¿una taza más?

La carta del tío Heinz

Han pasado más de dos semanas y todavía no he recibido la carta. Empiezo a dudar si ha llegado a su destinatario correspondiente o Heinz se niega a saber nada de mí. En cuanto a mi madre, no hace más que ocultar todo lo que puede. Apenas es capaz de dirigirme la palabra.

¿Qué esconden para ponerse de tal manera? ¿Les afecta tanto? Igual es una historia de asesinatos, con muertes macabras y muchos sospechosos… Despropósitos.

-¡Cathy!- Grita mi padre; Edgar Coleman.- Ha llegado algo para ti.

Mi corazón late con fuerza, bajo corriendo las escaleras como si mi vida dependiera de ello.

Para mi sorpresa, mi madre sostiene la carta entre sus finas manos. Su rostro refleja su enfado; su ceño está fruncido y sus labios solo son una línea recta que no deja ver ningún signo de alegría.

-¿Por qué estás enfadada?- Pregunto acercándose cautelosamente a ella.- Creo que hay una carta para mi.

Hace caso omiso a mi pregunta y comienza a hablar:

-No me importa lo que diga mi hermano, no vas a ir.

-¡Pues cuéntame lo que me escondes de una vez por todas! Merezco explicaciones, no sé porque nos fuimos, no sé porque te afecta tanto hablar de esto.- Se me llenan los ojos de lágrimas.- No sé absolutamente nada y parece que no te importa. Ya no soy una niña pequeña. Merezco alguna explicación, mamá.

Le quito la carta de las manos, ella me mira desconcertada, como si le hubiesen tirado un cubo de agua fría, pero ya no muestra enfado, solo se muestra átonita. Vuelvo a subir las escaleras y me encierro en mi habitación.

Mientras las lágrimas causadas por la rabia comienzan a bajar por mis mejillas, abro la carta. El sello de lacre rojo se hace destacar, el mismo olor a papel viejo, la misma tinta de una pluma ¿Acaso el tío sigue viviendo en la época victoriana?

 

“Mi querida Cathy:

Perdona, ante todo, mi largo silencio, aunque es bien sencilla la explicación: Me he visto presionado por las repetidas peticiones de su madre y hermana mía.

Debo admitir que su carta me dejó desconcertado, pues no me esperaba tener noticias 

suyas tan pronto, no obstante me alegro de poder conversar de esta manera tan tradicional.

Anhelo su presencia en nuestro humilde hotel, ha transmitido un doloroso silencio tras su marcha. Espero poder tenerla de vuelta muy pronto en Londres, por lo que la invito a venir al hotel familiar.

En cuanto a sus interesantes preguntas, he de reconocer que lamentablemente no escondemos ningún secreto ¿Entes tal vez? Los únicos ruidos que pueden apreciarse son el crujir de la madera, comprenda que es una casa muy antigua.

En nuestro hotel no disponemos de grandes avances tecnológicos, solo contamos con gas y electricidad. Por lo que nos comunicamos con nuestros clientes por medio de cartas. De esta manera optamos por una mejor experiencia al adentrarse en la época victoriana.

Me complace admitir que hablaré con mi hermana; le pediré por mi mismo el consentimiento necesario para que pueda venir a Londres. Tu tía Emily y yo estamos inquietos por encontrarnos de nuevo después de tantos largos años.

Cualquier duda que tenga, señorita Cathy, házmela saber. Estaré encantado de hablar de nuevo con usted.

Amistosamente, su tío:

                                                                Heinz  Hertford.


 

Las lágrimas desaparecen y son sustituidas por la indignación que soy capaz de sentir ante esto ¿Tampoco Heinz quiere decirme nada? No soy necia, sé que hay algo y sea lo que sea debo descubrirlo. Iré a Londres y revelaré el misterio que esconden.

Siento como si mi lugar no fuera este, como si no perteneciera a mi familia. Una vez leí que esto recibía el nombre de moschopsis, así como me siento yo; fuera de lugar.

Guardo otra vez el papel escrito en el sobre. Ni siquiera voy a molestarme en responder a su carta, le preguntaré todo lo que desee que preguntarle cuando esté frente a él. De momento sé que por mucho que indague no encontraré la respuesta a lo que busco. Pero no me puedo dar por vencida, debo saber qué es ¿Es tan peligroso o inquietante para tener que ocultarlo?

Llaman a la puerta, el sonido de los nudillos tocando la madera resuena por toda mi cabeza. No respondo, no quiero hablar con nadie, necesito tiempo para pensar, necesito estar sola

Vuelven a insistir.

 -Cathy…- La voz de mi madre parece rota.- Déjame hablar contigo.

Me obligo a responder.

-Adelante.

Cierra la puerta detrás de ella y se sienta en mi cama, manteniendo unos centímetros de distancia. Parece que todo esto le duele, el hecho de que yo sea tan curiosa y quiera sacar el misterio a la luz. Pero es inevitable, se trata de mi propia familia, el hotel donde yo viví y el que será mío. Así que eso también me engloba a mí, creo recordar que formo parte de la familia  Hertford ; la que lleva el hotel desde hace siglos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.