Una trampa para la Diva

Capítulo 12. La humildad

Franco

*

—¿Es tu novia? —pregunta Valeria con una mano sobre la cintura y con la cabeza ladeada—. ¿Vienes a nuestra humilde morada? Tienes que entender que eso de «humilde» no es en sentido figurado.

Y mi adorable sobrina señala alrededor.

»Mi tío es realmente humilde, como puedes ver.

Marianne se queda boquiabierta con la lluvia repiqueteando arriba de su paraguas.

—Pasa —reacciono—. Llueve.

—Oh, sí —recuerda. Cierra el paraguas y entra al departamento—. Hola…

—Marianne —suspiro y señalo a «las bebés» que en este momento son más «demonios» que otra cosa—. Te presento a mis sobrinas, Valeria y Valentina. La «graciosa» es Valeria.

Valeria se aproxima con toda seguridad, extiende la mano y saluda con fuerte apretón a Marianne.

—La muda es Valentina —agrega Valeria con una sonrisa.

Valentina pone los ojos en blanco y cruza los brazos.

—Cállate, cabeza hueca —reprende la gemela—. Fue tu idea encerrar en el refrigerador a Miriam.

Marianne abre mucho los ojos y comparte una mirada sorprendida conmigo.

—No la encerró —aclaro. Es importante especificar ese «pequeño» detalle.

—Ah, eres una acusona, como siempre —se queja Valeria cuando se aparta de Marianne y gira hacia su gemela—. Por eso no tienes amigos y estás sola, ¡te vas a morir sola!

—¡Tú no tienes amigos! ¡Sólo están contigo porque eres una acosadora y…!

—¡Basta! —bramo, interrumpiendo a Valentina—. Ya, no discutan, ¿entendido?

—¡Pero ella…! —gritan las dos mientras se señalan mutuamente.

—¡Las dos están castigadas por intentar encerrar a Miriam en el refrigerador…! decido frente a sus rostros indignados, pero apresuro a agregar—: ¡No lo lograron, pero estuvo mal! Así que…

Arrebato el celular de la mano de Valeria.

»No hay celular para ustedes.

—¡Franco! —chillan ambas.

—¡No puedes dejarnos sin celular! ¡Es anticonstitucional! —exclama Valentina, ella siempre hace comentarios así—. ¡Estoy segura de que va contra los derechos de los niños!

Marianne parpadea un par de veces sin disimular la sorpresa y aguarda con atención mi respuesta.

—¡No es anticonstitucional! —niego—. Y, además, están muy chicas para tener celular, pero no tanto para que las considere unas niñas… ¡o bebés!

—¡Tío! —chilla Valeria—. ¡Avisé que transmitiría en vivo por la noche! ¡Mis seguidores están esperando!

—Tus cinco seguidores pueden esperar —reta Valentina—. ¡Yo tenía que enviar un trabajo del colegio!

Valeria pone los ojos en blanco.

—Cinco seguidores los que tienes, ¡bicho raro!

—¡Bicho lo que tienes entre las…!

—¡Valentina! —interrumpo con un grito que parece chillido, ¡esto no puede estar pasando—. ¡Tenemos visitas!

Valeria y Valentina paran de asesinarse con la mirada para dirigir toda esa furia hacia mí.

—Es verdad —dice la primera con tono persuasivo y mira a Marianne—. Tu novia nos visita, ¿estás segura de que quieres andar con un tipo que maltrata a sus sobrinas huérfanas?

—Ajá —agrega Valentina, porque para sacarme de mis casillas sí son amigas, para lo demás no—. Nuestros papitos murieron en el accidente aéreo y no tuvimos otro remedio que vivir con mi tío, pero ya ves cómo es… prefiere torturarnos antes de ser amable con nosotras.

—Esto no puede ser verdad —musito y masajeo el puente de mi nariz. Una jaqueca está a punto de brotar y asesinarme—. Marianne, en serio…

Marianne se aclara la voz y, con una sonrisa radiante de anuncio comercial, dice:

—Su tío no es mi novio, soy su jefa. Mi nombre es Marianne Estrada, soy presentadora de televisión y Franco pertenece a mi equipo de trabajo.

Las gemelas intercambian una mirada sorprendida, luego me miran de pies a cabeza y, en perfecto coro, preguntan:

—¿Él?

—Pero si es un perdedor —añade Valentina.

Mi quijada cae. Estoy atónito.

—Valentina, te juro que…

—Su tío es un hombre muy talentoso que logró lo que maquillistas profesionales no pudieron —me interrumpe Marianne y levanta el mechón con el que escondía su chichón—. Tuve un accidente de trabajo y Franco me ha salvado.

—¿Mi tío maquilla? —ríe Valeria—. ¿No eras recepcionista en un consultorio dental o algo así?

La vergüenza tiene un sabor amargo, lo juro.

—No, Valeria, trabajaba en un salón de belleza —respondo con la calma que no poseo. Estoy a punto de gritar y regalar a mis sobrinas a Marianne—. Aprendí un poco de maquillaje y es algo momentáneo en lo que…

—¿En lo que te vuelves un actor famoso? —burla la misma gemela—. Ay, tío, a veces me da mucha ternura lo ingenuo que eres.

Valentina suelta una risita.

Marianne se aclara la garganta y dice:

—Pues su currículum ha cautivado a unos amigos y la próxima semana tendrá un casting. Probablemente no pase mucho tiempo trabajando conmigo.

Las gemelas vuelven a examinarme de pies a cabeza.

—Ver para creer —suelta sin sutiliza la Marilyn Manson de las dos.

—Tienes toda la razón —concuerda Marianne—. ¿Por qué no van mañana a la televisora? Así podrían ver a su tío trabajando y conocer las instalaciones…

Niego, pero Marianne no me ve… ¡No quiero a mis sobrinas ahí! ¡Esto ni debería suceder tan pronto! Yo ni sé si continuaré con esto, ¡es una locura!

—Un momento… —murmura Valeria y examina a Marianne—. Te conozco, es verdad, tienes un programa de televisión.

—Sí, esa soy yo —acepta Marianne—. ¿Qué dicen? ¿Quieren ir?

Valeria y Valentina intercambian una mirada. A veces me pregunto si poseen telepatía por ser gemelas, porque pareciera que sí.



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En el texto hay: famosa, actor, relacion falsa

Editado: 29.06.2023

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