Alejandro Blanco, nunca había sido bueno con las palabras, por eso esta navidad le demostraría a su amada lo que sentía con tan solo una acción, se arrodillaría ante ella y le mostraría aquel anillo que llevaba en su bolsillo desde hace ya un año.
Para su desgracia, aquel plan nunca podría concretarse, pues poco antes de llegar al departamento donde la joven vivía, una sombra negra que se había ocultado tras la piel de un perro callejero, provocaría que el auto del joven chocara contra un poste de luz, haciendo que el mismo saliera despedido por la venta delantera del carro.
El joven que se aferraba a la vida, con el rostro cubierto de cristales y algunos huesos rotos, comenzó a arrastrarse en dirección al departamento de su amada, mientras la personas a su alrededor observaban la escena con pena, miedo o morbo , pero ninguna parecía demostrar el valor como para acercarse a ayudar a un pobre herido a cumplir su último deseo.
Finalmente, entre la multitud que se había formado alrededor del joven, apareció aquella chica, que el tanto anhelaba. Ella, con lágrimas en sus ojos se acercó a él, y el con esperanza en sus ojos trato de levantarse para darle aquel anillo, pero era imposible, había perdido ya casi toda su fuerza y lentamente sentía como un frio gélido envolvía su cuerpo enviándolo al penumbroso más allá. Entonces el joven trato de hacer aquello que nunca había podido hacer, expresar lo que sentía con palabras, lamentablemente esto era imposible, pues desenas de vidrios yacían atorados en la garganta del joven impidiéndolo soltar siquiera una palabra.
Al fin de cuentas, Alejandro Blanco, termino por morir en los brazos de aquella que amaba, entre llantos y balbuceos inentendibles, acompañados de abruptos tosidos que tiñeron las manos de su amada de un oscuro color carmesí.
#22291 en Fantasía
#8883 en Personajes sobrenaturales
#30863 en Otros
#9802 en Relatos cortos
Editado: 11.12.2018