Mis ojos se fijan en el tío Heinz, notando la intensidad en su mirada. Me siento intrigada y ligeramente incómoda bajo su escrutinio. Mi mente divaga, preguntándose qué es lo que él está pensando. Se acerca con pasos lentos pero decididos, deteniéndose a una corta distancia de mí.
-Catherine.- Dice en un tono grave, su voz cargada de emociones que apenas puedo descifrar- Tengo que advertirte sobre algo importante.
Me mantengo en silencio, observando atentamente su rostro. Su mirada parece contener un peso que va más allá de las palabras que pronuncia. Siento un nudo en el estómago.
-Has estado en peligro, Catherine .-continúa- Más de lo que imaginas.
Mis ojos se abren ligeramente, sintiendo una oleada de preocupación. El tío Heinz se inclina un poco más hacia mí, como si quisiera asegurarse de que entienda la gravedad de la situación.
-Lo que estás descubriendo aquí en el hotel, las conexiones y los secretos que se ocultan, son mucho más peligrosos de lo que te imaginas.
Mis pensamientos corren desenfrenados, tratando de asimilar lo que acabo de escuchar. Me siento como si estuviera parada en medio de un laberinto de intrigas y conspiraciones, sin saber en quién puedo confiar.
-¿A qué le debo temer, tío Heinz? -Mi voz apenas es un susurro, lleno de aprehensión.
-De momento, eso no importa. Lo que necesitas es estar alerta, no bajar la guardia.
Asiento lentamente, mi mente trabaja a toda velocidad mientras intento procesar la advertencia del tío Heinz. Siento una mezcla de miedo y determinación creciendo dentro de mí.
-¿Por qué no puedo saberlo? Si realmente formo parte de esta familia ¿Por qué no puedo encontrar las respuestas?
La esperanza de que mi tío confiese lo que oculta se ve aplastada por su hostigante mirada. Sus ojos, antes cálidos como el ámbar, ahora parecen incendiarse con una intensidad amenazadora. Me doy cuenta de que este es un territorio peligroso al que he entrado, y las palabras de advertencia retumban en mis oídos.
-Ya es suficiente, Catherine.- Percibo su rostro apunto de descomponerse.- Déjalo estar.
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A la mañana siguiente, el sol se alza con una tenue calidez que contrasta con la frialdad de la nevada anterior. Los rayos de sol comienzan a calentar el blanco manto, revelando poco a poco los contornos familiares del paisaje. Mientras el hotel cobra vida con los preparativos para el día, la señora Dunbar, con gratitud es despedida frente a la gran puerta del grandioso hotel.
A medida que observo a la señora Dunbar alejarse, un secreto permanece atesorado en lo más profundo de mi ser; solo yo retengo el recuerdo de aquella noche en la que ella se plantó valientemente frente a los fantasmas evocados de la época victoriana. Sus ojos no lograban percibir las figuras etéreas que, para mí, yacían claramente en su presencia.
Me encuentro recostada sobre uno de los sillones de la biblioteca, con la carta de amor entre mis finas manos, leyéndola una y otra vez. ¿Quién será la misteriosa dama que escribe con una prosa tan apasionada y cautivadora? Sus palabras, impregnadas de una ternura delicada y sincera, penetran en lo más profundo de mi corazón y logran que mis pulsaciones se precipiten como un vals acelerado.
Cierro los ojos por un momento, dejando que las palabras de la carta pinten vívidas imágenes en mi mente. En mi fantasía, la dama detrás de la pluma es una figura enigmática, envuelta en vestidos de época que ondean como suspiros en el viento. Su cabello, enmarca un rostro iluminado por la pasión y la promesa de un amor eterno.
El aroma sutil del papel antiguo se mezcla con el perfume embriagador de la antigua madera que adorna la biblioteca. Cada frase, cada expresión de afecto, es como una melodía que resuena en el aire, envolviéndome en su hechizo. Siento como si el tiempo se desvaneciera, dejándome suspendida entre el presente y una época pasada donde los sentimientos eran declarados con una elegancia que rara vez se encuentra en la actualidad.
En las honduras de lo que alguna vez fue ¿Es posible que el señorito Adolpshon recuerde algo vívido acerca de su romance? Después de todo, aquel no fue meramente un mero rumor, sino más bien un intento genuino de dar forma a una hermosa historia de amor.
Las llamas danzan vivamente en la chimenea, sus ardientes destellos abrazando los robustos troncos de roble con una calidez cautivadora. En la vasta biblioteca, el aire está impregnado de enigmas que aguardan pacientemente a ser desvelados por algún explorador del conocimiento. La estancia parece un escenario donde las incógnitas se entremezclan con las sombras, invitando a quien se atreva a desentrañarlas.
Una voz desgastada, cargada de experiencias y batallas libradas, resuena en el aire, generando un estremecimiento en mi ser.
-Señorita Hertford.- Susurra el hombre con un tono que trae consigo el peso de los años.- La luz ha regresado.
La sensación de su presencia me recorre como un escalofrío, despertando una mezcla de curiosidad y respeto. Mis ojos se dirigen hacia él, revelando las huellas del tiempo en su cabello plateado y las arrugas que marcan la historia de su rostro. Su expresión parece teñida de nostalgia, como si los recuerdos le susurraran al oído.
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Editado: 15.11.2024