Despierto por la mañana, envuelta entre las suaves sábanas. Los rayos del sol se cuelan tímidamente a través de las cortinas casi transparentes y el viento azota con fuerza la ventana.
Antes de que pueda hacer algo al respecto, mis ojos vuelven a cerrarse. Me siento exhausta debido a todas las emociones de ayer, el encuentro con la sociedad victoriana, la búsqueda del señorito Adolphson, el baile con Nathaniel… Pero antes de que me dé tiempo a volver a caer en un profundo sueño, golpean la puerta con los nudillos.
Hago el mayor esfuerzo para hablar.
-Pase.- Mi voz suena ronca.
La puerta se abre, y Diana atraviesa la habitación hasta llegar a la ventana más próxima. Lleva el pelo recogido en un gran moño y su semblante es serio. El vestido negro sigue siendo el mismo de la primera vez que pude presenciarlo.
-Buenos días, señorita Catherine ¿Ha descansado usted bien?- Su voz destaca la apatía que desprende.
-He dormido bien, gracias.- Me obligo a contestar para no parecer grosera.- ¿Qué hora es?
-Las ocho en punto, los señores ya le esperan abajo.- Abre la ventana de par en par, sin importar que yo siga enredada entre las mantas.- Debería vestirse.
Perezosamente, estiro mis brazos hacia arriba y ahogo mi voz en un contagioso bostezo impropio de una dama. Después, salgo de la mullida cama y me dispongo a llegar al aseo.
Las prendas de ropa están cuidadosamente colocadas sobre el borde de la bañera, como todas las demás mañanas. Pero al tenerlas entre mis manos, me doy cuenta de que no se trata de lo que yo traje conmigo, es algo más antiguo y elegante; una camisa blanca de manga larga, junto con una falda larga de color oscuro.
Recojo mi cabello en un hermoso moño, dejando varios mechones sueltos, adornado con un lazo del color de la falda.
Sin previo aviso, mientras me miro al gran espejo, Nathaniel atraviesa mis pensamientos. Me sonrojo, aunque la idea de verlo de nuevo me exalta. Volver a sumergirme en sus verdes ojos, volver a sentir el calor de sus manos contra las mías... Me sonrío a mi misma, avergonzada por tener esta clase de pensamientos, y avanzo hacia la ventana.
Todo se mantiene blanco, como anoche. Pero aún la nieve cae con fuerza y el viento hace que los pequeños copos choquen contra mi ventana, dibujando así espirales de hielo. Todo se ve hermoso allí fuera, el hotel y la nieve hacen una buena combinación.
Dejo atrás la habitación, aproximándome cada vez más a la gran escalera. De repente, las dudas comienzan a surgir de mí. Voy a tener que enfrentarme a mis tíos, ya sé el secreto que escondían, al menos un poco. Más ¿Por qué me siento tan inquieta? ¿Me aterra el hecho de cómo puedan reaccionar? ¿Temo lo que me dirán?
Mi pulso se acelera y mi respiración se agita cuando bajo el primer escalón. Allí están, esperándome, de espaldas a la escalera mientras hablan con el mayordomo ¿Le contarán lo que yo vi? Sabía que no era buena idea presentarse delante de ellos, al menos, todavía…
Como si hubieran sentido mi presencia, los tres se giran casi al unísono.
Respiro hondo antes de tener que enfrentarme a ellos.
-Querida Catherine…-El tío Heinz oculta algo tras su cálida mirada.-¿Cómo pasó la noche?
-Estoy cansada.-Digo casi en susurro.
-No me sorprende. Después de todo lo que encontró, debe encontrarse terriblemente agotada.
Emily me dedica una sonrisa.
-Disculpe a su tío, todo esto es nuevo para él.- Se acerca a mí.- Venga conmigo, daremos una vuelta antes de que el desayuno esté servido.
-Es una gran idea.-Interrumpe Heinz.- Conall y yo debemos hacernos cargo del problema con la luz.
Asiento, sintiendo la mano fría y arrugada de Emily en mi hombro. Nos despedimos de Heinz con una reverencia y avanzamos por el hotel, rumbo al nevado jardín
-¿Qué le ha parecido?-Añade cuando nos hemos alejado varios metros.
Sorprendida por la simpatía que despierta su voz, respondo:
-Fue...Mágico, asombroso…
-No esperaba encontrarla anoche, fue toda una sorpresa.-Hace una pequeña pausa y se detiene, colocándose el abrigo y tendiendome el mío.- Por lo que veo, el señorito Rider se encontró todo momento a su lado.
Cuando escucho su nombre, mis mejillas se encienden.
-Fue todo un caballero. Pero he de admitir que pasé miedo.
-Querida Catherine, es un mundo totalmente desconocido para usted, es cuestión de tiempo lo que tarde en acostumbrarse. Tenga…-Carraspea.- Perdóneme...Ten en cuenta que ahora que ya lo sabes, debes mantener el secreto guardado. Ni una sola palabra debe ser dicha delante de quien no sepa de su existencia, podría ocasionarnos un gran problema a todos.
-No se preocupe, no diré nada.-De nuevo, las preguntas empiezan a arremolinarse en mi interior, pero las contengo por el momento.- Quise encontrar a Lewis Adolphson, mas para mi desgracia no se hallaba en ningún sitio.
-Oh, así que él es lo que más le inquieta.-Su mirada se torna burlona.- Quizás puedo ayudarla con eso.
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Editado: 15.11.2024