Una sombra del pasado

Capítulo 4

Hace ya dos días desde la muerte de la reina Mairah. Después de lo que pasó en los aposentos de Mikael no he podido verlo, así que lo he estado evitando y ya que debe guardar reposo hasta que se le cure la herida me ha resultado fácil. A pesar de que me siento muy preocupado por él, no se veía muy bien cuando salí de sus aposentos.

 

Pero me obligo a dejar de pensar en eso, no tiene nada que ver conmigo. Al menos entrenar con mi mejor amigo hace que no piense demasiado en él. O eso creía.

 

—¡¿Qué le has besado?!

 

Creo que Edek no sabe lo que es ser discreto. Le lanzo una fuerte estocada que él para a duras penas, sorprendido.

 

—¡Cállate! —le digo, bajando la voz—. ¡Además me besó él a mí!

 

Mi amigo detiene la práctica para hacer una falsa y exagerada arcada. Pongo los ojos en blanco y envaino mi espada. ¿Cuando va a dejar de ser tan infantil? Él ya es varios años mayor que yo.

 

—No exageres. No es para tanto, Edek.

 

—¿Cómo que no es para tanto? Es Mikael, Hedeom. ¿Es que te gusta el sabor del veneno en la boca?

 

Me cruzo de brazos y le doy la espalda. No es mi culpa sentirme así, a mi también me gustaría sentir lo que siento por otra persona que no sea él. Pero los sentimientos no funcionan así. Edek suspira y coloca un brazo sobre mis hombros.

 

—Hedeom, sé que te gusta mucho, pero deberías alejarte de él. He conocido a muchas personas como él.

 

Le miro confuso. ¿Muchas personas como él? No entiendo de qué está hablando y tengo una extraña sensación de que no me va a gustar lo que sea que esté insinuando.

 

—¿A qué te refieres? —pregunto, con algo de duda.

 

Él vuelve a suspirar, y se pasa una mano por el pelo como si no supiera por dónde empezar. Yo espero pacientemente a que hable.

 

—He escuchado rumores sobre él por el palacio…

 

Empiezo a sentirme cada vez más nervioso. No me gusta el tono de su voz, como si no quisiera hacerme daño. Hago un gesto para que continúe. Él aparta la vista rehuyendo mi mirada.

 

—Creo que no eres el único con el que se ve a escondidas, Hedeom.

 

Sus palabras me llegan como una bofetada y siento una punzada de dolor en el pecho. Aprieto los puños, furioso. Eso no puede ser cierto, Mikael no puede ser así. Me habría dado cuenta. No lo he visto actuar así con nadie más.

 

—¿Cómo puedes saber eso? Apenas hablas con él. ¡No le conoces!

 

—¡Es lo que he escuchado!

 

—¡Solo son rumores! ¡No puedes estar seguro de que sea verdad!

 

—¡Tú tampoco puedes estar seguro de que sea mentira!

 

Bajamos la voz cuando varios guardias se quedan mirándonos extrañados. Me levanto, cansado de discutir y voy en dirección al palacio. No quiero seguir discutiendo con él. Sé que le cae mal Mikael desde el primer día, por supuesto que estará en su contra. Pero yo no estoy de acuerdo.

 

—¿Pero a dónde vas ahora? —me dice, desde atrás—. ¡Hedeom!

 

Me alcanza rápidamente y me obliga a darme la vuelta para mirarle.

 

—¡Déjame! Voy a ver a Mikael. Estoy seguro de que esos rumores son falsos.

 

Él me mira furioso, pero acaba soltándome el brazo de mala gana.

 

—¡Adelante! Ve con esa serpiente venenosa. Después no digas que no te avisé.

 

Me estremezco solo con pensar en esos bichos, siempre he sentido fobia por los reptiles. Odio que compare a Mikael con uno de esos seres repulsivos llenos de escamas.

 

—¡Él no es una serpiente, Edek! ¡No es como tú te crees que es! ¡Déjame en paz y ocúpate de tus problemas!

 

Edek me mira con notable molestia, pero acaba suspirando pesadamente.

 

—¿No entiendes que solo intento protegerte, idiota? —me dice. Respira hondo intentando tranquilizarse y se da la vuelta—. No sé cuando te has vuelto tan estúpido...

 

Se va en dirección contraria con una expresión de tristeza, seguido por Anuar. No quería hacerle sentir mal, pero es él el que no me entiende a mí. Suspiro y echo a caminar de nuevo hacia el palacio. Necesito hablar con Mikael. Necesito saber que esos rumores son falsos. Y si se encontrará mejor. Hasta ahora no había tenido tantas ganas de verle.

 

Cuando llevo hasta su puerta me quedo clavado en el sitio. No me atrevo a pegar a la puerta. Voy de un lado a otro frente a ella, sin atreverme a golpearla. No se si quiero saber la verdad. Pero tengo que hacerlo. Tengo que hacerle ver a Edek que tengo razón. Me coloco frente a la puerta decidido y alzo un brazo para llamar.

 

Pero antes de que pueda siquiera tocarla, ésta se abre. Y mi mirada se cruza con la de un guardia. Es uno de los guardias que estaban con él el día en que el príncipe huyó por la muerte de la reina. ¿Qué estaba haciendo en la habitación de Mikael? ¿Por qué está aquí?

 

Siento que el alma se me cae a los pies al imaginarme todas las posibilidades en mi cabeza. Siento que me estoy mareando. Puedo escuchar la voz de Edek diciéndome que él tenía razón. No puedo creer que de verdad la tuviera.

 

—¡Apártate de una vez, idiota! —me grita el guardia, dándome un empujón con el hombro.

 

Veo como se marcha por el pasillo mientras yo me quedo de pie en la puerta. No parecía estar de muy buen humor. Escucho la voz de Mikael desde el interior de la habitación.

 

—¿Hedeom?

 

Levanto la vista rápidamente para encontrarme con sus ojos azules. Pero los bajo inmediatamente al recordar lo que acabo de ver. Sé que debería irme de aquí, pero en cuanto me pide que entre le hago caso sin pensar. Tras cerrar la puerta detrás de mí noto algo frotarse contra mis piernas y bajo la vista. Reina me mira unos ojos color ámbar.



#11471 en Fantasía
#16088 en Otros
#2002 en Aventura

En el texto hay: traicion, romance, guardia

Editado: 21.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.