Una tarde poco Normal - flufftober 2022 │starker│

Día IV - Manualidades juntos.

El punto es, ¿por qué siempre se dejaba arrastrar a ese tipo de idioteces?

Esa era la pregunta más importante. Después se podría preguntar: ¿por qué era tan condenadamente difícil hacer que la purpurina cayera justo donde uno quería y no en toda la hoja? Otro misterio a resolver para la humanidad.

May le había pedido/extorsionado para que le ayudara a armar unos paquetitos, que luego les daría a los niños del centro. Peter hubiera (lo hizo y ella lo miró mal) ofrecido regalar fotos de Spider-Man autografiadas. En su lugar, lo tenía allí sentado, coloreando arcoíris, recortando tréboles y corazones, llenando literalmente todo de purpurina.

—No vale la pena llorar sobre la leche derramada, Peter —se dice en voz alta, sacudiendo los hombros.

Estudia con cuidado la mesa del comedor y suspira volviendo a coger las tijeras, el pegamento y la maldita purpurina. Bien, si se apura no tenía por qué tomarle más que unos cuantos minutos.

Craso error. Peter llevaba tanto tiempo abocado a aquella maldita tarea, que cuando su teléfono suena, pega un bote en la silla. En frustrante silencio ve como toda la purpurina vuela de su mano y le cae de lleno sobre el rostro y la ropa.

El sonido estridente se corta y Peter se sacude como puede, cogiendo el estúpido equipo. Su mirada se queda desorbitada leyendo la pantalla, pero antes de que pueda coordinar pensamiento-movimiento, el móvil vuelve a emitir el mismo sonido irritante. Atiende por impulso, no por voluntad.

—Niño, no sé quién piensas que eres, pero como vuelvas a dejarme esperando por…

El rostro sorprendido de Tony se queda en silencio, seguramente reparando al fin en su imagen. Peter se ve en el pequeño recuadro que le pertenece y nota los manchones de purpurina multicolor por todo su rostro y cabello revuelto.

—Veo que estás… ocupado —dice Tony, sonriendo con diablura.

Le toma unos segundos entender lo que quiere decir y puede sentir como al hacerlo todo su rostro se vuelve escarlata.

—¡No lo estoy! —se queja sacudiendo con virulencia la purpurina—. Estoy en casa.

Desde la pantalla de su celular, Tony frunce el ceño y entrecierra los ojos, poco convencido.

—¿Con una chica?

—No. Con nadie —bufa decretando que no podrá hacer nada por mejorar su apariencia.

—¿Y tu tía?

—En el centro.

Su mentor vuelve a quedarse en silencio, inclinando de un lado al otro el rostro.

—O sea… estás solo en casa.

—Sí.

—Y estás lleno de purpurina.

—Eh… sí.

Tony carraspea y Peter no consigue entender por qué hace esfuerzos por no reír. Sí, se ve ridículo. Pero siendo francos, eso no era lo más humillante que lo pescó haciendo. No después de que hace mucho le confesó que revisó todas las filmaciones que hizo Peter con su traje el primer año que se lo dejó.

Bien, no habría nada más humillante que eso. Se lució por mucho tiempo frente al espejo. Definitivamente en paños menores o con solo una toalla alrededor de su cintura, hablando consigo mismo. O peor, fingiendo que hablaba con un ladrón al que acababa de aprender.

Buscó por mucho tiempo su “frase” y su “pose”. Y sí, Peter hizo aquello frente al espejo y con la máscara puesta.

Era improbable no haber desarrollado una tolerancia máxima a hacer el ridículo frente a ese hombre. Dios gracias, jamás intentó ir más lejos, como descubrir de qué más formas su nuevo cuerpo había mejorado su resistencia…

Un escalofrío le baja por la espalda y sus mejillas vuelven a arder. Maldita sea, al menos siempre tuvo la inteligencia mínima de no decirle a Karen que estaba secretamente enamorado de su inventor. Eso hubiera sido el fin de su amistad. Peter jamás lo hubiera podido ver a los ojos si supiera su humillante secreto. Ahora, cinco años después, aún se sentía dolorosamente estúpido por seguir albergando lo deseos propios de un crío.

—Esto… bueno, ¿Y ya pensaste si se lo diras a May? ¿No quieres, ya que estamos, practicar conmigo lo que dirás? —le pregunta de repente y Peter espanta sus cavilaciones agitando la cabeza.

—¿Oh?

—No sé, esto es incómodo, pero creo que quizá quieras hablarlo conmigo antes de charlarlo con tu tía. Eres un poco malo con las palabras cuando te ganan los nervios.

Peter alza una ceja y mira sin entender su celular. Por un violento segundo piensa que Tony leyó el camino de sus pensamientos, pero lo descarta. Podía ser que ahora se conocieran mucho y se la pasaran terminando las oraciones del otro, pero Peter estaba muy seguro de que su secreto seguía perteneciéndole. Tony lo hubiera alejado como si fuera material bacteriológico si sospechara lo que pensaba cada que estaban solos en el taller.

—No entiendo…

—Parker, estás solo en casa. Lleno de purpurina multicolor. Ten un poco de fe en mi inteligencia al menos —resopla con una sonrisa torcida—. Puedo ver por dónde van los tiros. Yo solo intento hacer que no mates a May del susto soltándole más información de la que podrá necesitar. Si de repente le sueltas que quieres empezar a comprar tacones y faldas, por muy abierta que sea tu tía, la vas a infartar.




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