Una tutora para el príncipe

Capítulo 6

Lindsay

El lugar donde me encuentro está perfectamente ordenado, los papeles colocados en una hilera recta a la derecha del escritorio tienen pequeñas notas de colores que sin duda alguna son apuntes del ángulo tuto.

No es la primera vez que doy clases a alguien más, solía dar tutorías a mis excompañeros de universidad, entre exámenes, he incluso repasé a un estudiante de preparatoria para ganar algo de dinero.

Me recuerdo que esto que estoy haciendo no es solo ilegal, aunque también es la única oportunidad que tengo de conseguir algo de dinero para escapar, si no me atrapan.

Suspiro decidida a seguir adelante antes de acercarme al escritorio. El rey sexy se fue hace unos minutos, me dijo eso de llamarle por su nombre cuando estuviéramos a solas y realmente me pareció una maravillosa idea estar a solas con ese hombre tan...

¡Basta!

Me grito mentalmente, no estoy aquí para estas absurdas ideas. Lo estoy para intentar salvarme de la vida miserable que he tenido hasta ahora gracias a mi familia y sin duda no voy a agregar un enamoramiento estúpido con alguien que es la flor mientras yo soy esa diminuta lombriz que pulula al rededor de sus raises...

Demonios, esa fue una comparación demasiado científica y asquerosa, aunque es la verdad. Ese hombre es fascinante cómo una flor y yo realmente estoy al nivel de las lombrices ahora mismo.

Alejo esos pensamientos absurdos que no traen ningún resultado y me siento en la silla de color negro tapizada con un cojín rojizo que combina con el organizado escritorio.

Abro los cajones en busca del plan de estudios para el niño, pero no puedo encontrar nada. Inspecciono los papeles, parecen investigaciones del antiguo tutor y al fin descubro una carpeta naranja al final de toda esa fila de documentos.

«Itinerario de clases para la familia real»

—¡Bingo!

Murmuro abriendo la carpeta sin esperar más, las seis hojas frente a mi son una lista extensa de todas las materias que este niño debería recibir separada por grados escolares. Las dos primeras hojas están completamente marcadas.

La tercera está salteada de colores, todas las asignaturas vencidas están marcadas con distintos marcadores, así que asumo estás fueron las clases que dieron los anteriores tutores, además de estar repleta de anotaciones con distintas caligrafías a cada lado. Al parecer no duraron más de tres meses entre ellos.

Llego a la cuarta página subrayada solamente con un verde más brillante y supongo que estas son las que impartió el último tutor.

No es nada complicado. Ciencias, educación laboral, álgebra, química, inglés, he, historia de Northlake. También tiene actividades extracurriculares, algo de español y política real.

No lo veo difícil, al menos no la mayoría de las asignaturas. Muevo mis ojos una vez más a la pila de documentos en la esquina del escritorio y tengo que agradecerle al antiguo tutor por investigar antes de marcharse.

Mis ojos van por el resto de los documentos en la carpeta hasta el pósit doblado entre algunos papeles más.

«Espero que este demonio no me vuelva loco o loca, suerte y créeme fue un error aceptar este trabajo»

Abro mis ojos de par en par, la excelente caligrafía hace muy evidente quien escribió esa nota. Supongo que la antigua tutora no tenía mucha paciencia y me digo que un niño no puede ser tan malo.

Reviso el antiguo horario de clases y encuentro bastante desagradable las horas de estudio por asignatura. Es un niño de ocho años al fin de cuentas, así que quizás es un poco malcriado por la increíble carga de estudios que posee a esa edad.

Rebusco entre una de las gavetas un bolígrafo y me apresuro a cambiar los horarios. Si soy la nueva tutora tengo derecho a hacerlo, aunque quizás valla a dónde el rey para preguntarle si puedo cambiar también algunas de las asignaturas.

¿Ir con el Rey?

Chasqueo la lengua cuando me doy cuenta de que solo es una excusa que me acabo de inventar. Soy la nueva tutora, el rey ni siquiera sabía cuál era el plan de estudio.

¡Le da igual que lo cambie!

—Deberías ser más sensata, Lind—murmuro mientras reacomodo los horarios—estás suplantado a alguien más, no hagas cosas necesarias...

Después de dos horas tengo todo arreglado, imprimo el nuevo horario en la moderna máquina dentro de la oficina y abro las puertas adyacentes a esta. El salón de estudios es una habitación gigantesca, con solo un pupitre en medio, bastante deprimente para ser sincera.

El escritorio del profesor está demasiado lejos, al igual que la pizarra y más que un lugar de clases parece un aula de castigos.

—Supongo que esto también tiene que cambiar.

Suspiro quitándome los zapatos, son incómodos y me quedan un poco pequeños, así que mejor disfruto de este tiempo a solas para quitármelos. Coloco el pupitre más cerca de la pizarra junto al escritorio del profesor.

Rebusco en los estantes cualquier cosa que sirva para hacer lucir este sitio más como un aula y una vez todo está a mi gusto separo las inmensas cortinas que hay en todo este lugar.

El calor ha hecho que sude como una condenada, pero que más da eso ahora. Capto un movimiento en los hermosos jardines que se ven desde este sitio.

Dos sirvientas corren hasta un niño cruzado de brazos más allá de la ventana y abro la boca cuando dicho niño toma la comida que una de las empleadas lleva en su bandeja para lanzárselas a la cara.

La chica llora, el chiquillo grita alguna cosa a la otra empleada y patea la bandeja que calló al suelo. Sus ojos se vuelven en mi dirección, la mirada furiosa que me lanza me hace tragar.

—Solo es un niño—murmuro—Danny era un problema y logré que cambiara, este niño no debe ser peor.

Uno de mis hermanos estuvo demasiado tiempo viviendo con uno de los molestos maridos de mi madre, dejó de estudiar y se volvió un desastre. Tarde casi un año en conseguir que volviera a ser el niño cariñoso que conocía, ese si fue un camino difícil de recorrer, así que puedo con esto.




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