué es lo que pasa? ¿No ves que tenemos prisa?

 

—Bueno, eso quisiera saber yo. ¿A donde vais tan rápido? ¿Ha pasado algo?

 

—¿Cómo te atreves a hablarle así a tu superior, novato? —dice uno de los guardias.

 

Edek le lanza una mirada desafiante y ambos se miden con la mirada. A mi amigo parece encantarle meterse en peleas, como cuando ambos entrenábamos juntos. Escucho como Mikael resopla irritado y se coloca entre ambos.

 

—¡Parad ya, idiotas! ¡Estamos perdiendo el tiempo! Como algo le pase al príncipe por vuestra culpa el rey nos mandará matar a los seis.

 

—¿Qué? ¿Qué le ha pasado al príncipe? —pregunto, con nerviosismo.

 

Quién responde a mi pregunta es Faizah, una de las compañeras con la que he estado entrenando desde siempre, aparte de Edek. Tiene ojos marrones y pelo corto, afeitado por una parte. Su acompañante es una guepardo.

 

—La reina Mairah ha muerto y el príncipe ha huido de palacio a plena medianoche, no ha debido tomárselo muy bien.

 

—¿Cómo sabéis que no está en el palacio aún? —pregunta mi amigo.

 

—Hemos estado buscándolo por todas partes sin éxito. Además un sirviente lo vio salir corriendo del palacio —responde el otro guardia.

 

—¡Parad ya de parlotear y vamos a buscar al príncipe de una vez! ¡Estamos perdiendo el tiempo!

 

Los cinco asentimos y echamos a correr por los pasillos. Salimos rápidamente del palacio. A pesar de que es más de medianoche las calles no están completamente vacías. Hay hombres y mujeres entrando y saliendo de las cantinas, algunos tambaleándose debido al alcohol que habrán consumido. Otros simplemente pasean por la ciudad.

 

Mikael decide que nos separemos en dos grupos de tres. Edek se aleja junto a los dos guardias mientras Faizah y yo vamos con Mikael. Es díficil buscar al príncipe en la oscuridad de la noche a pesar de que hay varias luces provenientes de las casas y las cantinas. Al menos nuestros compañeros sí que pueden ver en la oscuridad.

 

Varias veces nos confundimos con jóvenes que se parecen a Akalis pero ninguno de ellos resulta ser el príncipe.

 

La noche sigue avanzando y seguimos sin tener rastro de él. Siento como el mal humor de Mikael aumenta a medida que pasa el tiempo. Lo veo desesperarse por momentos. Entonces se para de repente y mira por todas partes con un aire nervioso. Nunca lo había visto así.



#11468 en Fantasía
#16083 en Otros
#2000 en Aventura

En el texto hay: traicion, romance, guardia

Editado: 21.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.