Una última navidad para ellos

La cuarta visita

Alina Ancett, siempre intentando huir de la realidad, de esos padres que la ignoraban y sobreponían el trabajo ante ella, de sus compañeros que la miraban con ojos prejuiciosos, y en específico del hecho de saber que estaría condenada a una silla de ruedas desde su nacimiento.

La jovencita viéndose rodeada únicamente de sentimientos como la lastima, el rechazo y el odio, soñó con alejarse lo más que pudiera de este cruel mundo, y día tras día, luego de pasar por una incómoda y silenciosa cena familiar, Alina se dirigía a su cuarto y desasiéndose de su silla de ruedas, se recostaba sobre la cama y leía un capítulo de “Los últimos caballeros”, luego cerraba los ojos e intentaba imaginar el reino de Vandia, a sus afables pueblerinos, a los peculiares pero graciosos seres mágicos que lo rodeaban y a ella con una reluciente armadura y un fiero corcel, combatiendo codo a codo con los últimos caballeros, acompañándolos en sus aventuras, escalando las grandes montañas y enfrentándose a todo ser que tratase de hacer el mal.

Una mañana de otoño, tras terminar de leer el último libro de “Los últimos caballeros”, Alina se sintió vacía pues las andanzas de sus héroes habían terminado para siempre, y a su vez solitaria, debido a que todos los caballeros habían tenido ya un buen final. La joven sentía que, si continúa imaginando historias, arruinaría el bello final que el autor le había dado a cada uno de sus personajes y si intentaba releer los libros seria como reiniciar la dura vida de los caballeros, obligándolos a pasar por todos aquellos duros obstáculos nuevamente para alcanzar la felicidad, una felicidad que ellos ya se habían ganado. Alina con lágrimas en los ojos, pensó que ya era hora de dejar descansar a aquellos fieros caballeros que le habían hecho compañía desde su infancia hasta ahora, entonces tomo todas las novelas de “Los últimos caballeros” y tras organizarlas en un mismo instante, les dio un último vistazo, cerrando la puerta de su habitación y se despidió de ellas.

Con un pequeño nudo en la garganta, pero con la intención de comenzar una nueva aventura, la joven se dirigió a la librería de Graham, lugar donde su madre le había comprado hace mucho tiempo el primer libro de “Los últimos caballeros”.

Lastimosamente Alina no pudo encontrar nada de su interés, pero justo antes de irse, comenzó a escuchar unas frases muy conocidas que provenían desde detrás de unos de los tantos estantes de la librería, al acercarse, lo reconoció con claridad, era el dialogo final que compartían los últimos caballeros en su primer libro. Con una expresión de curiosidad y una sonrisa en su rostro, la joven asomo la cabeza desde uno de los costados del estante, para encontrarse con tres chicos y dos chicas que, sentados en una mesa, recitaban los diálogos de aquel ultimo capitulo, con tal fuerza y profundidad, que Alina cerro los ojos por unos instantes y sintió de verdad que había cinco caballeros en aquella humilde mesa de madera, hablando sobre las grandes aventuras que los esperaban en el futuro.

Ante la distracción y sin siquiera darse cuenta, la joven tratando de asomar aún más su cabeza para escuchar los diálogos con claridad, comenzaba lentamente a desprenderse de aquella silla de ruedas que la mantenía atada, hasta que finalmente termino por caer en el piso. Instantáneamente los diálogos se detuvieron, Alina se encontraba en el suelo con el rostro ruborizado, al igual que los jóvenes que se hallaban avergonzados de que alguien los escuchara, igualmente esto no les impidió ir en ayuda de la pobre jovencita que ahora se encontraba tirada en el suelo intentando levantarse sin éxito alguno.

Por suerte o tal vez por desgracia, no tomo más que cruzar un par de palabras sobre aquella novela para que Alina se convirtiera en parte del amable grupo de jóvenes. Tras de esto, Alina, cada viernes cuando se juntaba con el resto de jóvenes en la librería, dejaba de ser ella misma para convertirse en Leidy Alexa de Vandia la sexta y última caballera de la orden, una persona amable, frágil y noble, que era protegida por una enorme y reluciente armadura blanca.

Fue una nevada y fría tarde del veintitrés de diciembre, cuando los cinco jóvenes junto con Alina, ingresaron a la librería de Graham como todos los viernes, sin siquiera percatarse de que una sombra oscura como la noche había entrado junto con todos ellos y adoptando una forma alargada pero invisible a la vista, comenzó a enroscarse cual serpiente alrededor de las viejas columnas de madera que mantenían en pie aquella antigua librería. Varios crujidos que anticipaban el desastre se fueron escuchando por toda la tienda, mientras la apolillada madera de las columnas se desquebrajaba, tristemente los seis jóvenes ya habían comenzado a leer e interpretar la novela, dejando este cruel mundo real de lado y sumergiéndose en el mágico reino de Vandia.

No fue hasta que las dos primeras columnas cayeron obstruyendo la salida que los jóvenes se percataron del peligro que los rodeaba, y no fue hasta que la tercera columna cayo junto con varios escombros, dejándolos encerrados en el centro de la librería, que los jovenes perdieron la esperanza de salir.

Ante aquella situación, los jóvenes sacaron a Alina de su silla de ruedas y tras ayudarla a sentarse en el suelo, la rodearon con sus cuerpos y como los nobles caballeros que fingían ser, la protegieron de los escombros que caían del techo y las paredes.



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En el texto hay: amor, muerte, amistad

Editado: 11.12.2018

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