Una trampa para la Diva

Capítulo 10. El actor

Marianne

*

La planta me parece excesiva, pero si la retiro de la mesa, entonces se ve demasiado vacía.

—No puedo creer que te pone tan nerviosa ver al dichoso «terremoto».

Pongo los ojos en blanco.

—Por favor, Brenda, no vayas a decirle eso de «terremoto».

—El «proyecto HAARP» se encarga de crear fenónemos naturales catastróficos y…

—Sí, ya me explicaste, entendí eso —interrumpo y retiro la planta de la mesa—. ¿Puedes ponerla en la ventana?

Brenda suspira tan hondo que casi termina con el oxígeno de mi oficina. Toma la planta y la coloca en la ventana donde los rayos del sol acarician sus hojas.

Es una planta falsa, obviamente. Mis habilidades cuidando de otro ser vivo son bastante limitadas.

—Sólo quiero recordarte que encerró a una mujer en un armario y…

—Y no sabemos qué más ha hecho —completo, porque ya me sé el discurso, lleva repitiéndolo toda la mañana—. Lo hizo por conocerme, ¿entiendes?

—Oh, un admirador obsesionado, excelente opción para tener en tu equipo.

Brenda se deja caer en el mullido sofá color crema y cruza los brazos.

—Si no te conociera, diría que estás un poco celosa, Brenda.

—¿Yo? ¿De la copia región cuatro de Brad Pitt? —inquiere con una sonrisa divertida—. Entiendo que quieres tener algo bonito para ver durante el día, pero tengo miedo de que esta… —duda unos segundos. Espero que no continúe, aunque sé que lo hará—: insistencia por volver a verlo no sea sólo porque no quieres estar sola y prefieres un «peor es nada».

—A ver, Brenda —Tiro de la silla frente a la mesa y tomo asiento—. Es un buen maquillista, ocultó mi cuerno, ¿recuerdas? Además, que lo invite a formar parte de mi equipo no significa que me involucraré emocionalmente con él.

Brenda echa el cuerpo hacia adelante y, en tono bajo, pregunta:

—¿Eso de emocionalmente incluye la parte carnal?

—¡Brenda!

Ella deja caer la espalda en el sofá y suspira:

—Marianne, no necesitas nada de esto, lo sabes. Puedes elegir a cualquier hombre que quieras, sólo estás asustada por tus malas experiencias.

Evado su comentario concentrándome en mis redes sociales en el celular. Brenda suelta otro suspiro profundo y me imita.

El video que hice donde buscaba a Franco se volvió viral y los mismos internautas han comenzado a crear una historia de amor. No sé qué piense Franco de esto, quizá tiene novia… ¡o es casado! Eso sería una tragedia, estuve a punto de preguntar cuando me escribieron que traerían a Franco, pero no quise verme tan desesperada como… tal vez estoy.

Muerdo mi labio inferior y miro por la ventana… ¿Por qué me siento así? Mi corazón late rápido sólo de imaginar el momento en que Franco atravesará la puerta.

Y parece que ese instante llega muy rápido.

Un golpe en la puerta nos sobresalta, pero no se ha escuchado como si alguien llamara, sino como que chocaron contra la madera.

Y luego murmullos, un quejido, otro quejido, alguien vuelve a chocar con la madera, un manotazo, murmullos, dicen algo de un pañuelo… ¿alguien va a llorar?

Brenda se incorpora, guarda el celular en el bolsillo de su elegante pantalón negro y, con grandes pasos, se aproxima hasta la puerta. Abre sin dudar un segundo, así que atrapamos «infraganti» a los que han ocasionado todo el ruido.

Una mujer de unos cuarenta y tantos con una melena castaña se aclara la garganta, mas no habla. A su lado se encuentra un hombre largirucho con el cabello oscuro revuelto y un par de gafas que le quedan grandes.

—¿Qué desean? —pregunta Brenda.

El hombre mira hacia atrás, donde no hay nadie, y se aleja corriendo por un costado del pasillo. La mujer los observa, Brenda se asoma y luego menea la cabeza. Unos segundos después regresa el mismo hombre y lleva a rastras a un Franco completamente sonrojado que viste de forma casual con un pantalón de mezclilla y una camisa gris; sin embargo, tiene el porte de una estrella famosa de Hollywood, podría pararse así en una alfombra roja y luciría espectacular.

—Buenas tardes, somos los representantes artísticos de Franco Harp —se presenta la mujer y extiende la mano para saludar a Brenda—. Yo soy Silvia, él Manolo.

El hombre se aclara la garganta, parece incómodo.

—Yo me encargo de su carrera como actor —dice éste—. Ella de su profesión como maquillista.

—¿Eres actor? —inquiero y me levanto de mi asiento—. No tenía idea.

Franco mira a sus representantes antes de asentir. No parece muy feliz de estar aquí.

—Sí…



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En el texto hay: famosa, actor, relacion falsa

Editado: 29.06.2023

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