¿una taza más?

Compasión tras las sombras

La señorita Adolpshon nos mira por encima de sus pestañas, y por un instante dudo en si he hecho lo correcto al compartir mis intereses sobre el mayordomo. Al parecer, lo ha tomado como si se tratase de cualquier otro hombre, su inocencia, aún infantil, está alejada de cualquier clase social.

Nathaniel permanece a mi lado, con su mirada cabizbaja y sus manos enguantadas descansado a lo largo de su cuerpo en una actitud de paciente espera.

-Señorita Adolpshon.- Digo sintiendo el ligero temblor del arrepentimiento cruzar con fuerza mi mente.

-¿Si?- Responde con naturalidad.

-Confío en su silencio.

Sonrío, esperando que mi sonrisa sea lo suficientemente convincente.

-Descuide, señorita Hertford. No soy tan aficionada a las habladurías.- Asegura con tono tranquilizador.- Lamento si he podido ofenderla en mi mención al señor Hallam. La noche en la que bailaron juntos, los susurros de algunas personas no pasaron desapercibidos ante mis oídos.

-¿Qué susurraban?- Pregunto, inclinándome un poco hacia delante.

La señorita Adolpshon esboza una sonrisa divertida antes de responder.

-Bueno, no es muy normal ver al señor Hallam en compañía de una mujer. Normalmente se le ve en compañía de su propia soledad. prefiere perderse en sus pensamientos antes que entablar animadas conversaciones con los invitados. Es un hombre peculiar. Aunque debo admitir que es bastante apuesto. Una pena que sus otras virtudes no sean tan evidentes como su aspecto.

-El Conde Hallam y yo, hemos coincidido en agradables conversaciones, nada más. Digamos que podemos ser amigos. Parece un buen hombre.- Aclaro sin saber realmente lo que se comenta sobre el Conde.- Ayer mismo jugué con él y el señorito Adolpshon a una partida de Wish. Realmente no es tan reservado como todos dicen.

Mi comentario le sorprende.

-Me sorprende que el señor Hallam se haya tomado la molestia de participar en un juego social. No parece el tipo de hombre que se presta a esas distracciones.- Ríe con timidez.- Y desconocía que mi hermano y el señor Hallam guardasen una amistad.

Por el momento, decido guardarme la insistencia del señor Hallam en que pasara tiempo con Lewis ¿Por qué desearía que me uniese con un fantasma, siendo él mismo consciente de su condición? Tal vez buscaba añadir un poco de emoción a su aburrida existencia, o quizá estaba interesado en explorar la posibilidad de una relación entre un ser etéreo y un mortal.

-Tal vez se trate solo de una simple partida de cartas.- Respondo, buscando silenciar las preguntas de Jane.

El señorito Rider me dedica una mirada interrogante, no obstante, ignoro por completo su insistencia.

-Puede que tenga razón. No he escuchado a mi familia hablar amistosamente del señor Hallam. Solo mencionan que posee una gran fortuna y que probablemente, morirá sin descendencia.

Si eso pudiese ser posible, claro.

-Creí haber escuchado que no le gustan las habladurías, señorita Adolphson.- Destaco entre risas.

-No me gustan las habladurías, mas él es un hombre melancólico, que parece guardar una cantidad de secretos en su interior. Dígame si no le interesaría saber lo que ronda en la mente de un apuesto Conde.

-Puede ser que sí. Aún así, creo que todo el mundo debe guardar secretos solo para ellos.

-Si, claro, sino no serían secretos.- Deposita sus manos sobre el abanico, y se abanica con cuidado. Su mirada se dirige a la lejanía, detrás de mí.- Parece que lo hemos invocado.

Disimuladamente, giro mi cabeza y observo como el joven Conde se abre paso ante la multitud. Su porte elegante y sus pasos seguros, destacan entre los demás, aunque sus ojos parecen perdidos en algún punto del recibidor. Pienso entonces en excusarme, pues aún tenemos una conversación pendiente, mas bajo la cargante mirada de Nathaniel, me hace reconsiderar mis pensamiento, obligándome a permanecer todavía en la compañía de Jane Adolphson.

-Perdone mi curiosidad.- Digo, cambiando drásticamente de tema.- ¿Qué suele hacer en estas fiestas para divertirse? Usted ya sabe que yo opto por jugar a las cartas.

Rio.

-Suelo mantener conversaciones con las otras mujeres, pero muchas solo se centran en la idea de encontrar un buen marido y en relatarnos su próxima boda con algún señorito adinerado. Y comprenda, señorita Hertford, que aún me considero demasiado jovén para pensar en el casamiento. -Sus mejillas se sonrojan delicadamente.- Aunque eso no quiere decir, que no disfrute de un baile en compañía de un hombre.

-¿Le gustan las fiestas?

-Si, las fiestas de temporada son muy entretenidas.

-¿Sabe señorita Adolpshon?- Comento.- Estaba recordando algunas de las historias que se comentan de las fiestas aquí.

-Te recuerdo que no he asistido a muchas.- Dice con un tono amable.

Sonrío.

-He escuchado algunos rumores de que en este lugar se intentó contactar con los entes. Me preguntaba si sabía algo al respecto. Aunque claro, podría ser solo eso, un rumor.

La señorita Adolphson suelta una pequeña risa.




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