¿una taza más?

El chico de ojos verdes

Unos ruidos me despiertan. Provienen de la planta baja, o eso es lo que me parece. 

Dudo haber dormido mucho, así que algunos de los huéspedes estarán todavía merodeando por el hotel.

Intento volver a dormir, me muevo de un lado a otro e incluso pongo la almohada sobre mi cabeza para ahogar los sonidos. No obstante, nada de eso funciona ¿No podrían bajar un poco la voz y tratar de hacer menos ruido? Hay gente que intenta dormir.

Malhumorada y con el pelo totalmente revuelto, me levanto de la cama sin demasiadas ganas. No sé la verdadera razón de porqué lo hago, pero es como si mi cuerpo fuera por sí solo hacia el centro de los ruidos y voces. Antes de salir, me fijo que en el tocador, encima de la silla, hay una bata de seda blanca como la nieve, no recuerdo haberla visto ahí antes. De todas formas, no voy a darle muchas vueltas a eso, lo más seguro es que Emily la haya dejado ahí. Me la pongo con cuidado y abro la puerta de mi habitación.

Todo el pasillo está sumido en la más profunda oscuridad, pero no me molesto en buscar el interruptor para encender la luz. Si giro hacia la derecha, encontraré la escalera principal que posiblemente ahí sí que haya luz. Y no me equivoco, poco después diviso la alfombra roja que cae hacia abajo y me dispongo a seguirla hasta su fin.

Hay menos gente de la que me imaginaba, todos más arreglados que antes. Seguro que desentono aquí, pues mi vestimenta no es nada formal. Aunque me da igual, solo quiero ver el  porque de tanto jaleo. Hay personas que salen a la calle, vislumbro un bonito escenario lleno de luces y mesas con copas en los alrededores de la gran casa.

De repente, sin previo aviso, empiezo a ver todo borroso. Estoy más cansada de lo que pensaba. Antes de que pueda darme cuenta, me he dejado caer en un frío banco de piedra, pegado a una de las paredes. No tengo ni siquiera una mísera fuerza para subir de nuevo las escaleras y meterme en la reconfortante cama, siento como si algo hubiese drenado toda mi energía.

Antes de quedarme profundamente dormida ahí fuera, observo por última vez a un chico de ojos verdes que me mira fijamente desde una de las mesas. Creo haberle visto en otra parte, pero no recuerdo con claridad donde.

Abro los ojos de nuevo, y alguien me ha cogido en brazos, no veo quien es, pero a mi parecer, se parece al señorito Rider.

La luz de la mañana se empieza a colar por las transparentes cortinas que adornan la habitación, dándole un toque mucho más diáfano de lo que ya es.

A pesar de haber dormido, me siento cansada y sin fuerzas.

Miro la silla del tocador, vacía como de costumbre. Recuerdo el sueño que he tenido, bastante raro pero a la vez tan real. Nathaniel, el chico de ojos verdes… Solo han formado parte de mi imaginación, mas caigo en la cuenta de que  ese chico se parecía mucho al que posaba ante la cámara, la antigua foto que ahora estará colgada en una de estas viejas paredes y que será el centro de atención de muchos huéspedes.

Estiro mis brazos hacia arriba, dejando que un bostezo salga de mí. No diría que ha sido una buena noche, pero sigo sin comprender el porqué, he dormido del tirón.

La puerta se abre suavemente.

-Buenos días señorita Catherine, el desayuno se servirá en diez minutos.-Diana entra  a la habitación con toda la libertad del mundo.- Parece cansada ¿Ha descansado bien?-Sin darme tiempo a responder, corre las cortinas, dejando que el sol me deslumbre por completo.- Hoy hace un día hermoso, deberían llevarla a Londres para que dé un largo paseo.

No tengo ni siquiera fuerzas para responder, pero me siento obligada a preguntar la hora.

-Diana ¿Qué hora es?

-Son las ocho y media de la mañana, señorita.-Se acerca a la chimenea y remueve un par de troncos chamuscados.-El horario que vuestro tío me dió a seguir, era levantarla a las ocho de la mañana, pero he pensado que le gustaría descansar un poco más.

Me froto los ojos a modo de respuesta, por lo que ella se ve obligada a continuar:

-Los señores no están, han ido a Londres a hacer unas cuantas compras. He pensando que le gustaría ir después con ellos, así que me he tomado la libertad de decirle a  Conall que la llevara a la ciudad después del té, probablement para esa hora vuestros tíos ya hayan llegado- Hace una pausa y empieza a tirar de las sábanas, como si quisiera que me levantara  para poder hacer la cama en ese mismo instante.-Pase al baño a asearse cuando quiera, después puede bajar a desayunar, si así lo precisa.

Sin más dilación, me levanto y me dirijo hacia el hermoso baño.

Para mi sorpresa, hay ropa perfectamente estirada y colocada en el borde de la bañera ¿También me van a preparar la ropa? Y es más ¿Cuándo han puesto esto? ¿Mientras yo dormía?

Muevo la cabeza varias veces, negando. No quiero inundar mi cabeza con más cosas raras, ya tengo suficiente con el secreto que aún sigue sin salir a la luz ¿Qué más dará? Al menos parece que quien quiera que sea, no tiene mal gusto para elegir la ropa. 

Me visto con rapidez, tengo demasiada hambre para tomarme todo con calma. Por último me acerco al lavabo para lavarme la cara, aunque al ser un hotel antiguo, el agua caliente tarda en llegar.

Doy un respingo cuando, nada más dejar que el agua se deslice sobre mi rostro, atrás mío aparece una gran sombra negra que poco a poco va cogiendo forma, el chico de ojos verdes. Asombrada por lo que veo a través del espejo, vuelvo a echarme agua en la cara y me restriego bien los ojos. 




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