Una sombra del pasado

Capítulo 11

Llevo días yendo de posada en posada sin saber dónde quedarme durante las noches. Aunque ni siquiera he podido dormir demasiado estos días. No habría dormido nada si no fuese por las bebidas que he estado tomando en la cantina. Justo como Edek y yo habíamos prometido, aunque solo yo haya podido cumplir esa promesa.

 

Pero aunque todavía me duela demasiado la muerte de mi mejor amigo, otro sentimiento crece con más fuerza dentro de mí. La ira.

 

A pesar de que esto va a ser mi fin tengo que hacerlo. Cuanto más cerca estoy de mi destino más furioso me siento, La ira empieza a recorrerme como si fuera un veneno. El mismo que acabó con la vida de Edek. Aunque sé que fue el rey quien la causó, usando a su serpiente, yo solo puedo pensar en una sola persona.

 

Cada vez que pienso en esa cara, en esa sonrisa con la que ya me había familiarizado lo único que puedo sentir ahora es odio. Esta vez un odio de verdad. Y ahora nada podrá cambiar eso, ni siquiera sus mentiras. Porque quien realmente provocó todo esto fue él. Justo la persona que ahora tengo delante.

 

Mikael me mira con sorpresa cuando lo obligo a darse la vuelta.

 

—¿Hedeom? ¿Qué haces aquí? ¿Estás loco?

 

Aprieto su brazo con fuerza, llevado por la furia. Sé que le estoy haciendo daño cuando se queja. Pero no pienso soltarle.

 

—¡¿Pero qué te pasa?! ¡Suéltame!

 

—Lo sé todo —siseo.

 

—¡¿De qué estás hablando?! ¡Te has vuelto loco!

 

—Te has aburrido de mí, ¿verdad? Como si solo solo fuera un juguete. Porque eso era para ti, ¿no? ¡Un juego! ¡Un maldito capricho!

 

Su expresión cambia cuando empieza a entender de lo que le estoy hablando. No es de miedo ni de vergüenza por haberle descubierto, sino de enfado. Sé de antemano que va a volver a mentirme a la cara. Pero esta vez no me voy a dejar engañar.

 

—¿Eso es lo que te dijo Edek? Por favor, Hedeom. Estaba a punto de morir, estaría delirando…

 

Antes de que pueda seguir hablando lo agarro del cuello de su ropa. Y ahora si que veo su expresión de miedo.

 

—No te atrevas a hablar mal de él —le advierto, con la mandíbula apretada—.¡Edek era muy importante para mí y por culpa tuya y de tu maldito juego ahora está muerto! ¡¿Te sientes bien contigo mismo al saber que una persona ha muerto por tu culpa?!

 

—¡Hedeom! ¡Escúchame…!

 

—¡No! —le interrumpo—. ¡Deja ya tus malditas mentiras y dime la verdad! ¡Sólo he sido un capricho para ti, ¿verdad?!

 

Ambos nos medimos con la mirada, furiosos. Hasta que él sonríe, sin burla y sin bromas. Es una sonrisa que se me hace perversa y sádica y que me da escalofríos. Su carcajada me golpea haciéndome sentir estúpido.

 

—Oh, Hedeom —dice fingiendo cariño—. Eras tan ingenuo… Está bien, te diré la verdad si tanto la deseas.

 

Lo miro, sintiendo que enfurezco con cada palabra que sale de su boca. Me asquea incluso hasta su forma de hablar. Ahora empiezo a entender por qué Edek lo odiaba tanto. Estoy seguro de que ésta es la verdadera cara de Mikael. Todo lo demás solo era una máscara.

 

—Tu querido amigo te dijo la verdad. —Aunque lo intento, no puedo evitar que su declaración se me clave en el pecho—. Solo me estaba divirtiendo contigo, es una pena que ese imbécil lo haya estropeado todo.

 

Aprieto más mi agarre, haciendo que apenas pueda tocar el suelo. Él me mira con un profundo odio.

 

—¡No vuelvas a llamarlo así!

 

El vuelve a sonreír, provocándome. Haciéndome enfadar aún más. Escucho el gruñido de Storm detrás de mí, defendiéndome. Reina sale corriendo por los jardines de palacio.

 

—Tengo que admitir que los dos estabais hechos el uno para el otro —sigue diciendo. Vuelve a reírse frente a mí—. ¿Sabías que estaba enamorado de ti? Me lo admitió el mismo ese día. Es gracioso, ¿verdad? Que pena que tú te fijases antes en mí que en él.

 

Lo suelto casi sin pensar, se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas sin poder evitarlo. Pero antes de que pueda reaccionar, Mikael me golpea en el estómago. Arqueo la espalda y aguanto las ganas de vomitar que me ha provocado el golpe. Él aprovechando el momento me desestabiliza y me inmoviliza en el suelo.

 

Con demasiada casualidad, unos guardias se acercan rápidamente a nosotros. Me fijo entonces en quién los guía. Reina, la gata de Mikael, camina delante de los guardias. Debí haberlo supuesto cuando la vi irse corriendo. Aún así no la culpo ya que solo intenta proteger a su compañero, es una pena que no sepa ver cuanta maldad hay en él.

 

—Lo siento, Hedeom —susurra Mikael en mi oído—. Pero tú te lo has buscado.

 

Me obliga a ponerme en pie, sujetando mis manos con fuerza tras mi espalda.

 

—Encerradlo, es un fugitivo —les ordena a los guardias.

 

Me quedo de piedra y miro a los que eran mis compañeros, que se miran extrañados. Supongo que ellos no lo sabían hasta ahora. Storm se coloca frente a mí y les gruñe, haciendo que los dos animales que los acompañan le respondan.

 

—Storm, para...—le digo agachando la cabeza, rindiéndome.

 

Supongo que no puedo hacer nada ya, no puedo enfrentarme a tres guardias. Ni tampoco tengo ganas de luchar. Así que dejo que me lleven.

 

Sé que no es justo, que no me merezco esto, que al que deberían encerrar es a Mikael y no a mí. Pero ahora que mi mundo se ha hecho pedazos todo me da igual. Estar entre rejas nunca se va a comparar con el dolor que siento ahora mismo.

 

Caminamos por los pasillos de palacio. Los observo con otros ojos ahora que estoy apunto de perder mi libertad. Ya me había acostumbrado a caminar por ellos, junto a Storm. O junto a Edek. Nunca pensé que las cosas terminarían así.



#11456 en Fantasía
#16068 en Otros
#2002 en Aventura

En el texto hay: traicion, romance, guardia

Editado: 21.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.